Combatir el feísmo con la ayuda de los más pequeños. Es el objetivo que se ha marcado la arquitecta Sandra González Álvarez con el proyecto A Vila do Mañá, que desarrolla en concellos de toda Galicia desde el año 2016
13 jun 2023 . Actualizado a las 05:00 h.Galicia acaba de celebrar unas elecciones municipales para elegir a los alcaldes que gestionarán los concellos durante los próximos cuatro años. Ellos serán los responsables de la gestión de los bienes públicos y también lo son de la transformación de las áreas urbanas en lugares más habitables. Pero, ¿piensan estos gestores en los futuros habitantes a la hora de tomar las decisiones? O lo que es lo mismo, ¿están las zonas urbanas pensadas para los niños? «Atopamos nenos nas súas casas, vendo a tele, xogando nas súas urbanizacións valadas e vixiadas, trasladándose en coche e descubrindo a cidade dende a súa xaneliña, onde o parque ou a praza foron substituídos polo centro comercial». Quien habla es Sandra González Álvarez, arquitecta nacida en O Carballiño y residente en A Coruña, que ha convertido en su propia batalla personal esta reconquista de las ciudades por parte de los más pequeños. A lo largo de su trayectoria profesional, ha visto cómo la ciudad se ha convertido en un medio hostil para la infancia, una sensación de inseguridad que, según explica, trasladan los propios padres y que hace que los más pequeños solo se sientan seguros en esas «caixiñas» que ella utiliza como metáfora para referirse a los edificios, los centros comerciales o los propios coches en los que se trasladan de un lugar a otro. «Hoxe en día a conexión natural entre os nenos e o seu hábitat, a cidade ou a vila na que viven, está diluída e apenas existe, as cidades non están pensadas para os nenos», insiste. Pero, lejos de quedarse parada, desde Post Arquitectos, el estudio de arquitectura que dirige en A Coruña, puso en marcha en el 2016 un proyecto de divulgación para revertir esta situación, con el objetivo de que sean los propios niños los que tomen las calles, que sean conscientes de las riquezas del lugar en el que viven y lo hagan suyo, en zonas que ahora solo son de paso y por las que se mueven mayoritariamente en coche.
«Queremos dar voz aos nenos que normalmente non a teñen, impulsando o seu dereito para formarse un xuízo propio do hábitat no que viven e a expresalo para poder transformalo», explica. Una tarea quijotesca que lleva desarrollando desde entonces por decenas de concellos, con la intención de despertar la inquietud de esos niños y adolescentes que serán responsables de las ciudades del futuro: «A idea é conformar as bases dunha cidadanía crítica», subraya. Y así nació A Vila do Mañá.
A lo largo de estos siete años, unos 9.300 gallegos de entre 3 y 18 años ya han participado en alguno de los talleres que ha llevado por Rianxo, Bertamiráns, Milladoiro, Verín, A Pobra do Caramiñal, Ribeira, Mondoñedo, Bueu, Carballo, Cambados, Vilagarcía, Ferrol, Malpica, Buño, A Coruña, Santiago, Arzúa, Silleda, Barbadás,Touro, As Pontes, Teixeiro, Curtis, Vimianzo y Vigo. En algunos lo ha hecho a través de programas contratados con los propios Ayuntamientos, en talleres de verano; y en otros trabajando desde los propios centros educativos, como el desarrollado a lo largo de este curso en el instituto Alexandre Bóveda de Coia, en Vigo.
En todos los casos, lo primero que hace es conocer la base de la que parten los más jóvenes: los participantes dibujan los lugares referentes de su ciudad y también la recorren con un marco dorado en mano con el que buscan fotografiar los iconos que les representan. En el caso del barrio vigués, por ejemplo, Sandra descubrió que los noventa estudiantes de entre 14 y 17 años participantes tenían como referencias el supermercado Alcampo y el barco de Alfageme. Y no es un caso aislado el de Coia, pues por todos los lugares por donde ha pasado centros comerciales, franquicias de comida rápida y supermercados se repiten como parte del imaginario colectivo de los habitantes más pequeños.
Ideal de Urbanismo
A partir de ahí, busca la manera de que los propios chicos y chicas transformen los espacios para hacerlos suyos porque, además, esta arquitecta cree firmemente que el ideal del urbanismo está en las villas rurales gallegas: núcleos urbanos pequeños, accesibles y que se pueden recorrer caminando en 15 minutos: «Non fai falta ir moi lonxe para atopar referencias», dice, y recuerda que Galicia cuenta con una ciudad referente en todo el mundo por su urbanismo pensado para las personas: «Pontevedra é un exemplo de que as cousas se poden facer ben», recapacita. Una vez que los más pequeños se han expresado, el siguiente paso es introducir el concepto de escala: «Partindo das súas propias dimensións corporais, poden aproximarse a outras dimensións como a do territorio», explica. En el 2021, en una edición totalmente condicionada por la pandemia, el proyecto incorporó en Carballo la creación de un tablero de juego similar al de la Oca, en los que cada casilla conformaba elementos característicos de este concello.
La capital de Bergantiños es, para Sandra García, otro ejemplo de cómo se puede convertir el problema en oportunidad para recuperar una nueva identidad y revertir el feísmo, ese término que está cansada de escuchar por todas partes sin oír soluciones al respecto. «Coñecín Carballo no 2012 e non volvín ata o 2018; e atopei unha vila totalmente nova, souberon aproveitar as deficiencias urbanas para xerar a súa propia identidade», reflexiona. En Arzúa, la pasada Semana Santa, los participantes pusieron en práctica esa participación protagónica de la que habla Sandra, fabricando unas señales con su silueta y en su propia escala para enfocar la atención de los viandantes hacia los lugares representativos del concello.
Este protagonismo implica que los más jóvenes se conviertan en actrices y actores principales en sus calles, como quedó reflejado en muros abandonados de Silleda, transformados con siluetas de los propios adolescentes y versos de Rosalía. Los grafitis con sentido literario también transformaron los muros de Rianxo, concello donde echó a andar A Vila do Mañá en el 2016 y en donde ha desarrollado varias ediciones desde entonces. La recuperación del asfalto como en las calles de Vimianzo, o los cortes de calles puntuales con hilos de colores son otras de las acciones con las que esta arquitecta intenta que los habitantes del futuro tomen parte en la recuperación de su entorno.