Toda una vida esperando la ocasión. Apasionado de Bach y de The Shadows, Paco Míguez llevaba desde niño deseando aprender a tocar la guitarra
30 oct 2023 . Actualizado a las 05:00 h.Francisco Míguez (Crecente, 1943) sabe que lo más importante para hacer las cosas es querer hacerlas y que da igual el tiempo que haya que esperar para cumplir un sueño. Tiene 80 años y acaba de empezar su segundo curso de guitarra. «En bachillerato mis padres me metieron interno en el colegio La Salle de Santiago y allí, además de clase, había muchas actividades. Yo escogí teatro, pero la guitarra siempre me llamó la atención», recuerda.
Su padre era secretario municipal, por lo que pasó su infancia en distintos municipios de la provincia de Pontevedra, como Arbo y Vilanova de Arousa. Se mudaron a Ourense a finales de los cincuenta. Desde entonces, solo dejó la ciudad de As Burgas para irse a Madrid a estudiar Topografía, de donde regresó al terminar la carrera. Participó en numerosos proyectos por Galicia y el País Vasco hasta que se sacó la oposición y empezó a trabajar en el Concello de Ourense. «También formamos una pequeña empresa para hacer trabajos privados. Con todo eso, poco tiempo me quedaba para guitarrear», afirma. Su vida ha estado siempre ligada a la obra pública y también a su familia, está casado y tiene tres hijos. Por eso esperó a estar más que jubilado para empezar las clases de guitarra, una pasión que había mantenido apaciguada en su interior.
Hace un año que Paco, tal y como le conoce todo el mundo, reunió el valor suficiente y contactó con una escuela de música en Ourense. «Les dije que no sabía si yo serviría para estudiar a mis años, pero la verdad es que el director me animó muchísimo y me apunté», comenta. En septiembre empezó el segundo curso recibiendo clases de guitarra clásica. Va a la Academia Drop una vez a la semana y su profesor es Álex Valiño. «Es buenísimo, es capaz de hacer que me olvide de que soy tímido y de que me pongo muy nervioso con cualquier cambio. Es un guitarrista increíble y una persona excelente», presume Paco. «Tocar es estupendo. La guitarra siempre me llamó poderosamente la atención y la pena es no haberla cogido cuando debería, pero no tenía tiempo ni oportunidad», reconoce este vecino de Ourense. Y no se le da mal. «Paco no tiene límite. Es tremendamente aplicado, constante y lo hace todo siempre con una sonrisa», dice su profesor. Sabe interpretar piezas de Beethoven y de Albéniz. «Le doy a todo lo que me enseñe Álex», admite.
Se apuntó a tocar su instrumento predilecto siendo ya mayor, pero lo cierto es que tuvo un contacto con la música de chaval. «Con 16 años tenía un amigo que cantaba muy bien y pretendimos formar un dúo. Hasta llegamos a ir a alguna clase con un músico profesional para formarnos. Pero solo aguantamos dos sesiones porque nos desmoronamos. Nos resultaba muy complicado», confiesa.
La música ha sido una constante en la vida de Paco. «Siempre me gustó muchísimo. De hecho, cuando estudiaba en Madrid, tenía mi radio y estudiaba escuchando música», explica. Su favorita es la que compuso Johann Sebastian Bach. «Me impresiona la fuerza de esos acordes», dice. Prefiere lo instrumental pero se sabe todos los temas de Los Pekenikes, Los Bravos, The Shadows, Serrat o Juan Pardo. También bailó mucho las canciones de las orquestas en las fiestas de los pueblos. Dice que siempre le gustó escuchar música y que sigue haciéndolo a diario.
A sus 80 años, Paco afirma que el tiempo le vuela, y siente que le pasa cada día más rápido. Quizá por eso no quiso perder ni un minuto más y cogió por fin la guitarra. Es un celtista empedernido y lee todos los días el periódico. Ayuda a su mujer con las tareas de la casa y de lo que más disfruta es de compartir ratitos con sus tres nietos. Especialmente ahora que el mayor va a clases de piano. «Les gusta escucharme tocar y a mí me encanta que me lo pidan», termina. Poco a poco trata de inculcarles su amor por la música.