
Mikel es incombustible.Tras el lanzamiento de «Septiembre», su disco número 27, habla sin complejos de una vida que valora más que nunca. «Estar en la segunda división de la música española ayuda a ejercer más de padre», apunta
18 dic 2023 . Actualizado a las 09:06 h.«Soy bastante competitivo y me gusta salirme de la zona de confort, pero no daría marcha atrás. Los 30 estuvieron bien, pero aquello ya pasó. Ahora quiero disfrutar de mi presente». Así de rotundo se muestra Mikel Erentxun (Caracas, Venezuela, 1965) en esta entrevista en la que habla del éxito, de su obsesión por el paso del tiempo y de Duncan Dhu. «Antes mis días importantes eran los de concierto, y ahora es cuando paso la tarde en el cine con mi familia», confiesa.
—¿Cómo te sientes con nuevo disco?
—Sacar un disco es un momento mágico, y eso que yo he sacado ya veintisiete, pero la emoción no se pierde. Son casi cuarenta años de trayectoria, y la clave de haberme mantenido en este oficio es no haber perdido la ilusión. Desafortunadamente, este momento es mucho más corto. Antes, sacabas un disco y estabas en la cresta de la noticia durante meses; ahora, todo es mucho más rápido y efímero. Sacas un nuevo trabajo y a las cuatro semanas ya nadie se acuerda.
—En «Septiembre» das un giro e introduces el piano.
—Las canciones de este disco tienen otras melodías y acordes que ni siquiera sé tocar con la guitarra, y el piano es el hilo conductor, el gran protagonista. Lo llamé Septiembre porque es un mes de contrastes, tiene esa carga de melancolía del final del verano, un punto crepuscular. Y este disco tiene también esa atmósfera.
—¿A qué le cantas?
—Descubrí hace ya varios discos que de lo que más me gusta hablar es de mi mundo, de mis obsesiones, y la más importante es el paso del tiempo. Me evita el psicólogo, me desahogo con el papel y el lápiz, y además me viene bien, porque es difícil y me lo tomo con cierto humor, y eso me libera mucho.
—¿Te asusta el paso del tiempo?
—Bueno, me asusta, porque el tiempo no se detiene y eso ya es bastante agobiante, sobre todo el que no puedas darle al pause. Esto que llamamos vida, va para adelante. El tiempo cada vez va más rápido, te vas haciendo más mayor y, a su vez, te queda menos por recorrer que lo recorrido.
—¿Y le temes al final?
—No especialmente. No tengo miedo a la muerte, ni al dolor. Lo que sí me agobia es la sensación de no tener tiempo a hacer todo lo que quiero hacer. Las Navidades llegan enseguida, los hijos te hacen envejecer más rápido. Eso me empuja a vivir de una manera más intensa y consciente, y disfrutar plenamente del día a día.
—Hace unos años sufriste un importante susto de salud. ¿Eso te ha llevado a replantearte tus prioridades?
—Sí. Ese fue el detonante de esta crisis, porque yo hasta entonces era un eterno Peter Pan, el tiempo no pasaba para mí. Fue hace diez años, en el 2013, y ahí fue donde todo cambió. Cuando, estando en la uci, tuve el final muy cerca y dije: «Ostras». Ahí empezó esta pequeña batalla contra el paso del tiempo.
—Desde entonces, dices que te anclaste al día a día. ¿Y a la música también?
—¡Claro! Empecé a vivir de otra manera. Hasta mi incidencia cardíaca, lo más importante de mi vida era la música, y ahí descubrí que lo más importante es la familia. Antes, los días importantes eran los de concierto, y ahora es cuando vas a ver a tu hijo cantar en el colegio, o ir al cine con tu familia. La pandemia, con todo lo dura y difícil que fue, en mi caso tuvo algo muy bonito, que fue tener a la familia unida durante veinticuatro horas los siete días de la semana, que era algo que no había sucedido en los más de treinta años anteriores.
—¿Y cómo concilias tu faceta de componer y las giras con llevar a los niños al colegio y disfrutar de tu familia numerosa?
—Ahora mejor, pero al principio mal, y eso me costó un divorcio. Mis dos hijos mayores son de mi primer matrimonio (tengo cinco hijos). Entonces, era muy joven, fue la época fuerte de Duncan Dhu, y fue muy complicado. Ahora he aprendido, y lo llevo con otra madurez. Y al no estar en la primera división de la música española, eso también ayuda. Ahora estoy en segunda, y eso significa que en vez de cien conciertos, tengo cuarenta, y que esté más días en casa y pueda llevarles al colegio y ejercer más de padre. Estoy en otra etapa.
—¿Cómo es esa etapa?
—Yo creo que estoy en una cuarta etapa. Mi primera etapa fue la de Duncan Dhu, luego hubo una segunda etapa en solitario, que fue muy exitosa, después pasé por una tercera etapa, yo creo que peor, y ahora estoy en la cuarta que empezó a raíz de mi dolencia del corazón, donde comencé a hacer discos más alternativos, y estoy encantado. Artísticamente, creo que es la mejor. Y luego, se vive muy bien en la segunda división b, sin la presión de tener que vender tantos discos, ni llenar enormes espacios. Eso ya es pasado para mí.
—Se te nota la experiencia del que ha vivido mucho y rápido.
—Bien llevado, el paso del tiempo es maravilloso. No daría marcha atrás. Inventaría el botón del pause o del slow motion. Pero no me gustaría volver a tener treinta años, estuvo muy bien, pero ya lo viví.
—Has vivido el éxito con mayúsculas. ¿Y el fracaso?
—El fracaso no, porque no he bajado a tercera división. Pero quizá entre el dos mil nueve y el dos mil doce fue mi etapa más floja, porque salían menos conciertos. Incluso llegué a tocar en bares. Ese fue mi fondo, pero incluso tocando en bares, seguí disfrutando de la música.
—En el 2024 se cumplen cuarenta años de Duncan Dhu. ¿Habrá concierto para celebrarlo?
—Hoy, precisamente, viene Diego a cenar a casa. Nos vemos con cierta frecuencia y hablamos de cine, de literatura, de música... pero no nos gusta hablar de Duncan Dhu. No hay nada pensado a día de hoy.