María Formoso, «wedding planner»: «Hoy en día casarse ya no es rentable»

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«Celebrar un enlace ahora reduce algunos costes al 50%», dice la profesional al frente de Marilé Eventos, que afirma que lo que más cuesta es fijar un presupuesto: «Si vemos que el vestido de novia no puede subir de una cantidad, ya decimos en la tienda que, por favor, no le enseñen nada que pase de ahí»

08 ene 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Después de 15 años organizando bodas, María Formoso puede decir que ha visto prácticamente de todo. «Incluso la llegada de una novia en helicóptero, aunque no es lo más práctico», apunta. Esta es la mejor época, al menos en términos económicos, para dar el sí quiero. Quizás por eso hacerlo en invierno, confirma, es una tendencia al alza en Galicia. Ya planifica enlaces que se celebrarán en el 2025.

—¿Es este el mejor momento del año para organizar una boda?

—Para ahorrar costes, sí. Los establecimientos suelen diferenciar entre temporada alta, media y baja. De todas formas, ya no hay tanta diferenciación como antes. Hace unos años si te casabas en invierno, estabas loco, y hoy en día no. Las bodas de invierno son preciosas y cada vez están más en auge.

—¿Cuánto puedes ahorrar por casarte ahora y no en agosto?

—En el menú échale un 20 % de ahorro más o menos. De dos años hacia aquí el propio precio del producto en sí ha subido mucho, y no hacen tantas ofertas como antes. En el canon, que es lo que se paga por el alquiler del local para tener exclusividad en el establecimiento, sí que hay mucha diferencia entre verano e invierno, muchísima. Si tienes un canon de 3.000 euros en verano, la diferencia puede superar el 50 % menos.

—¿Cómo sorteáis la lluvia?

—Se puede organizar todo menos el tiempo. Ahí hay que buscar un plan b lo más bonito posible para que los novios estén tan felices y despreocupados como si fuese al aire libre. En Galicia no puedes plantearte una boda al aire libre, si quieres dormir tranquilo hasta el último día.

—Habrá quien tenga plan b, c, d...

—Efectivamente, nos pasamos el abecedario entero, ja, ja. El clima no nos permite otra cosa.

—¿Qué es lo que más ha cambiado en estos 15 años de profesión?

—Yo creo que la gran diferencia es el número de invitados. Hoy en día las bodas son mucho más íntimas que hace unos años, y lo que quiere todo el mundo es una boda diferente. Gracias a aplicaciones como Pinterest e Instagram, los novios tienen acceso a muchas ideas y tradiciones de otros países que queremos incorporar. Por ejemplo, Estados Unidos marca mucha tendencia en la celebración de bodas civiles y en decoración. Digamos que las novias, sobre todo, se involucran mucho en los regalos personalizados para cada invitado. Hace unos años se contrataba fotógrafo, floristería y poco más. Ahora se preocupan mucho y es una maravilla.

—¿Y los novios también se involucran o la organización sigue siendo cosa de las novias?

—Se involucran más, por suerte, pero en concreto hay ciertos temas que sí que es cierto que los llevan más los novios que las novias: viaje, transporte y música son temas que les gusta gestionar a ellos. Es muy raro que se dedique un novio a llevar la voz cantante en la decoración, por ejemplo.

—¿Alguna boda se arruinó por un mal «seating»?

—Por suerte no, pero sí pasó de decir: «Madre mía, no me acordaba de que estos dos no se hablaban», y el propio día de la boda hacer algún tipo de cambio rápido antes de sentarse todos.

—¿Cuánto importa la invitación?

—Pues cada vez más. Antes era una cosa que tú cogías el típico tarjetón, los invitados lo apuntaban y ahí quedaba en el cajón. Pero hoy se le da mucha importancia a la papelería y va todo en la misma línea. Es muy importante, porque es lo que marca el inicio de la boda y lo que permite que los invitados se hagan una idea de lo que va a ser la boda. Ya ves si va a ser más tradicional, más informal, en qué tonos puede ir la decoración de las flores...

—Por mucho que haya invitaciones virtuales, ¿hay que darla física?

—En cada vez más bodas se hace un save the date, que es la página web donde aparece toda la información relativa a la boda, sobre todo si viene gente de fuera, del extranjero. También te da la opción de confirmar asistencia e indicar si tienes alguna restricción alimenticia y demás. ¿Qué pasa? Que todo eso está muy bien y es muy práctico para la gente más joven; pero en la gran mayoría de las bodas tenemos la suerte de poder disfrutar también de nuestros mayores, o no tan mayores, pero que no se manejan tan bien con las nuevas tecnologías. Si va gente un poco de todas las edades, recomendamos darla físicamente.

—En la calle se ven más perros que niños, ¿en las bodas también? ¿Preocupa más lo relativo al papel de las mascotas que al de los niños en la celebración?

—Ja, ja, es cierto. Hay muchas parejas que se van a casar y que aún no tienen niños, pero sí tienen mascotas. En la gran mayoría de los casos en que los novios tienen, sobre todo, perros, los quieren llevar a la boda. En algunas bodas incluso los novios han cambiado el establecimiento porque no les dejaban llevar a la perrita. Muchos quieren que esté durante todo el evento, es una forma también de tener a sus «bebés», como ellos los llaman, durante la celebración.

