Nieves Herrero: «Claro que sé quién es el padre de las hijas de Tita Cervera»

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Diego Radamés | EUROPA PRESS

La polémica está servida en la presentación de una novela biográfica sobre Carmen Cervera, que acabó con la relación entre la autora y la protagonista. «A día de hoy aún no sé qué ha pasado. Parece Julia Roberts en "Novia a la fuga"», dice Nieves

29 jun 2023 . Actualizado a las 12:12 h.

Cuenta Nieves Herrero que a finales del 2019 recibió una llamada de la baronesa Thyssen pidiéndole que escribiera un libro sobre su vida. La periodista le dijo que estaba dispuesta, siempre que esas páginas incluyeran sus «claros y sus sombras». Nieves pasó muchas tardes escuchándola porque, según confiesa, esas charlas, que estaban siendo grabadas incluso con dos grabadoras, «eran una especie de terapia para Tita». Pero en enero de este mismo año, ya en la recta final, algo se torció, la escritora asumió en solitario la novela y acabó publicando un libro diferente al que tenía pensado. «Ahora casi me parece más interesante sin ella», dice Nieves.

 —Vamos a empezar por el final, entiendo que no es la presentación que te habías imaginado.

—No, no, desde luego. No es la presentación ni es el final de un libro que yo me había imaginado. Esto parece más una pesadilla, pero bueno, resulta que al final, como lo que he hecho es una novela, el personaje de la novela puede más que el real en el sentido de que, independientemente de que vaya con ella o sin ella, hay un personaje que yo creo que merecía la pena conocer y exponer, y sobre todo el intentar acercarnos a qué pasa dentro de esta mujer que ha tenido una vida, vamos a decir, tan fuera de lo normal. Nada de lo que le ha pasado tiene que ver con las vidas reales, parece de ficción, y para mí eso la hace más atractiva. 

—Dices que no sabes por qué se rompió la relación. ¿Ya lo has descubierto?

—No, no, porque yo creo que tendríamos que hablar, porque estas cosas que dice ella de los diálogos... Cuando estás escribiendo un libro con alguien, se cambia el diálogo y se pone otro. Eso no es una justificación, porque ya había quitado cosas. Ella me decía: «El barón es más valiente, tiene menos miedo a la muerte...». Vale, vale, pues más valiente. «Es que yo no soy tan religiosa...». Pues quitamos y ponemos, porque era una novela con ella, pero cuando me quedé solita, porque me he quedado sola, he querido hacer la novela como la veo yo, como yo interpreto que ella ha vivido estas circunstancias, entonces es una novela. Ella hará en su día una biografía, pues ya está. Esta es mi visión de una mujer que ha sido, probablemente, la más importante a nivel cultural de la mitad del siglo XX y principios del XXI. Lo que ha hecho ella por la cultura en España no tiene nombre. Nunca le estaremos lo suficientemente agradecidos de que se haya traído la colección privada de arte más importante del mundo. Eso se lo debemos a Tita, y yo he querido contar esa vida, al principio, creo que vertiginosa, y ahora frenada, porque yo creo que está pensando única y exclusivamente en dejarles la vida resuelta a sus hijos.

 —Es una mujer de secretos, aún se guarda alguno, ¿te ha costado rascarle o se abría fácilmente?

—En la primera conversación le dije que las vidas no se pueden reescribir, y más ella que es tan popular, que sabemos su vida al dedillo. Le dije que no podíamos esconder los lados más oscuros, y ella me dio la razón, me dijo: «Adelante». Yo iba a su casa, pero dejaba a la periodista fuera, y entraba como escritora, lo único que quería era conocer a una mujer. Hablábamos y hablábamos, y a veces nos entreteníamos en un cuadro, y ese día solo hablábamos de eso, o de su infancia, porque en este momento de su vida recuerda mucho su infancia y a Lex Barker. 

—Conversabais agradablemente...

