CÓMO CAMBIÓ LA PELÍCULA. «¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?» es el título de un filme del 93. Hoy los códigos en las relaciones son diferentes. Crecen las aplicaciones de pareja, ¿pero se resiste el amor en los tiempos de Tinder más que en los del cólera? Los expertos responden
12 mar 2024 . Actualizado a las 11:30 h.Ahora que la libertad sexual es un continente descubierto, jugosamente explorado por el amante recurrente y el curioso ocasional, explotado por aplicaciones de citas, hay quien echa de menos el calor del amor en un bar, un vínculo, un despacito que vaya más allá de la canción o del episodio de la serie del momento. Hoy hay posibilidades de éxito afectivo (dicen) hasta en LinkedIn y Wallapop, y cada vez más gente elige los servicios prémium de este tipo de aplicaciones para «encontrar las conexiones más excepcionales». Parece tan sencillo que cuesta creerlo.
Atrás queda el Fuego carnal a dúo cañero y parrandero de Verónica Forqué y Jorge Sanz en ¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo? ¿Queremos una cosa y vamos pidiendo otra, mentimos deliberadamente? «El gran cambio que veo respecto a esta película es que ahora hay más opciones que entonces. Antes era A o B: o estabas en pareja o no, o todo completo (sexo y compromiso) o nada de nada. Ahora, hay un montón de tonalidades, variaciones de todo tipo». Relación con compromiso que puede ser abierta, living apart (somos pareja pero no vivimos juntos), poliamorosa... «Esa variación de opciones es positiva. Permite que cada persona pueda encontrar su lugar, que puedas buscar el tipo de relación que quieres ahora. Esto te lleva a una mayor coherencia, si eres honesto», apunta la sexóloga Aránzazu García, de la Clínica Vida.
Ha aumentado la inestabilidad afectiva a la par que el número de parejas sexuales. Y uno se pregunta si es cuestión de edad, si existe una brecha hacia una sexualidad más libre o fluida que empieza con los millennials o si se están desdibujando los contornos del amor.
Según datos del CIS del 2023, el 41% de la población ve con buenos ojos mantener encuentros sexuales con otras personas y la sociedad se manifiesta cada vez más partidaria de encajar las relaciones abiertas. «Cada generación se cría en un contexto cultural diferente y eso influye mucho [en el modo de ver las relaciones]. Ahora, hay más visibilización de la diversidad sexual y relacional y más apertura, pero seguimos transmitiendo a las nuevas generaciones modelos que no facilitan la conexión y el disfrute», asegura la sexóloga Martina González Veiga, directora del centro Con Mucho Gusto!
Más allá de ser boomer, X, Y, millennial o Z, lo afectivo no tiene el impacto ni la propaganda ni los estudios de lo sexual. Pero lo emocional está hoy en boca de todos. ¿Es un interés real o un barniz de las carencias? «Hoy se habla mucho de emocionalidad, de afectividad, de una sexualidad que vaya más allá del sexo, pero, al mismo tiempo, si somos emocionales, sensibles en lo erótico, si tenemos o queremos establecer un vínculo más allá del sexo con alguien, parece que seamos débiles, vulnerables», expone la sexóloga Núria Jorba, que añade que esa vulnerabilidad se ve, en general, como una fragilidad de la persona. «Ahora parece que hay que aceptar a toda costa la soledad, que hay que ser fuerte e independiente y no necesitar de nadie», amplía la autora de Parejas imperfectas y felices, que advierte que toda pareja está destinada a separarse, y que la unión exitosa en durabilidad es aquella que más se trabaja. Y con eso de trabajar, alude la especialista al cuidado y al detalle, no al sufrimiento o al sacrificio.
La novedad estimula. Hasta la belleza cansa... El amor acaba, como dijo hace unas cuantas décadas José José. Y los estudios que se llevan a cabo sobre relaciones suelen centrarse más en la frecuencia por edades que en la calidad de las relaciones. ¿Cuanto más, mejor? ¿Tener un mayor abanico donde elegir implica más posibilidades de éxito en la relación? ¿Podemos desvincular el sexo del amor sin que pase factura?
Ojo. «La trampa es hacernos creer que si no hay un vínculo afectivo, si no tenemos compromiso de pareja, no somos nada y esto nos deshumaniza, porque siempre tenemos emociones y sentimientos», subraya González Veiga, que ha sido de las primeras profesionales de España en introducir la perspectiva del trauma relacional y el EMDR a lo sexual.
Desde la sexología de vanguardia no se marca ya división entre afectividad y sexualidad; es decir, no se concibe la sexualidad sin emociones. De acuerdo con esta visión, todo lo sexual es afectivo, lo que no quiere decir que requiera un compromiso en tiempo. Lo sexual es afectivo, se limite a una noche o implique construir un vínculo duradero.
