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Paula Leyes, alumna de Harvard: «No conozco a nadie que haya suspendido en esta universidad»

Alejandra Ceballos

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cedida

Esta joven de familia ourensana terminará sus estudios de Informática en la prestigiosa universidad en apenas unos meses. Asegura que la institución toma medidas personalizadas para conseguir el éxito académico de sus estudiantes. «Hay un esfuerzo para que acabes en cuatro años», añade

29 oct 2023 . Actualizado a las 10:01 h.

Paula Leyes Carreño (Madrid, 2001) llegó a Harvard porque no sabía qué quería estudiar. Lo que sí tenía muy claro era lo que quería para su futuro. Hija única, de familia ourensana, y siempre «dispuesta para los estudios», creció con su madre en Barcelona y, tres años antes de terminar el colegio, decidió que quería hacer la carrera en el extranjero. «La primera opción en la que pensé fue Inglaterra, porque está más cerca, pero, investigando vi que gran parte de las solicitudes de las universidades inglesas se basan en un ensayo en el que dices qué quieres estudiar y cómo te has preparado para ello. Yo sabía que me gustaban las matemáticas, pero no estaba muy segura de la carrera, así que me decidí por Estados Unidos, porque ahí tendría más tiempo para pensármelo, ya que el primer año de carrera es genérico y no tienes que decidirte hasta el segundo», explica.

Una vez tomada la decisión, comenzó la preparación. «No sabía si pasaría, pero al menos quería intentarlo». Así que, además de sus estudios en el colegio al que iba en Barcelona, Paula se preparó para hacer el equivalente a la selectividad en el país americano, así como algunas pruebas específicas de la universidad, que tendría que superar para ser admitida. Por lo demás, asegura, «tengo una vida muy normal, con mis ratos de descanso, si no, no rendiría igual». Contó con el soporte incondicional de su familia y su centro educativo, también con el apoyo de una agencia con la que preparó los ensayos que le pedían, las cartas necesarias y el resto de requisitos institucionales. Solo echó la solicitud en las mejores universidades. «Tenía muy claro que si no me cogían en alguna de ellas, no valdría la pena irme, porque en España también hay muy buena educación. Nunca me imaginé que el problema iba a ser elegir la universidad que quería, porque me admitieron en la mayoría», indica.

Explica, además, que muchas de las universidades por las que se decantó tienen un sistema que definen como Need-Blind Admission, por el que evalúan el currículo sin tener en cuenta tu poder adquisitivo y, una vez que el estudiante es admitido, y tras analizar la situación económica familiar, se comprometen a cubrir los gastos que no puedan costear. «Hay mucha gente que ni siquiera las solicita, porque piensa que será muy caro, pero está bien que sepan que no tienes que pagar para poder venir si no tienes medios», reflexiona.

Entre las mejores

Al final, entre Stanford y Harvard, Paula se decidió por la segunda, por la cercanía a la costa este de Estados Unidos, y tras escuchar el discurso del presidente de la universidad, donde les dijo a los nuevos estudiantes que «el cielo es el límite». Desde el primer momento apreció diferencias entre su universidad y otras más tradicionales.

En primer lugar, «con el pago de la matrícula en Harvard, está incluido el alojamiento y la alimentación. El primer año vamos a los freshmen dorms, alojamientos especiales para los recién llegados, que están en el medio del campus, y a partir de segundo, nos asignan una casa, estilo Harry Potter, donde pasamos el resto de la carrera. Tenemos la posibilidad de vivir en otros lugares, fuera del campus, pero casi nadie lo hace», explica.

Además, en lugar de elegir la carrera al matricularse, los estudiantes escogen materias relacionadas con sus intereses que les permiten más adelante tomar una decisión más informada de lo que verdaderamente quieren. Es en segundo cuando se decantan ya por una titulación. El primer año, Paula escogió Matemáticas, que era la que más le interesaba, e Informática, «por probar». Explica que la universidad tiene como política que los estudiantes exploren varias áreas de conocimiento, por lo tanto, aunque estudies ciencias exactas, debes cursar, al menos, una asignatura de ciencias sociales y otra de artes a lo largo de la carrera.

Cuando comenzó sus estudios, una de las cosas que más nervios le producía era tener que enfrentarse a un examen en Harvard. Sin embargo, explica, «a diferencia de lo que me cuentan mis amigas de España, aquí la nota no se basa en un único examen, sino que hay una evaluación continúa. Así que pensaba que aunque me fuera mal alguna prueba, podría recuperar con las siguientes actividades».

Según ella, el sistema que tienen funciona muy bien porque, confiesa que «no conoce a nadie que haya suspendido una materia». «Es realmente muy complicado suspender. Si ven que te va mal, tienen una reunión contigo para evaluar la situación. Si se trata de un problema personal, económico o de salud, puedes pedir un leave of absence, es decir, un permiso para tomarte un tiempo. Y si se trata de una cuestión académica, siempre tienes horarios en los que los profesores o estudiantes, que hayan cursado previamente esas asignaturas, están dispuestos a asesorarte», detalla Paula, a la vez que asegura que hay un esfuerzo para que termines en cuatro años.

El permiso, que es una especie de excedencia, se puede solicitar por razones diversas y por un máximo de cuatro años, tanto para resolver problemas personales como para trabajar en startups. De hecho, Paula lo solicitó el primer año de carrera, ya que debido a la pandemia, los estudios tenían que ser online, y ella, cuando los «echaron para sus casas» y volvió a Barcelona por unos meses, decidió hacer una pausa y continuar una vez que se recuperó la presencialidad en las aulas. Cuando regresó a Harvard para hacer segundo se matriculó en Informática, que, para su propia sorpresa, le gustó más de lo que esperaba. Explica que en esta universidad las carreras no tienen itinerarios académicos cerrados, sino que son los alumnos los que van escogiendo las materias que desean cursar.

Hasta ahora ha aprovechado cada momento de su estancia en Massachusetts, donde ha presenciado momentos estelares: se ha encontrado con algún premio Nobel, con la hija de Obama, y como dice ella: «Estar rodeada de gente que cree que nada es imposible, es muy inspirador», señala Paula, que el pasado verano hizo prácticas en Apple, donde planea empezar a trabajar cuando se gradúe. «No me puedo creer que ya se vaya a acabar esta experiencia», concluye emocionada.