—Yo la he dejado hablar porque ella tenía que estar relajada, yo podía ser perfectamente su terapeuta, de hecho, creo que estas charlas le sirvieron de terapia, a veces descargar también te ayuda, y ella descargó su vida, su disco duro en mi grabadora, y yo feliz de que me hiciera partícipe de los secretos de su vida. Luego ya veríamos si lo contábamos o no, pero ella se abrió en canal, y yo le estaré siempre agradecida, porque tampoco es tan sencillo que alguien te diga: «Esta es mi vida, y ahora ya vemos qué hacemos con ella». Ella lo hizo sabiendo que yo grababa.

 —¿Te has quedado con ganas de saber o de poder contar algo?

—Estoy deseando que ella, que igual que un día contó su gran secreto, que el padre de Borja era Manolo Segura, y no lo dijo cuando él era pequeño, sino cuando nació Sacha, su primer nieto, creo que va a llegar un momento en que contará quién es el padre de sus hijas, pero tiene que ser ella, porque son cuestiones tan personales, que afectan a terceros, a menores, que, sinceramente, yo no voy a ser la primera en contarlo.

 —¿Pero ella te lo ha confesado?

—Sí, sí, ella me confiesa eso y otras muchas cosas.

 —Estos días se ha dicho que este era precisamente el problema de que se torciera la relación.

—No hubiera supuesto ningún problema, se iba a contar como ella quisiera, eso no es motivo suficiente. Yo me inclino más porque a lo mejor se le ha cruzado otro proyecto y ya está. A mí no me ha importado que la relación se fundiera a negro, lo que me importa es que no me haya dicho: «Me he ido». Es como en los matrimonios, oye, antes de que te descubran una infidelidad, cuéntalo, di: «Me he desenamorado. Aquí acabamos, Nieves». Ella sabe que puede contar conmigo, y que podía contar conmigo, lo que no entiendo es este final. Como un matrimonio que se entera por la vecina de que su marido está con otra persona. Intentas hablar con él y no coge el teléfono. El no poner fin a algo es lo doloroso, porque hay muchas relaciones truncadas.

—Cosas que pasan...

—El propio José Luis de Vilallonga hizo unas memorias del barón Thyssen que se truncaron a la mitad... Siempre hay desencuentros entre escritores. José Luis Balbín hizo un documental maravilloso sobre ella, y TVE no lo estrenó porque ella no quiso en el último momento. A mí me recuerda a Julia Roberts en Novia a la fuga, que llega al altar y cuando va a decir sí quiero, sale corriendo. ¿Pero qué ha pasado? ¿Qué ha ocurrido? A lo mejor en ese momento final siente miedo... No sé, de verdad, me encantaría saberlo, porque creo que la podría entender, pero ninguna razón de las que se han dicho me valen, porque todo se puede cambiar. Yo creo que el tiempo nos dirá lo que ha ocurrido, y creo que acabaremos, que acabaré sabiendo qué ha pasado. En este momento no me importa.

—Más que por sus propias decisiones, la vida de Tita Cervera parece marcada por el destino, todas las cosas sobrevenidas que le han ido pasando, ¿no?

—Sí, yo también creo que a veces las vidas no son como queramos que sean, sino como la propia vida nos va marcando. Y eso le ha pasado mucho. Ella va en un avión, conoce a Lex Barker y pone en su diario: «En las nubes, acabo de conocer a mi marido...». Era el comentario de una adolescente, que a lo mejor se hubiera quedado ahí, pero resulta que se cumple. O quedarse viuda de un hombre tan lleno de vida y salud, Tarzán... Eso marca, va con sus cenizas a todas partes porque no es capaz de soltarle. Linda Evans la lleva a la médium y la mete en un mundo esotérico del que no ha salido...

 —Eso me ha sorprendido muchísimo, y lo que confía ella en las cartas.

