Eva Bailén lideró una campaña en Change.org por la racionalización de los deberes: «Mi hijo con 10 años me llegó a decir que estaba harto de su vida»

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«A mi hija le gustaba mucho patinar y se le daba bien, pero yo no podía seguir ese ritmo ni las exigencias de la entrenadora. Es que iba allí y volvía llorando», comenta esta mujer que se vio superada por las actividades, las tareas diarias y los actos sociales
17 oct 2023 . Actualizado a las 08:01 h.La situación que la madrileña Eva Bailén vivió con uno de sus hijos la llevó a liderar en el 2015 la campaña en Change.org por la racionalización de los deberes. «Tengo tres hijos y el mediano, de 10 años, era el que tenía más carga de deberes. La mayor tenía 12 y la pequeña, 8. Era algo tremendo. Llegábamos a casa y el niño, que estaba en 5.º de primaria, tenía dos o tres horas de deberes todas las tardes. Los viernes lo dejaba jugar para que pudiese hacer un poco más de vida social, pero entonces se nos acumulaba el fin de semana con todo lo que conlleva», explica. Porque en ese caso solo tenían dos posibilidades: «O te tienes que llevar todos los libros del niño para que haga los deberes o si no te tienes que quedar en casa».
Pero lo peor llegó cuando vio algunas conductas inapropiadas en su hijo por el exceso de presión que tenía. «Le generaba muchísimo estrés. Yo inicié esto cuando vi que mi hijo decía que estaba harto de su vida. Que con 10 años un niño te diga cosas así... o que intente escaparse de casa. Algún día se salía a la calle. Y ya cuando me hizo dos o tres llamadas de atención de este estilo, fui al colegio», explica.
Pero la solución tampoco llegó. «Se lo comenté a las tutoras y al director, pero no cambió nada. El argumento de las tutoras era que no podían mandarle a él unos deberes diferentes o cambiar nada para él. Les daba un poco igual cómo se encontrara. Ante todo eso, fue cuando decidí arrancar la campaña. Y, claro, tuvo muchísima repercusión», aclara. Pero la verdad es que, a pesar de que fue un clamor popular en su día, no cree que haya mejorado la situación: «Yo creo que es algo cíclico y que es muy difícil cambiar. Además, en España tenemos la percepción de que el colegio, los resultados académicos y el éxito educativo lo son todo. A nivel político hubo algún intento, pero se chocó de frente con sindicatos y representantes de los docentes. Entonces, al final, es algo que depende de cada profesor. Pero yo también creo que tiene mucho que ver con las metodologías que se utilizan en el aula, que es un poco lo que se reivindicaba, un cambio de metodología».
Para Eva es importante que se cambie el método de enseñanza «menos memorístico» y que se ponga el énfasis en la realización de proyectos y la resolución de problemas.
Cuenta también que, en cambio, con sus otros dos hijos no tuvo mayor problema: «Estaban en el mismo colegio, pero dependía totalmente del profesor, que tiene libertad de cátedra y puede mandar los deberes que quiera. Y también depende de cada niño. Porque hay deberes que ya quedan pautados para hacer en casa, pero otros son de hacer en clase y si no les da tiempo, pues es cuando los llevan para casa. Y claro, mi hijo era más lento o más distraído...». Y recuerda que también en verano le mandaban comprar libros para hacer deberes durante las vacaciones. «Era desbordante», comenta.