—¿Lo primero es fijar el presupuesto?

—Si te digo la verdad, la mayoría de los novios no empiezan el planteamiento con un presupuesto. Desconocen realmente lo que cuestan las cosas en lo relativo al mundo nupcial, entonces, cuando contactan con nosotros y le preguntamos el presupuesto que tienen, la mayoría de las veces nos dicen: «No lo sé». Y no significa que no tengan un límite, sino que simplemente no saben cuánto cuesta una boda ni cuánto se querrán gastar en ello.

—Y suele ser más de lo que ellos pensaban, ¿no?

—Siempre. Todo lo que lleva la palabra boda, por desgracia, es más caro. Entonces, ellos calculan y dicen: «Si peinarme un día cualquiera cuesta tanto, me costará más o menos». Y no. El trabajo minucioso y el mimo que lleva no tiene nada que ver. El día de la boda no puedes tener un pelo fuera de sitio, y un día cualquiera sí.

—¿Y qué pasa si el vestido de novia se sale del presupuesto?

—Lo que solemos hacer cuando organizamos una boda es ayudar a los novios en la primera cita a fijar un presupuesto. Ahí ya incluimos una partida para el vestido de novia, pero si, por ejemplo, vemos que no puede subir de 3.000 euros, hablamos con la comercial que nos va a atender en la tienda de novias y le decimos que, por favor, no le enseñe nada que se vaya a pasarse de ese presupuesto, porque de nada nos sirve que la novia se enamore de un vestido que es el doble de la cantidad que ella quería. Pero si por algún motivo se encapricha o quiere que sea ese el vestido, nuestra función también es luego redistribuir el presupuesto para intentar bajar de otro sitio.

—¿Y de qué se suele prescindir antes?

—Buena pregunta... En foto y vídeo no se suele escatimar, porque al final es el recuerdo que te va a quedar. En vez de bajar en otros presupuestos, suelen limitar proveedores. No gastan menos en flores, por ejemplo, sino que dejan de contratar otro servicio del tipo un caricaturista, un fotomatón... Algo que los novios no consideren imprescindible.

—¿Cómo se calcula el coste final?

—El cálculo que hacen muchas parejas es el menú de boda de 120 o 150 euros por el número de invitados, y no. Eso es la cantidad más grande de lo que te vas a gastar en el presupuesto, pero hay muchísimos más proveedores. ¿De presupuesto medio? Pues a esos 150 euros del menú súmale más o menos entre 50 y 80 euros por invitado a mayores, y multiplícalo por el número de personas que te van a venir. Ese sería el presupuesto final de una boda media, pero luego depende de cuántos invitados lleves, dónde la hagas...

—¿De qué cifras estamos hablando?

—Hay que matizar que hay bodas de 20 personas y bodas de 300, pero hemos organizado bodas muy íntimas de unos 10.000 euros hasta otras de 100.000.

—¿Una boda sale siempre rentable?

—No. Hoy en día las bodas ya no salen rentables, hoy te casas porque quieres, nunca jamás por negocio. Hace años sí salían más rentables. El nivel de vida era superior, no había tantos gastos como ahora y no se incorporaban tantos proveedores. Además, había la tradición de que los padres pagaban la boda, que solía ser de unas 300 personas, con un menú de 50 o 60 euros. Evidentemente, ahí salía rentable por todos los lados, y de hecho, mucha gente se compraba el coche o daba la entrada del piso. Hoy en día, olvídate, eso ya no existe. Es todo lo contrario. Por pareja la costumbre es dar entre 300 y 400 euros, y eso en una boda de hoy en día cuando el menú es de 150 para arriba y te falta todo lo demás, no sale rentable por ninguna parte.

—¿Hay que tener la seguridad de que se va a poder pagar, independientemente de cuánto creen los novios que van a recibir de los invitados?

—Es un poco arriesgado presupuestar en base a eso, porque no sabes cuánto te van a dar. Tú puedes interpretarlo, o hacer una media de lo que más o menos crees que ascenderán los regalos, pero es que muchas veces es menos. Piensas que por casarte en un sitio determinado los invitados van a hacer un regalo a la altura, y no. Lo de pedir un crédito para pagarlo lo hemos visto en algunos casos también. De vez en cuando, les vamos recordando el presupuesto inicial que teníamos y a cuánto está ascendiendo, pero lógicamente tampoco somos nadie para decirles: «No te gastes tanto, que no lo tienes».

—¿Qué fue lo más espectacular que te ha tocado organizar?

—Realmente en las bodas está prácticamente todo visto, aunque suene muy mal. Lo que más sorprende son las ideas que tienen los novios para hacer regalos personalizados, por ejemplo, o que tienen que ver con cosas personales. Más que contratar algo, lo que marca la diferencia es el empeño que hayan tenido los novios en preparar su boda con mimo y con esmero.

—¿Y llegadas espectaculares? ¿Alguien en helicóptero?

—Sí, lo tuvimos una vez. No es práctico, sobre todo por el vestido. La novia al bajar del helicóptero tiene que remangarse el vestido hacia arriba con mucha ayuda para poder subir y bajar, y luego el ruido y el viento que genera el helicóptero alrededor hace que tengas que tener a los invitados superlejos. Además, solo hay determinados sitios y fincas que lo pueden hacer, y con mil permisos.