—Sí, eso es muy húngaro, y el barón tenía raíces húngaras por parte de madre, tenía ese mundo espiritual muy presente. Él se echaba varios solitarios, ella aprendió a hacer uno, le pregunta a las cartas... Todo eso, que ha vivido con el barón, se le ha quedado. Intenta encontrar explicaciones a la muerte, al más allá, que le den una explicación... Todas esas cosas le han ido marcando, y luego ella siempre ha estado muy protegida por su madre, por su hermano, por Lex... Cuando se queda viuda, cae en manos de la persona más inapropiada, Espartaco Santoni, un gastador, una persona que ve a una chica joven con dinero, y ella se deja querer, porque tiene ansias de que alguien le diga: «Te quiero». Pero desciende al infierno, porque yo creo que lo que vivió es lo peor que le puede pasar a una persona: embargos, no tener luz, quedarse sin teléfono, sin agua caliente, que le quiten los muebles, él en la cárcel... Que dices: «¿Cómo puede pasar del todo a la nada?».

 —Las siete vidas de Tita, toca fondo, pero siempre se recompone.

—Siempre se recompone, siempre emerge, siempre vuelve otra vez a labrarse otra vida y empezar de cero. Siempre está reseteándose, pero luego ella misma lo dice: «Tengo tendencia a complicarme la vida». Yo creo que es justo eso.

 —Dices que la admiras, pero no la comprendes. ¿En qué, por ejemplo?

—En muchas partes de su vida. No he acabado de entender que cuando tú ves que la persona con la que estás conviviendo no es la adecuada, no te vayas... Creo que sentimentalmente se queda colgada de los hombres.

 —¿Necesita siempre a alguien al lado?

—Sí. Se queda colgada de los hombres que ha amado, no da el paso de terminar, qué más tiene que pasar para dejar a Santoni? Pero ella se queda ahí. Tampoco entiendo su animadversión a Blanca Cuesta, o que no se lleve mejor con su hijo...

 —Pero esa relación ya no empieza bien. La primera vez ya no le gusta.

—No, porque ella es de impresiones, debería dejarse llevar y escuchar. Creo que la vida no es blanco o negro. Y también basta que a un hijo le digas: «No me gusta que salgas con esa niña» para que salga con ella. No debería haber tomado tanto partido en contra de Blanca. Creo que Borja y Blanca han formado una familia, tienen unos hijos, yo solo he podido conocer a Sacha y a Cala, que no pueden estar más educados... Igual que Carmen y Sabina. Ha tenido mucha suerte con sus hijos, y debería disfrutar de eso.

 —¿La relación es de calma tensa?

—Sí, yo creo que mientras Blanca Cuesta esté en su vida siempre habrá tensión.

 —¿Crees que es feliz?

—Yo creo que la felicidad son ratitos, no creo en una felicidad continua en el tiempo, ni para ella ni para mí ni para nadie. Por ejemplo, para mí son con mis hijas, con mi marido y con mis amigos, me da igual que estemos en Madrid o en China. Ella ha tenido momentos felices, momentos muy divertidos, momentos de mucha tensión, y yo creo que a ella el dinero le impide ser feliz. El caso de Tita es el ejemplo más flagrante de que el dinero no da la felicidad.

 —¿Lo tiene todo y está más sola de lo que debería?

—Yo creo que sí, que está sola. Le falta sentir a su hijo, porque a sus niñas, que ella dice que son sus ángeles, la verdad es que son ideales, educadísimas, muy cariñosas, las tiene. Nunca será feliz hasta que no tenga una relación fluida con su hijo, no la llame todos los días, no quede con él..

 —Pero si eso implica borrar del mapa a Blanca Cuesta no tiene pinta de que vaya a suceder, ¿no?

—Claro, ahí el elemento que distorsiona esa relación fluida entre madre e hijo, efectivamente, es Blanca, pero yo también creo que Blanca ha hecho mucho por esa relación con Borja, porque realmente ha tenido episodios tan duros...

 —Tita, según cuentas en el libro, en un momento dado pone en duda que eso sea amor, pero parece que sí.

—Creo que han formado una familia, y tienen una relación estable, y eso ya es mucho. Sinceramente, después de tantos hijos y tantos años, si no hubiera algo más, no estarían juntos.