«Debemos empezar ya a relacionar vulnerabilidad y fortaleza. Hay que ver los vínculos afectivos como lo que son, sanos y necesarios para todo ser humano. Todos los necesitamos, aunque nos lo neguemos. En toda relación sexual, intercambiamos inevitablemente una emocionalidad», suma Núria Jorba, que añade que lo que nos falta la mayoría de las veces es algo que viene a complementar la pregunta del título: claridad. «A veces nos cuesta ser claros, porque no queremos parecer necesitados. Para no exponernos, evitamos ser cercanos y tendemos a mantenernos fríos, distantes. Asociamos el mostrar sentimientos, emociones, con algo propio de débiles o de los que buscan lo que se llama ‘una relación seria’ o con compromiso. Y no va tan allá, se trata solamente de vincularse de una forma positiva, de compartir esa intimidad», dice la experta en terapia de parejas.
¿Hay un sesgo de género, somos hombres y mujeres diferentes a la hora de entender las relaciones? «Sí, hay un sesgo de género y no depende de la generación —considera Jorba—. Es algo que tiene que ver con lo neurológico. El cerebro de la mujer tiene más interrelacionadas emoción y razón que el del hombre, por eso nos resulta más difícil separar una cosa de otra. Siempre tenemos más esa necesidad de vínculo».
AFECTO NO ES COMPROMISO
¿Es un tópico que los hombres utilizan los códigos del amor para tener sexo? «Ocurre. Lo voy a simplificar: muchos hombres llegan al amor a través del sexo y separan, en general, sexo y amor más que las mujeres», señala Aránzazu García, que ve que «en lo afectivo las mujeres suelen avanzar antes que los varones»; hay muchas mujeres que necesitan un vínculo afectivo para entrar en lo sexual. Hay diferencias».
El slow-sex es una de las tendencias de los últimos años, a la contra de otra más fuerte, la que busca el placer por el placer. ¿Se imponen hoy las relaciones de consumo rápido? «Necesitamos conectar, pero el cerebro es cortoplacista, y vivimos en una sociedad de alivio rápido consumiendo lo que tengamos más a mano, aunque a la larga esto dé problemas», advierte González Veiga, que recalca que «la cultura individualista, productiva y virtual en la que nos estamos cocinando» dificulta entablar vínculos de calidad.
¿Nos da Tinder (o Bumble, Meetic, Grindr...) alas para ligar y para amar o complica la comunicación? «Diría que Tinder ayuda a contactar con gente con mayor facilidad. Lo de comunicarnos no sé si Tinder lo empeora, pero no lo mejora», concluye Martina González Veiga. «El Tinder facilita las cosas, pero es un poco como la comida rápida. Quizá un día es divertido ir al Burguer, pero otras veces deja mal cuerpo», dice la sexóloga de la clínica Vida.
¿Sabemos lo que buscamos? «Una cosa es lo que decimos que queremos y otra cosa es, visceralmente, por dónde nos movemos —admite Aránzazu García—. Cuando hay deseos contrapuestos fíate más de lo que la persona hace que de lo que dice».
¿Lo llamamos sexo cuando queremos amor? «Se dan las dos cosas. El amor y el sexo no son exactamente lo mismo, pero son como la miga y la corteza del pan. Lo importante es que cada persona sea honesta consigo misma, tener la claridad mental de saber qué deseo de verdad. Hay que tener cuidado con la deseabilidad social, con el ‘cómo hay que ser’. Hace años, ese ‘cómo hay que ser’ tenía un halo de moralidad, y ahora parece que está de moda la persona transgresora, que prueba de todo. Lo importante es que no te engañes tú».
El amor necesita tiempo, dedicación y cuidados. ¿Y el sexo? También... Queramos un tráiler o la película.
Cuatro datos para tener en cuenta
1. Los mayores de 50, los más satisfechos con su vida sexual
son las personas que manifiestan una mayor satisfacción con su vida sexual, según refleja una encuesta internacional en 31 países elaborada por Ipsos.
2. Sesgo de género
Existe un sesgo de género en la percepción de las relaciones. Generalizando, «muchas mujeres necesitan un vínculo afectivo para mantener una relación sexual». Los hombres desvinculan más el amor y el sexo que las mujeres.
3. «Lo sexual es afectivo»
Hay quien desvincula sexo y afecto, pero vincularlos es la línea de la sexología de vanguardia, que no marca la división y entiende que todo encuentro sexual conlleva una emocionalidad, aunque la relación sea puntual, no necesariamente estable ni duradera.
4. Apertura de mente a las parejas abiertas
España empieza a ver con buenos ojos las relaciones abiertas. Según una encuesta del CIS del 2023, el 41 % de los españoles están a favor de este tipo de relaciones.