
Su canción «No time» fue el broche musical de «La casa de papel», lo que catapultó su popularidad. Ahora repite presencia en su «spin-off», «Berlín», que se estrena el 29. Antes, su música también había estado presente en «Los hombres de Paco» y en «El barco»
27 dic 2023 . Actualizado a las 05:00 h.La casa de papel ya tiene su spin-off. Berlín se titula y se estrena en Netflix el viernes 29. Tanto en la serie original como en esta secuela está presente la música de Pol 3.14, cantante y compositor madrileño con más de una década de trayectoria, autor en sus inicios de himnos generacionales como Jóvenes eternamente o Bipolar.
—Hace algunos años dabas el pelotazo si metían tu canción en un anuncio de televisión. ¿Puede que esté pasando ahora algo parecido con las series?
—La comparación es buena, sí. Ten en cuenta que el escaparate, y más en una serie como fue La casa de papel, es a nivel mundial. Con Berlín no sé lo que puede pasar. No quiero crearme grandes expectativas porque luego vienen las decepciones, pero pinta bien.
—Hasta no hace mucho, para los grandes artistas era poco menos que un menosprecio trabajar para una banda sonora o componer una canción para una serie. Pero ahora, quien más, quien menos, busca colarse en alguna.
—Absolutamente. Pero yo creo que lo de antes era todo imagen y prejuicios. Sé de primera mano que muchos grupos que en público renegaban, estaban mandando canciones para meterse en las series. Pero bueno, en la música siempre ha existido el postureo. Yo empecé muy pronto en ese mundo y es verdad que a veces notaba esa mirada como de «este viene de ahí». Pero, mira, ya llevo 14 años de carrera y aquellas canciones hoy siguen sonando y la gente las sigue cantando. Se han quedado, quiero pensar que casi para siempre.
—¿Cómo es el proceso creativo de una canción para una serie? ¿Creas una canción «exprofeso» o rescatas alguna de las que tienes en el cajón?
—Me ha pasado de todo. A veces me han dicho que les gustaba una canción que ya tenía hecha, como fue el caso de Jóvenes eternamente. Se la enseñé y no hubo ni un pero. Otras veces me reúno con los creativos y los guionistas de la serie para ir puliendo el tema. Normalmente nos juntamos, yo llevo la guitarra y empezamos a crear allí mismo.
—¿«No me mires», la que incluyes en «Berlín», la tenías escrita antes de que te la encargaran?
—No me mires la hemos creado entre varios. No me puedo poner esa medalla. En este caso en concreto me llamaron por mi voz. Buscaban una voz popera de las de toda la vida.
—¿Compones a ciegas o tienes ocasión de ver la serie antes?
—Generalmente me dan pautas: me ponen en contexto, me hablan del tono de la serie... En el caso de La casa de papel sí que vi las imágenes previamente. En Berlín he ido un poquito más a ciegas.
—¿Te animarías a hacer una banda sonora completa para una película?
—Me gustaría mucho, la verdad. No sé si tengo el suficiente talento, pero sí que me animaría. Buscaría buenos compañeros de viaje.
—Con tanta relación con las series, ¿no te has planteado probar a hacer de actor?
—No me importaría. Yo ya he aprendido que en esta vida de poco sirve decir que no. La de cosas que te pasan aunque hayas dicho antes: «Esto seguro que no». Yo estudié tres años de Arte Dramático. No con el fin de dedicarme a ello, sino como algo terapéutico, que me hizo investigar bastante en mi personalidad. Me hizo mirar en sitios que a veces asustan, que desconoces o que no entiendes de ti mismo. Ya te digo, lo hice como una terapia y me vino muy bien. Porque yo era una persona muy tímida, con un pánico escénico brutal, y conseguí vencer mis miedos. Fue de las mejores cosas que he hecho en la vida.
—Tampoco estuvo mal lo de esquivar la práctica del periodismo, después de haber estudiado la carrera.
—[Se ríe] Eso fue por casualidad. Porque se me cruzó otra cosa por el camino. Pero aunque ejercí muy poco, respeto mucho vuestra profesión. No es nada fácil. No descarto volver si me van mal las cosas.
—En fin, tú sabrás... Lo que sí que parece que se está revitalizando en los últimos años es el pop. Y tú siempre te has proclamado un artista de pop.
