
La saga continúa. Hace medio siglo, con 30 años, su abuelo ganó el Premio Mundial de Cartomagia en París. El mes pasado, a su misma edad, Daniel Tamariz fue reconocido en Osaka como el mejor del mundo manejando el yoyó
18 sep 2023 . Actualizado a las 12:45 h.No es fácil localizar a Daniel Tamariz. No porque sea un artista inaccesible, sino porque desde que el pasado agosto ganó el premio de creatividad, el de entretenimiento y el grand-prix (el equivalente a campeón del mundo) en el Mundial de Yoyó celebrado en la ciudad japonesa de Osaka no ha dejado de recibir mensajes, llamadas y todo tipo de felicitaciones. Y no ha dejado tampoco de estar viajando de aquí para allá, liberándose de la esclavitud que supone tener señal de móvil.
Daniel tiene buenos maestros y amigos. Hank Freeman, un joven de Ohio que ahora vive en Japón y campeón del mundo con 2 yoyós en los años 2011, 2012 y 2013, es uno de ellos. Ahora está en su casa de Osaka, aprendiendo esa modalidad conocida también como 3A. Y desde allí, a más de 14.500 kilómetros de distancia, este joven que pasó más de un verano en Galicia, de donde es su abuela, cuenta cómo ha llegado a la cima de un juego que el que más o el que menos ha practicado de niño.
«El mundial lo he ganado con una mezcla de yoyó y el aro de malabares que he creado y que se llama Cíclico. También combiné un poco de magia, hago que los cordones de los zapatos se aten solos, juego con el yoyó, soplo y hago que el aro se desenlace del yoyó... es algo muy visual», explica a través del teléfono este artista esponsorizado por la marca japonesa de yoyós Mowl, creada por Eiji Okuyama, campeón del mundo en la modalidad offstring o 4A en el 2003 y 2007. «Ahí el yoyó está suelto de la cuerda», comenta con la voz emocionada del que, pese a ser un máster, todavía tiene la curiosidad del que no quiere dejar de aprender. Y continúa formándose.
El gusanillo se lo metió en el cuerpo una actuación que vio de pequeño en la Gran Escuela de Magia Ana Tamariz, su madre. «Era una actuación de yoyós que presentaba Willy Monroe, un mago español que trajo a dos jugadores extranjeros muy buenos», recuerda. Y fue en la tienda de Juanjo, en Yoyomanía, donde compró su primer juguete. «Allí empecé a jugar al yoyó moderno», dice. Gracias a ese pequeño juguete que sube y baja, Daniel empezó a ir de aquí para allá viajando por todo el mundo. Desde China a Estados Unidos, Brasil, Polonia, Japón o Budapest. «He hecho miles de amigos, aprendido idiomas...», dice este joven al que este minúsculo juguete ha abierto tantas puertas.
Vínculo con Galicia
Pero Daniel no solo se dedica a este arte, también estudió circo en la escuela Le Lido, en Toulouse . Eso le ha ayudado mucho a la hora de diseñar sus espectáculos que va haciendo por aquí y por allá. Y le gusta hablar de sus vínculos con Galicia, donde ha veraneado toda su vida porque gran parte de su familia es de aquí. «Estuve una vez en el programa Land Rober con Roberto Vilar, haciendo una exhibición una de las veces que gané el campeonato nacional», cuenta. Este certamen se celebrará este año los días 11 y 12 de noviembre, coincidiendo con la feria de juguetes Albatoy, en Albacete.
Allí estará jugando con otros grandes, pero también enseñando a la gente a jugar al yoyó.