Agenda y actividades
Pero la saturación de los padres va más allá de los clásicos deberes del cole, y aunque ahora los hijos de Eva ya han pasado esa fase escolar y son independientes, todavía recuerda el agobio de los grupos de wasap y las agendas sociales de los niños. «Era tremendo. Ahora mismo ya no los tengo y te das cuenta de la cantidad de tiempo libre que ganas cuando dejas de llevarlos a actividades. A la pequeña la tenía que llevar a la escuela de música, al polideportivo a hacer las actividades, luego su vida social, quedadas con amigos... Es una pasada la cantidad de cosas que hacen y lo complicado que es si ellos no tienen autonomía para hacerlo ellos solos», dice esta ingeniera de Telecomunicaciones, que siempre ha compaginado como ha podido su vida laboral y familiar. La situación tanto para ella como para su marido fue tal que tuvo que echar mano de una chica au pair para que la ayudara con la agenda de los niños. «No me daba la vida. Entonces, me ayudaba a la hora de llevarlos al colegio. Para los cumpleaños nos dividíamos, imagínate con tres niños. Y luego, llegaba el mes de junio y se juntaban todos los cumpleaños del verano. Había semanas de tener cumpleaños todos los días. Era tremendo», dice.
En cuanto al tema deportivo, la situación tampoco mejoraba. «Mi hija pequeña iba a patinaje y un año le pusieron las clases a las nueve y media de la noche. Tendría 10 u 11 años. Le gustaba mucho patinar y se le daba bien, pero yo no podía seguir ese ritmo ni las exigencias de la entrenadora. Es que iba allí y volvía llorando. Y ahí ya dices: ‘No puede ser'. Y con las competiciones también hipotecas el fin de semana. Durante toda la semana ya tienes tu trabajo, el cole y demás y luego los fines de semana las actividades deportivas», comenta.
Durante una temporada su otra hija mayor quiso jugar al fútbol. «Como era la única niña, no estaba muy cómoda. Me contaba mi marido que tenía que oír a los padres cómo le gritaban a sus hijos: ‘No dejes que una chica te robe el balón'», cuenta. No es de extrañar que con tres hijos, tanto para Eva como para su pareja llegó un momento en el que se vieron incapaces de llevarlos a competiciones.
Claves para sobrevivir al día a día
- Saber priorizar
José Manuel Suárez, presidente de la Asociación de Pedagogos de Galicia, explica que los padres tienen que saber priorizar. Ni ellos ni los niños pueden llegar a todo. Así que centrarse en lo realmente importante es una buena manera de no saturarse con las tareas diarias.
- Los deberes son de los niños
Los niños son los responsables de hacer los deberes, no los padres. «Otra cosa es que se atasquen con algún problema o no entiendan algo. Entonces sí hay que ayudarlos. Pero son ellos los que tienen que hacer solos sus tareas», comenta Suárez.
- Evitar la sobreprotección
Hay que enseñar a los menores a que resuelvan sus propios conflictos. Es decir, no estar siempre asistiéndolos en todo lo que les pase. «Que sientan que estás pendiente, pero que sean ellos los que resuelvan sus cosas», aclara. Por ejemplo, si por sistema se deja los libros en clase y se lo resolvemos nosotros, se debería romper con esa dinámica, igual que si siempre le hacemos nosotros los deberes.
- Actividades sí, pero no tantas
Una sobrecarga de actividades deportivas y extraescolares no es lo que más necesita el niño. Hay que consensuar con él las actividades que más le gustan y evitar ocupar toda la tarde con ellas. Si se suma el horario escolar y los entrenamientos, la jornada de un menor de edad puede ser excesiva. El descanso e incluso el aburrimiento también son necesarios.
- Decir que no a algunos cumpleaños
El furor por los cumpleaños y por que vayan todos los niños de la clase obliga a asumir una agenda lúdica cargada de actos durante los fines de semana. «Todos los padres saben cuáles son los verdaderos amigos de sus hijos. Y habría que consensuar con ellos el número de invitados», explica Suárez para evitar esta saturación.
- Dedicarles tiempo de calidad
Es lo más importante. Reservar momentos de ocio para pasar con tus hijos. «Bien sea jugando al ajedrez o a la Play Station. Pero que ellos vean que quieres estar con ellos y les importas. Hay que estar a lo que hay que estar. Y dedicarles tiempo de calidad», comenta el presidente de los pedagogos gallegos.