De Londres a una aldea de Laxe para hacer el único «coliving» de España donde puedes trabajar y criar a los niños

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Inés, Julio y sus hijos Lois y Amelie en su «coliving» de Serantes.
Inés, Julio y sus hijos Lois y Amelie en su «coliving» de Serantes.

Inés, ingeniera informática, regresó del Reino Unido con su pareja y sus mellizos para reinventarse en O Piñeiro. Hizo de la «casa vella» donde nació este espacio de trabajo y convivencia que admite niños. Gente de Malasia, Canadá, Israel, Bélgica o EE.UU. se ha enamorado de este hogar «slow». «Hai sempre xente doutros países atravesando o lugar para ir a Laxe. Á xente maior chámalle moito a atención!», dice esta emprendedora

22 feb 2024 . Actualizado a las 14:11 h.

Hay un lugar de la Costa da Morte que enamora a gente de puntos distantes del planeta, donde uno se va a trabajar sin renunciar a conciliar, donde la naturaleza se disfruta con wifi, sin aislarse. Ahí, en la aldea de O Piñeiro, en Serantes (parroquia de Laxe), Inés y Julio han puesto en marcha en la vieja casa del bisabuelo de ella un coliving pionero, el primero de Galicia y de España dirigido a profesionales que se mueven con sus hijos. «Este é un lugar pequeniño. Cando eu era pequena pasaba o típico das aldeas, que había moitos nenos, xente de todas as idades. Agora quedan maiores e casas baleiras», relata Inés, que con su familia y este proyecto le dio la vuelta a la soledad que iba cubriendo la zona. «Desde que abrimos nós, hai sempre xente doutros países que atravesa polo lugar para ir para Laxe. Á xente maior de aquí chámalle a atención... Cando están plantando as patacas, pregúntanlles e ás veces non se entenden e outras si, pero failles graza interactuar igualmente», cuenta.

Tras diez años medrando en Inglaterra, Inés dio el salto de vuelta a Galicia. A día de hoy, sigue trabajando para la empresa con la que estaba cuando se fue al Reino Unido, pero concilia ese empleo con el coliving iSlow y la crianza de los mellizos Lois y Amelie. «Marchei a Londres porque quería aventura, estaba louca por ir a un sitio no que falaran outro idioma. Elixín o Reino Unido porque é o que máis a man me queda», revela esta ingeniera informática que trabajó para el Banco Pastor y en varias consultoras. Ella se había quedado con la espinita de hacer un Erasmus en la carrera. Y se sacó esa espina, a los 30, en Londres: «Non quería deixar pasar moito tempo en ter a experiencia de coñecer un entorno internacional, un país onde se xuntan xente e culturas de distintas zonas do mundo. E desde Londres é fácil viaxar, porque está ben conectado con moitísimos países», señala. Así que Inés estrenó los 30 en la City con «aventura, unha aventura con traballo», un paso que a Inés le dio la estabilidad laboral, junto a su pareja.

Inés no tuvo dificultad en establecerse en Londres («axudou que había comunidade española e bastantes galegos»), pero las raíces le tiraban a la Costa da Morte. En O Piñeiro estaba la casa en la que nació, «a casa do bisavó». «Esta sempre foi a casa vella —cuenta Inés—. Meus pais fixeron unha casa nova ao lado e chegou un momento no que pensamos que coa vella había que facer algo, que non a podiamos deixar caer...». A Inés iba a quedarle en herencia esta casa, pero ocuparse de ella no era tan sencillo como coger un avión de vuelta y centrarse en la reforma, despidiéndose del horizonte laboral que pintaba Londres tras diez años de recorrido.

Durante dos años, trazó junto a su pareja un plan para la casa. «Dixemos: ‘Ímola arranxar de forma que sexa versátil, que sirva para alugar ou vivir, que sirva para todo, nada definido», cuenta. Como la zona también estaba sacando su encanto turístico, no descartó la idea de obtener un rendimiento.

