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Juan Cruz, surfista: «Trabajo 6 meses en Indonesia y el resto del año estoy de vacaciones en Galicia»

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Ana García

Este joven vive en Mentawai, la capital del surf por excelencia. Se fue con 22 años de viaje con sus amigos y ahora tiene 30 y para él ya es su segunda casa. Entre sus últimos planes está construir un resort

25 oct 2023 . Actualizado a las 17:08 h.

Seis meses en Indonesia y otros seis en Galicia. Así durante los últimos siete u ocho años. «Ya perdí la cuenta de todas las idas y venidas», confiesa este joven argentino criado en Galicia. Juan Cruz se fue con 22 años a Mentawai, un conjunto de islas situadas en el sudeste asiático (Indonesia), de viaje con sus amigos en busca de las mejores olas para surfear. Desde entonces, lo ha convertido en su segunda casa. La isla en la que hace temporada Juan es conocida por surfistas de todo el mundo. Tanto se enamoró el argentino del mar y de las palmeras de este paraje afrodisíaco desde aquel verano que pasó allí con sus colegas, que al año siguiente decidió volver solo a probar suerte. A día de hoy, ya tiene casi 30 años y está totalmente asentado en el archipiélago del océano Índico. «Soy uno más, perfectamente podría ser el alcalde de Mentawai», bromea el surfista. Sabe hablar indonesio y no descarta aprender el idioma local, aunque, mientras tanto, no tiene problema para comunicarse en cualquiera de las lenguas que maneja. «Sobre todo hablo inglés con los turistas, indonesio con los civiles y español con otros amigos argentinos con los que coincidí allí», explica.

ENCERRADOS EN LA ISLA

«Esta es la manera de poder vivir del surf, pero sin ser un profesional», explica Juan. Desde que se fue a Indonesia siendo un crío hasta ahora, ha estado trabajando en una escuela de este deporte acuático. Normalmente se suele ir en marzo para allá y regresa en septiembre, en total una temporada de seis meses, por lo que ahora mismo ya está de vuelta por Galicia. El surfero vive en Baldaio, una zona de mucho oleaje en el municipio de Carballo (A Coruña), cerca de la conocida playa de Razo. En ambos países surfea, pero para él la Costa da Morte es su casa y donde se crio, además de ser uno de sus «rincones favoritos del mundo». Mientras Galicia para él significa descanso, en Mentawai trabaja sin parar. Tanta es la afluencia turistas a diario, de nuevos clientes, que con lo que gana esos meses le alcanza para vivir la otra mitad del año en sus tierras gallegas. «Trabajo seis meses en Indonesia y el resto del año estoy de vacaciones en Galicia».

Juan tuvo la suerte de que la pandemia le pillara en el otro continente, ya que mientras en España estábamos encerrados en casa, él pudo seguir disfrutando del aire libre. «Yo estaba en la isla con mis amigos, Marcos, Tomy y Facu, sobreviviendo como podíamos», indica. Cuenta que afortunadamente un amigo de allí le ofreció asilo, porque al estar la escuela donde trabaja cerrado no tenía donde quedarse. «En la casa cada uno tenía una tarea asignada. Yo aprendí a pescar y me encargaba de la comida, el que tenía un poco más de dinero se encargaba de ir a por gasolina para llenar el barco e irnos a playas perdidas, otro limpiaba, y así con todo. Organizados no estábamos, pero no salió tan mal la cosa», se ríe.

Ahí fue cuando Juan descubrió su gran pasión por la pesca. Con un buzo y con una máscara con tubo incorporado para sumergirse, aprendió a cazar todo tipo de peces con el arpón, e incluso con la mano cuando se trataba de pulpos y cangrejos. Lo que está claro es que este joven pasa más tiempo dentro que fuera del mar. Eso sí, dice que no tiene nada que ver el pescado de allí con el de aquí. «La morriña, además de significar añoranza por las tierras, también viene por la falta de la comida. No hay punto de comparación entre el pescado de aguas frías y el de las calientes, mucho mejor el primero, sin duda», explica. Cuenta que allí se sumerge en corrientes de 28 grados, nada que ver con las bajas temperaturas del Atlántico.

MONTAR UN RESORT

Desde entonces siente que ese es su segundo hogar. Bien es cierto que se enamoró de él desde el primer día que puso un pie en la arena y la tabla en el mar, pero con los años se ha unido cada vez más a la gente de allí. «La isla en la que yo trabajo es la más turística, los indonesios que trabajan conmigo viven en otros archipiélagos de alrededor. Van allí para ganarse el pan y se vuelven por la noche con sus familias», argumenta Juan. En los últimos años, la zona ya no solo la visitan surfistas, sino que también lo hace gente que no tiene ni idea del mundillo. Desde el surfcamp, donde trabaja, ha visto cómo los turistas se multiplicaban en la isla en muy poco tiempo: «Ahora incluso vienen familias enteras a que les enseñemos a surfear», apunta.

LEJOS DE SU FAMILIA

Ante esto, Juan no pierde el tiempo y ha decidido montar un resort junto con sus otros tres amigos argentinos. Todavía no está en funcionamiento, pero este año tiene pensado pasar más tiempo de lo habitual en Indonesia para poner en marcha la construcción y sacar adelante el proyecto: «Los dos próximos años tengo que estar allí para comprobar que todo vaya bien», señala. Hasta hace poco, el joven y su novia tenían una tienda de ropa en A Coruña llamada Mar de Fóra, pero tuvieron que cerrarla porque se les hacía complicado llevar el negocio desde otro país. «En España las cosas están más difíciles, sobre todo para los autónomos. Pero este proyecto es diferente, pinta bien, el turismo está en auge».

Su vida es toda una aventura. Con tan solo 22 años se trasladó a la otra punta del mundo y con menos de 30 está a punto de iniciar un gran proyecto empresarial, teniendo en cuenta lo complicado que se hace estar lejos de la familia, pareja y amigos. «Como todo, esta vida tiene sus partes buenas y sus partes malas. Este año mi novia se vino dos meses a Mentawai conmigo, pero claro, los otros cuatro meses estuvimos separados. E igual con mis padres, mis perros...», comenta el joven. Pero en una lista de pros y contras gana lo que siente en cada momento: «Por ahora me gusta como estoy».

No descarta nada, para él es mejor dejarse llevar. «Parte de mi crecimiento fue en Indonesia, por eso tengo tanto amor por este sitio como por mis tierras gallegas», concluye este surfero enamorado de la vida.