
El elfo de la estantería (The Elf on the Shelf) se ha convertido en todo un fenómeno en las últimas Navidades
13 dic 2023 . Actualizado a las 17:22 h.Su llegada a casa anuncia el comienzo de las Navidades, y también de unos días de despertares expectantes por ver qué se le ha ocurrido a esta criatura de diminuto tamaño que siempre va enfudado en su traje rojo. Su misión es vigilar a los más pequeños para luego viajar cada noche al Polo Norte e informar a Papá Noel de cómo se han portado. Pero las noches le dan para mucho, y además de ese viaje exprés a la otra punta del mundo, también tiene tiempo para hacer trastadas en casa.
Ahora bien, no tiene ninguna idea buena. Todo lo que se le ocurre provoca la risa de los pequeños por las mañanas. Desde bañarse en harina al pretender ser un cocinillas, pescar en la taza del wáter, colgarse cual trapecista por el papel higiénico, o buscar cualquier lugar recóndito para esconderse hasta que los niños lo encuentren. Unas travesuras que llenan de ilusión a los más pequeños de la casa, que saben que no lo deben tocar para que no pierda la magia, y que, a veces, traen de cabeza a sus padres. Entre otras cosas porque después toca recoger.
Esta tradición, que en los últimos años ha ido a más, y que todavía sorprende a quien no tiene hijos o ya son mayores, está basada en el libro The Elf on the Shelf (2005) (El elfo de la estantería), de las autoras estadounidenses Carol V. Aebersold y Chanda Abell, donde se narra la historia de estos ayudantes de Santa Claus.
Aunque popularmente es conocido como El Elfo, lo suyo es que cada familia de acogida le ponga nombre. Algunos lo han bautizado como Salustino, otros como Paquito o Jaime.
Estos días sus gamberradas inundan las redes sociales, sobre todo, de los padres con hijos de corta edad, a primera hora de la mañana. El reto es superar la trastada del día anterior. Paciencia: solo son 24 días.
Aquí va una lista con unas cuantas trastadas:

1. Soy un hombre de hojalata
En el mismo cajón o estantería del papel film suele estar el de alumnio, y poder disfrazarse de color plata por la noche, sobre todo, en estas fiestas da mucho juego, y los elfos lo saben. Es una travesura perfecta, porque es una jugarreta sencilla y que no ensucia nada.
2. A saltar la barca, me dijo el barquero...
Las cuerdas del tendal exterior son muy tentadoras, pero, a la vez, peligrosas. Si cae al patio o a la calle nadie lo verá hasta el día siguiente. Pero si hay tendal dentro de casa, pueden tumbarse a modo de hamaca y descansar lo que queda de noche.
3. Un rayo de sol... ¡oh, oh, oh!
Estas pequeñas criaturas se suelen manejar mejor en la oscuridad de la noche, pero si, por casualidad, caen en una casa en la que el despertador no suena pronto, la repisa de la ventana es muy buen lugar para poder pillar los primeros rayos del sol, si sale, de la mañana siguiente. Es de las favoritas de los padres.

4. Cuando entra el hambre por la noche
La cocina es un lugar muy socorrido. A veces, aparece haciendo de las suyas con las galletas, el pan de molde, donde si no meten las manos, meten el cuello, o preparando el desayuno y dejando todo hecho un desastre. Ojo, también puede esconderse en la caja de los cereales.
5. De madrugada, un poquito de escalada
A falta de estrella, bueno es un elfo en lo más alto del árbol. Mientras haga esto, aún bueno, pero otras veces le da por quitar las bolas y desmontar la decoración. A la mañana siguiente, además de encontrarlo, te acordarás de él un buen rato.
6. ¡Qué gustito se está a cinco grados bajo cero!
Está acostumbrado al frío, por eso el interior de la nevera puede ser un lugar agradable. Puede envolverse en un trapo y colocarse dos rodajas de pepino en los ojos, a modo de sesión de belleza, o revolver para buscar algo de comer con la boca y las manos manchadas.

7. ¿A qué no me encuentras en el tambor?
Y si le entran ganas de dar vueltas sin cesar, nada mejor que el tambor de la lavadora, aunque no esté en funcionamiento. Es un buen escondite, y te llevará tiempo dar con él, sobre todo, si dejan la puerta cerrada. El cesto de la ropa sucia también le gusta.
8. ¡Dígame, aquí el elfo!
Que tiene ganas de feria de madrugada, creo que no hay nadie que lo dude a estas alturas. Cada noche viaja al Polo Norte para contarle a Papá Noel cómo se han portado los niños de la casa, pero como son muchas noches de trajín, alguna vez se escaquea e informa por teléfono. Eso, o le ha dado por llamar a otros elfos.
9. El papel higiénico, un clásico de las travesuras
¿En qué casa no lo hay? Y qué de posibilidades ofrece. Y sobre todo, deja un rastro inequívoco de que alguien ha estado haciendo el mal. Lo puede tirar por todo el cuarto de baño, alrededor del árbol, eso cuando no le da por romperlo en trocitos para dejar pistas o hacer acrobacias.

10. ¡Al agua patos!
Un baño de espuma, y si además hay patos de goma... ¿qué más se puede pedir? Los niños alucinan cuando por la mañana ven la que han liado en el baño, aunque los que tienen que recogerlo, no tanto. También le puede dar por pescar sentado en el borde de la taza del wáter hacia dentro.
11. Uno más en el portal de Belén
¡Qué bien colocados están estos aquí! Si me uno al grupo seguro que paso desapercibido. Es un lugar socorrido para esconderse sin montar mucho follón.

12. Un sinfín de atracciones en unos pocos metros
Si hay cuarto o zona de juegos, la diversión está asegurada. Para los elfos son verdaderos parques de atracciones. Te lo puedes encontrar subido a un peluche a modo de jinete, cogiendo el micro para jugar un rato al karaoke, o reuniendo a los amigos en asamblea.
13. Para que empieces bien el día...
No siempre están en busca de la mayor trastada, a veces, tiene buenas ideas: desde colocar pósits en la pantalla del ordenador deseándote una feliz Navidad o cogiendo una barra de labios y escribiéndolo en el espejo. La primera opción es más fácil de recoger y limpiar.