—La verdad es que sí. Pero es que el pop nunca va a morir. Ha pasado épocas complicadas, pero siempre ha estado ahí. Y ahora vuelve con fuerza porque la gente no es tonta. Los Beatles hacían pop, ¿y quién no se sabe una canción de los Beatles? Hasta en el Polo Norte. El pop es la base de todo, y esas melodías siempre van a estar presentes en la música. Ahora estamos viendo cómo gente que hacía reguetón se está pasando al pop. Es normal. Es que el pop es muy agradecido. Es un gran transmisor. Yo no he encontrado otra manera mejor de expresarme melódicamente. También te digo que tengo la suerte de no saber hacer otra cosa.
—Poco a poco te estás colando en el circuito de festivales. ¿Era una asignatura pendiente?
—Yo es que llevo así toda la vida. Soy un desubicado musical. Si hablas con unos te dirán que soy indie. Si hablas con otros te dirán que soy comercial. En fin... Es cierto que llevo un par de años entrando en bastantes festivales, pero no me ha sido nada fácil colarme en ese circuito. Cuando los festivales eran solo indies, me costaba mucho entrar. Pero ahora se ha abierto bastante el abanico. Ya ves que incluso artistas como Leiva están en los carteles. Y creo que eso me ha hecho un favor muy grande porque, claro, yo ahí ya encajo perfectamente. Si metes a esta gente, ¿por qué no vas a meter a Pol?
—Pues menos mal, porque no vas a ser joven eternamente.
—Eso es una gran verdad y me fastidia mucho, pero es lo que hay.
—Por seguir con esa canción, ¿qué harías si tuvieses «todo el tiempo de este mundo»?
—¡Ostras! Creo que haría lo mismo que he hecho. Cuidaría más a los míos, a mi familia, les daría más cariño, les diría más «te quiero» y procuraría ser mejor persona. Intentaría tener herramientas para controlar mis emociones y no joder al prójimo.
—En «No te lo pienses más» dices «me he quitado la venda de la culpabilidad». ¿Eso es una licencia para la letra o hay algo de confesión?
—Sí, claro que hay confesión. La culpabilidad siempre está ahí. Llámalo culpa o responsabilidad, no lo sé. Pero yo funcionaba mucho desde la culpa, y he aprendido que hay que quitársela. La culpa es algo que nos han inculcado, que nos han metido a fuego. Y hay que liberarse de ella, porque no te deja avanzar. De eso habla esa canción.
—En el 2021 decías que «si lo piensas en frío, no te dedicas a la música». ¿Sigues teniendo esa sensación?
—Hombre, yo soy un poco kamikaze, pero es que esta profesión es complicadísima. Hay un factor de talento, por supuesto. Y de esfuerzo. Pero también interviene mucho el factor suerte. Hay artistas buenísimos y están en su casa muertos de hambre. Y sin embargo, hay gente con menos talento que ha tenido más suerte o que sabe moverse mejor, y está funcionando. En esta profesión nadie te garantiza nada. Es una vida muy inestable. Para ti y para los que tienes a tu alrededor. Vives constantemente en la incertidumbre, y eso no es fácil de asumir ni de gestionar.
—¿En algún momento has tenido la sensación de que la música estaba siendo injusta contigo?
—Sí, por supuesto. Y creo, fíjate, que yo soy parte responsable de ello. Quizá no tomé las decisiones adecuadas, no supe irme a tiempo de donde me tenía que ir, no supe irme como me tenía que ir o no supe rodearme del equipo apropiado. No lo sé, he ido aprendiendo por el camino. Quizá hoy ya no tenga ese sentimiento, pero sí que lo tuve.
—Has publicado una novela y has insinuado que en el futuro te gustaría dedicarte a la literatura. ¿Te vas a hacer un Rayden?
—No, no creo que tenga tanto talento. Me cuesta mucho escribir novelas. Me gusta porque me distrae de la música y creo que eso es necesario. Eso lo dije porque yo no sé hasta dónde, cuándo y, sobre todo, cómo voy a llegar con la música. Pero si la fuerza y el cuerpo me aguantan, seré músico hasta que la vida quiera.
FOTO: KARLOS SANZ