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Cambió los números por los acordes. Jorge es músico y casi físico. Dejó la carrera en el último año, con tres cursos a sus espaldas, para seguir su vocación. Ahora, ha hecho de su pasión su profesión
10 oct 2023 . Actualizado a las 05:00 h.Su pasión siempre fueron los acordes y los pentagramas, sin embargo, cuando terminó el bachillerato se decantó por los números. Y a punto estuvo de ser físico, pero finalmente su vocación pudo más. Aguantó hasta el cuarto (y último) curso del grado, cuando lo dejó todo para estudiar la carrera de música y dedicarse profesionalmente a ello.
Teniendo tan claro lo que le nacía por dentro, ¿por qué sus estudios fueron por un camino radicalmente opuesto? En su momento, ganaron ideas como «con la música no vas a conseguir ganar dinero», «mejor dedícate a otra cosa» o «eso déjalo como una afición». «Lo mítico», dice. «A esa edad tampoco piensas mucho y, en mi caso, decidí hacer Física en la Universidade de Santiago porque los números eran otra cosa que se me daba bastante bien», recuerda Jorge. Eso sí, tenía claro que la carrera que escogiese tenía que cumplir un requisito imprescindible: «Sabía que estudiar Física me permitiría seguir tocando en mi tiempo libre. Si no, no lo haría», defiende.
De su Lugo natal se mudó a Compostela y, entre clases, exámenes y viajes a la facultad, comenzó a tocar jazz por diferentes locales de la ciudad en sus ratos de ocio. Y ese fue el detonante: «Fue a partir de ese momento cuando me di cuenta de que con la física no iba a ninguna parte». Lo dejó en cuarto y pronto empezó a preparar las pruebas de acceso para ingresar en el conservatorio superior, para, a continuación, estudiar la carrera de música.
Una formación con la que continúa y que tiene previsto terminar el año que viene. Mientras, compagina sus estudios con su trabajo como profesor en el Liceo la Paz de A Coruña y con los conciertos que ofrece en clubes de jazz, eventos y, en definitiva, «donde llaman» (o, mejor dicho, donde escriben, en el correo jorgetojeirocontacto@gmail.com).
Miedo escénico
Pero la suya no es, ni mucho menos, una vocación tardía. Comenzó desde bien pequeño, cuando ya «toqueteaba» cualquier instrumento que caía en sus manos, aunque lo que más le llamaba la atención, como no podía ser de otra manera, era una guitarra que había en su casa. Pero reconoce que de niño le «tiraba bastante para atrás» el conservatorio. Algo que cambió, literalmente, al empezar a ver vídeos de conciertos de El Mägo de Oz en YouTube: «Miraba al guitarrista y decía: ‘¡Dios, como me gusta ese instrumento!’», rememora. A raíz de ese cambio de percepción, empezó a tener clases de música con un profesor particular en una escuela lucense. Unas citas semanales que mantuvo hasta que terminó el instituto.
Se estrenó sobre los escenarios con I Shot the Sheriff, de Bob Marley, con apenas 13 años y hecho un manojo de nervios: «Fue en un recital de fin de curso. Al principio lo pasé mal, porque tengo un poco de miedo escénico, que aún conservo hoy en día», confiesa, mientras narra los detalles de su primera actuación como si fuese ayer, aunque de ese día han pasado ya casi 15 años. Pero Jorge sabe cuál es la fórmula infalible para vencer sus temores: «Al empezar a tocar todo eso desaparece e inmediatamente empiezo a disfrutar», relata. Y así, en medio de una mezcla de emociones, se fue forjando poco a poco la que sería la gran pasión de su vida: «Sabía que quería dedicarme a la música. Lo tenía claro», sentencia.
Entonces, ¿por qué esperó hasta el último curso de Física para plantarse? ¿Por qué no lo hizo antes? Porque llegó un momento en el que «estaba muy quemado». «Yo entré en la carrera porque también me gustaba la física, pero en cuarto llegó un punto en que la odiaba», cuenta, antes de explicar el paradójico origen de ese sentimiento tardío: «Parte de la raíz de mi odio a la física surgía de la idea de pensar que en realidad debería estar estudiando música». «Ahí me di cuenta de que no podía seguir», dice.
Sin arrepentimiento
Aunque en un principio su objetivo era terminar un grado y después hacer el otro, Jorge no pudo evitar salirse del plan establecido: «Fue imposible», asegura. A la hora de juntar el valor necesario para dejarlo todo y vivir de su vocación, hubo varios factores clave que le ayudaron a tomar la decisión.
En primer lugar, se hizo a sí mismo una pregunta: ¿qué utilidad iba a tener, para él, terminar el cuarto año del grado? ¿Qué le iba a aportar? La respuesta no dejaba lugar a demasiadas dudas: «Me di cuenta de que la carrera de Física no me iba a dar nada más allá de un título. Yo sabía que no me quería dedicar a eso», argumenta. Así que, según explica, el resultado, habría sido exactamente el mismo siguiendo un camino u otro, pero si terminase Física habría tardado más: «Ahora mismo estaría haciendo exactamente lo mismo, con o sin el título de Física».
El apoyo de su familia también fue una gran ayuda. Del mismo modo que fueron ellos los que primero lo incitaron a estudiar Física, también fueron sus familiares los que, años más tarde, le ayudaron a disipar toda duda y lo empujaron a dar el paso de dejarlo cuando comprobaron que ese no era el camino que le hacía feliz: «Se lo tomaron muy bien. Yo quería hacerlo, pero al mismo tiempo me tiraba para atrás dejar la carrera y fueron ellos los primeros que me apoyaron», dice Jorge. «Eso también fue muy importante», añade.
A día de hoy, asegura «que no cambiaría nada», no se arrepiente de ninguna de sus elecciones y se reafirma en cada una de ellas: «Plantar la carrera fue la mejor decisión que pude tomar», argumenta Jorge. «Dejar algo que no te llena por lo que realmente te gusta no puede ser un error», añade.
Pero tampoco se arrepiente de haber empezado Física: «Al principio sí que era algo que me carcomía un poco. Pero pensándolo bien, el hecho de irme a Santiago también me abrió muchas puertas con la música, tanto por la ciudad en sí como por el ambiente que hay allí. Eso me nutrió mucho musicalmente», cuenta.
Toca la guitarra y el piano, y ahora sí que está completamente convencido de que es posible dedicarse a la música: «Con esfuerzo y pasión, hagas lo que hagas puedes llegar a vivir de ello», alega. Ahora bien, Jorge también defiende que no basta con desearlo y que la fortuna no lo es todo, sino que cada uno tiene que trabajárselo: «Yo me esfuerzo mucho y gracias a ello puedo vivir de esto. Es cierto que también hay que tener suerte, pero si te esfuerzas,puedes hacerlo».
Y ese es, precisamente, el mensaje que lanza a los jóvenes que se encuentren en una situación similar a la que él vivió: «Que hagan lo que realmente les gusta y que busquen algo que les llene de verdad, porque lo van a hacer mejor y van a ser más felices». «Y que no se dejen influenciar. No vas a vivir amargado haciendo algo que no te gusta por tener un poco más de dinero o de comodidad», concluye.