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Noelia, operaria de limpieza: «La gente tira las bolsas de la basura desde el balcón y nos arroja colillas»

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Esta trabajadora de Barcelona denuncia cómo es su día a día. Insultos, faltas de respeto y sobre todo, muy poca educación: «He sufrido ya dos agresiones. Una por mojarle los zapatos a una mujer»

30 nov 2023 . Actualizado a las 09:22 h.

Se llama Noelia Pérez. Tiene 32 años, un hijo de 9, y es operaria de limpieza en Barcelona. Baldea las calles de la zona del Raval y de la Barceloneta, entre otras localizaciones. Y es feliz. Destaca por su simpatía y buen humor en las redes sociales. No se le caen los anillos por desempeñar este trabajo tan necesario ni muchísimo menos. Todo lo contrario. Como no podía ser de otro modo, se siente muy orgullosa de ello. Pero sí denuncia en su cuenta de TikTok la falta de respeto de algunas personas por su trabajo. Escuchándola hablar, solo puedes sentir vergüenza ajena por que todavía exista gente así. Ella nos cuenta su día a día.

 «Limpiar las calles es una función pública y está muy poco reconocida. Es cierto que hay veces que pasas por un bar y te dan una botella de agua o te lo agradecen, pero por norma general si nos ven con el camión, ya te pitan todo el rato para que te apartes», comenta, mientras reconoce que los insultos son diarios: «Estamos en la parte del Raval, Barceloneta, Gótico... es como la zona más turística, pero también la más conflictiva por el tema de los toxicómanos. Y hay insultos de todo tipo: zorra, puta, guarra, subnormal... lo que quieras». Eso sí, cuando tiene algún altercado reconoce que siempre se ha sentido arropada por sus superiores. «Estamos protegidas, pero como es diario, pues, al final, lo tienes normalizado. Por ejemplo, yo ya he tenido dos juicios. Me intentaron agredir una vez en las Ramblas, y la segunda, fue una mujer. Los gané los dos».

Explica que la primera agresión la recibió de un hombre «que iba muy mal»: «Intentó tirar una señal hacia el lado de la carretera y justo pasaba un compañero mío. Yo le avisé para que no se le cayera encima, para que acelerara o se parara, pero el chico me vio y ya se vino para mí. Me arrancó la escoba y me la partió por la mitad. Quiso darme, pero como en las Ramblas hay mucha policía, ya empezaron a venir agentes para reducirlo. Eran como 30 personas parándolo y después de eso dejé de trabajar». Las consecuencias de ese altercado no fueron fáciles de superar para Noelia. «Me llevaron a trabajar para otra zona, me dio mucha ansiedad», explica.

 NUEVA AGRESIÓN

Al cabo de un tiempo, recibió una nueva agresión. «Fue en el barrio Gótico. Yo estaba baldeando una calle y bajaba con una máquina articulada porque son callecitas muy estrechas y hay un punto muerto cuando acaba la calle y comienzas a girar. Yo no puedo ver a la gente que viene ni la gente me puede ver a mí porque la máquina ocupa casi toda la calle. Entonces, vi una sombra y corté el agua, pero como la calle hace bajada, al final el agua siguió. Entonces, me viene una señora superbién vestida. Se acerca, cara a cara, y me dice: ‘Me acabas de mojar los zapatos'. Se los miro y le digo que no. Y ella cogió y me dio dos manotazos en la boca. Me quedé blanca», cuenta. Lejos de pedirle disculpas, la mujer que la agredió se fue: «Bajé la manguera y me fui hacia ella y ya le dije: ‘¿Tú sabes que me acabas de pegar?' Y ella me respondió: ‘Es que me has mojado los zapatos'. Entonces le contesté que aun así no me podía tocar. Ese día me cambiaron de zona». Cuenta también que sus jefes le ofrecieron toda la ayuda que necesitaba. «Yo no quería seguir trabajando en esa área, pero un compañero me dijo que lo tenía que afrontar porque todo el mundo se mueve por toda Barcelona. Y es verdad. No le quiero coger miedo a los sitios donde me han pasado cosas porque cada día te dicen algo, es cada día. Y si contestas te puedes meter en un problema, pero como estás trabajando, te callas. Entonces, es verdad que te tienes que envalentonar», dice.

