Tomar algo y acariciar un felino ya es una realidad en Galicia. Una propuesta diferente con
un fin social. Si te encariñas, lo puedes adoptar
05 sep 2023 . Actualizado a las 05:00 h.
¿Te gustan los gatos, pero tu pareja o tu familia son alérgicos o no tienes tiempo para hacerte cargo de uno propio? Estás de suerte, porque ya existen establecimientos que te permitirán saciar tus ganas de acariciar a estos simpáticos felinos por un rato: los locales o cafés de gatos. Una tendencia originaria de Taiwán en el año 1998 y muy extendida por Japón. Pagando un precio, normalmente por horas, puedes acariciar y jugar con los gatos en una especie de «alquiler de mascotas controlado» mientras disfrutas de una bebida. En Galicia, la protectora La Perla gestiona uno de estos locales pioneros aquí, en Acea de Ama (Culleredo). La idea inicial de sus impulsores era ofrecer algo similar a los cafés de gatos en Japón: «Tuvimos dos cafeterías en A Coruña, pero después de la pandemia la hostelería quedó tocada y tuvimos que cerrarlas. Ahora tenemos un local adaptado para gatitos, donde la gente puede venir a interactuar con ellos, y si hay suerte les encontramos una casa», explica Pedro Soto, uno de los voluntarios que gestionan el recinto. Desde La Perla llevan más de 30 años tratando de ayudar a los animales que lo necesiten; de hecho, tienen en marcha la construcción de un santuario para gatos al aire libre, que esperan que pueda ver la luz en los próximos meses.
Cuenta Pedro que cada día reciben una veintena de llamadas telefónicas de personas que encuentran crías de estos felinos en la calle: «Si tenemos espacio disponible los recogemos. Los llevamos al veterinario, les ponemos las vacunas, el microchip y, si tienen más de seis meses, los esterilizamos». De ahí, pasan a una casa de acogida y se van incorporando al local a medida que se va encontrando hogar a alguno de los gatos que viven en él. Desde la creación del proyecto el recibimiento por parte del público ha sido increíble, así han encontrado hogar a unos 3.200 gatos. «La gente viene con la idea de encontrar a un compañero de fatigas», indica el encargado. También cuenta que hace un tiempo era muy complicado dar en adopción a un gato porque la gente prefería tener perros, pero en los últimos diez años el número de adopciones ha crecido considerablemente. «Son animales más independientes; los perros, al final, te atan porque necesitan mucha más atención», considera.
Los usuarios pueden disfrutar de una jornada tranquila acompañados de los gatitos que habitan el lugar, desde jugar con ellos hasta leer un libro mientras se toman un café. Sin límite de horas y con libertad de acción, siempre y cuando se cumplan las normas básicas de convivencia y de comportamiento: «Son cosas de sentido común. Por ejemplo, si presencias una pelea no te metas en medio o, si están durmiendo, no los vayas a molestar». Todo a cambio de un pequeño donativo para seguir manteniendo el proyecto en pie. «Con nosotros colaboran veterinarios, que ayudan a que los gatos se encuentren bien de salud», explica Pedro, además de destacar el trabajo que conlleva mantener la limpieza cuando trabajas con animales.