 —¿Tita es una mujer caprichosa?

—Creo que es impulsiva, se deja guiar por lo que siente, y más que caprichosa, cuando toma una decisión, ya no tiene vuelta atrás, no hay medias tintas. Cuando me dice la gente: «¿Crees que te va a llamar?». Me encantaría, pero creo que jamás va a descolgar ese teléfono. Nuestros caminos ya son diferentes para siempre. Eso lo tengo clarísimo.

 —Nunca se sabe...

—No, pero creo que es una mujer a la que le cuesta tomar una decisión, y cuando la toma, ya no hay marcha atrás. Hay muchos ejemplos de esto en su vida. Como cuando tiró las llaves del apartamento que tenía con Espartaco, cerró, dio un portazo, y a otra cosa. Pues igual que conmigo. Cerró una puerta y a otra cosa. Yo también estoy a otra cosa, ya no estoy ahí tampoco. He hecho una novela y ya está. Lo que pido son despedidas, las no despedidas generan dolor de cabeza, pero ya está, la vida está llena de holas y adioses, y no pasa nada. Me ha costado asimilarlo, porque me quedé en shock, pero ahora casi hasta la novela me parece más interesante sin ella, porque si no, yo creo que hay muchas cosas que no hubieran salido, porque a Tita le hubiera gustado reescribir su historia.

 —¿El barón fue su verdadero amor?

—Yo creo que ella sabe quién fue su verdadero amor. Ella ha amado mucho e intensamente. Lex Barker fue el amor de juventud, se queda como impactada...

 —La sombra de Lex siempre está presente. Va rehaciendo su vida, pero siempre lo recuerda.

—Porque no hizo su despedida, que es un poco lo que ha pasado ahora... Lo que nos ha pasado también le pasó a ella con Lex, no hubo un final, un adiós, un desencuentro... Creo que sigue sin hacer ese duelo porque se fue demasiado rápido, y para ella no había explicación, fue demasiado brusco, y ella se ha quedado ahí. Yo creo que Lex Barker fue su gran amor, su hijo se llama Borja Alejandro, ¿por quién? Por Lex Barker, su sobrino se llaman Guillermo Alejandro, ¿por quién? Por Lex Barker, Sacha (su nieto) no deja de ser el nombre en ruso... Lex está siempre pululando. La familia pilota en torno a Lex Barker, supuso mucho para ellos. El barón ha sido quien le dio la estabilidad, quien la llevo a la jet set...

 —Pasar del mundo de la farándula a ser tratados como jefes de Estado.

—Tal cual, pasa del destape a las grandes mansiones de los empresarios y artistas del mundo, y a estar en casa de los primeros ministros, reyes, zares, de los emperadores... Pasa de una vida frívola a una vida intelectual. Ese cambio, a lo mejor otros no hubieran dado la talla, pero Tita es una esponja, se adapta a las circunstancias. Y realmente el barón la situó en la sociedad española hasta el punto de compartir mesa con el rey Juan Carlos y la reina Sofía, de veranear con don Juan, de ser amiga del marido de la infanta Pilar, uno de los responsables de que cuajaran las relaciones con el Gobierno de España.

 —¿El gran éxito de Tita es haber traído la colección a España?

—Sí, y creo que no le hemos dado suficientemente las gracias para reconocer que, sin ella, la colección estaría en otro país, probablemente en el Reino Unido, sobre todo con la presión que había desde la casa real y desde el Gobierno de Margaret Thatcher, la ex primera ministra supo que el principal escollo era ella, y no se lo perdonó, incluso sale en sus memorias. Ella es la gran artífice de que tengamos este triángulo del arte en España, sin el Thyssen no lo habría. Sin duda, España sube de categoría a nivel artístico por tener la colección privada del barón, y eso se lo debemos a ella. Y hemos sido muy injustos en este país con ella por no valorarla lo suficiente. Este libro al final la sitúa como artífice de tener la colección aquí.