«O concepto coliving aínda non sabiamos que existía. En Inglaterra non se oíra falar case e demos cunhas formacións sobre o tema», cuenta. En ese momento, Inés estaba estudiando nutrición como hobby, compaginándolo con su trabajo de informática. «Como o que me cativaba era a nutrición, pensei que podiamos empezar a usar a casa do Piñeiro aínda que só fose uns meses ao ano en relación con isto. A idea en principio era facer un centro de retiros e de estancias. Así que volvemos de Inglaterra pensando en traballar un pouco máis nesta idea», continúa.

UN PASO MOI GRANDE

La pandemia estaba por llegar a pararnos a todos, y ellos, a punto de caramelo para volver. Se hacía complicado gestionar el curso de las obras en Laxe a distancia. «Eu volvín con traballo [para una consultora para Inditex]. Pero hai que envalentonarse para volver. Foi un paso moi grande deixar Inglaterra despois de dez anos», concede Inés. Pese al brexit y la morriña de los suyos, no tenía ningunas ganas de separarse del país adoptivo.

Pero disfrutar y compartir maravillas como el Camiño dos Faros y ese entorno «superslow» donde se enclava la «casa vella», hoy puntera, de O Piñeiro dieron a la pareja el impulso definitivo para convertir el inmueble en coliving pionero. «Vén xente de todo o mundo!, e a xente o máis bonito que lle ve a iSlow é que aquí é todo virxe, salvaxe. A impresión que teñen é que están a descubrir un sitio que ninguén máis coñece», asegura Inés.

Inés y Julio se formaron en coworking en la EOI (Escuela de Organización Industrial) y descubrieron un mundo de posibilidades en el coliving, algunas por explorar sobre el terreno. Así que dejaron de pensar su casa como un lugar para retiros estacionales y la imaginaron como un lugar donde la gente podía irse a vivir y a trabajar con hijos en un entorno natural divino por temporadas. «A idea pasou a ser compartir o día a día coa xente que decidise vir a vivir aquí, pola riqueza que iso tamén podía supoñer para nós», detalla la emprendedora. Así funcionan, colaborativamente, más o menos como Sende, Anceu o Growth Coliving Galicia, usando casas de aldea como oficinas en pulmones verdes, donde profesionales de todo el mundo trabajan en remoto y conviven, y dinamizan el lugar. Pero iSlow es hoy uno de los pocos colivings del mundo donde se puede vivir con niños. «Só coñecemos dous ou tres no mundo», afirma Inés.

Estos meses se vuelcan ya en preparar la casa para el inicio de la temporada del 2024, ya completa en usuarios con niños. En año y medio han comprobado que hay demanda, «necesidad» de espacios de convivencia que permitan trabajar y a la vez ocuparse de los hijos en entornos en los que hay más árboles que semáforos.

Hasta ahora, en iSlow han tenido, sobre todo, bebés y niños de como mucho 5 años, «pero é un modelo que está evolucionando moito». Su sensibilidad con los peques nace de su propia experiencia como papás de mellizos. Para ellos, hay que desterrar esa idea de que «los niños estorban» y entender que su crianza en la aldea es posible y rica sin necesidad de estar aislado. «Aquí a xente que vén xa sabe a que vén», dice Inés. «Nós non facemos tampouco un superesforzo en organizar actividades para nenos, pero os nenos van cos pais onde vaiamos». Vamos, lo de toda la vida.

Inés, Julio, Lois y Amelie viven entre un piso en Laxe y la casa de O Piñeiro. «Non queremos converter o coliving nunha burbulla, queremos que os que veñen leven unha experiencia de inmersión na comunidade local, que coñezan os artesáns da zona e vexan como se fan aquí as cousas», explican.

«O que máis nos diferenza como coliving é que aquí son ben recibidos os nenos, pero hai iniciativas moi distintas. Tivemos a un grupo de emprendedoras dun programa da UE para o apoio ao emprendemento feminino», detalla Inés. «Para os nenos isto é moi positivo. Cando viñemos de Inglaterra, os nosos fillos tiñan 3 aniños e intentámoslles manter o inglés e a inquietude por coñecer xente doutras culturas e países e con outros costumes», concluye la emprendedora, que cada vez echa «menos de menos» Londres, aunque confiesa que en ocasiones sueña con viajar a otros destinos desde su «isla», que sitúa O Piñeiro en el mapa del mundo.