 FALTA DE RESPETO

Pero más allá de estos graves altercados, lo que Noelia denuncia es la falta de respeto que recibe a diario de algunos viandantes. Critica que la gente no tenga ningún tipo de paciencia: «Estás baldeando y ya te empiezan a pitar y a pitar. La paciencia es cero. Y luego, está el problema del agua. Si baldeas, tienes que echar agua. Y por mucho que no quieras mojar a nadie, que intentes que no caiga ni una gota, el viento no lo puedes controlar. Aunque cortes el agua cuando alguien pase, si hay viento, le va a salpicar, le va a llegar el vapor». Noelia acostumbra a ir con un camión de limpieza, barriendo o con una manguera. Depende de las necesidades de la vía. Y ve de todo. «La gente en vez de bajar la basura a la puerta, porque hay calles en las que no hay contenedores, la tira desde los balcones. Ves las bolsas volar. Y también he ido baldeando y he visto desde el balcón a un hombre que me estaba mirando mientras sacudía el mantel de la comida y todo cayéndome a mí. O te arrojan colillas mientras vas caminando. Y los miras como diciendo: ‘¿Es en serio?' Pero esto es diario. Y es un problema de educación y de respeto», añade.

«Hoy mismo estaba baldeando una calle y un señor que estaba paseando a su perro se metió en el medio de donde estaba la manguera y el collar del perro se le quedó enganchado. En lugar de decirme a mí que lo ayudara, le ha pegado un tirón al perro que lo ha levantado del cuello. Y claro, yo no le puedo decir nada, pero pienso: «¿De verdad que es necesario esto?». También hace referencia a que muchas veces en lugar de dirigirse a ella de manera educada, la llaman de la siguiente manera para que se aparte: «‘Shhhh, ehhhh'. Si tú me ves que estoy trabajando, lo más normal es que te esperes un segundito a que pase o me lo digas bien. Y yo corto el agua y tú pasas. Pero que no me digan: ‘Shhhhh'».

Está claro que la limpieza de las calles es un servicio público necesario. Es por ello que Noelia no entiende que no se valore su trabajo: «No lo comparo, pero a un coche de la Guardia Civil, a una ambulancia o a un camión de bomberos por mucho que lo veas sin las sirenas, no le pitas si está parado en algún sitio. Al final también somos un servicio público. Y a nosotros nos ven trabajando y te pitan porque vas lento o estás utilizando unas mangueras enormes en calles que están completamente sucias y de mucho tráfico. Si me tengo que parar cada 30 segundos para que pase alguien.... ¿No es mejor esperar un minuto a que acabe la calle y pasas?». También hay quien le dice que son ellos los que le están pagando el sueldo: «Pero es que yo también pago mis impuestos. Y jamás en la vida se me ha ocurrido pitarle a nadie que esté trabajando. Si veo un camión de la basura que está recogiendo contenedores, directamente me voy por otra calle. O si veo a un operario de obra que está trabajando con una escalera, pues me cruzo la calle y me voy por la otra acera. Son cosas de sentido común». Es por ello que quiso denunciar esta situación en las redes sociales. «Hice los vídeos para explicarlo y para que la gente se diera cuenta de que todos somos iguales. Si yo limpio la calle, soy igual de respetable que un policía, un abogado o un panadero. Porque al final, todos cumplimos una función. Tampoco es que la gente nos tenga que dar las gracias por limpiar. No se trata de eso, pero un mínimo de educación». Claro que sí, Noelia. ¡Qué menos!