Alba Navarro, la canaria a la que se rifan las orquestas gallegas: «Lo más duro de mi carrera fue cantar en una verbena el día que murió mi abuelo»
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Es una de las reinas de la verbena gallega y una de las cantantes más cotizadas. Ha pasado por formaciones como Los Satélites y Olympus, y este año debuta en la París de Noia
17 mar 2024 . Actualizado a las 05:00 h.«Ya te aviso que voy a ser ‘muy yo'». Con esa declaración de intenciones empieza Alba Navarro (Las Palmas de Gran Canaria, 1989), la entrevista. «Así es más divertido», continúa. Y ella de diversión sabe bastante. No en vano, es una de las cantantes más cotizadas de la verbena gallega, y las orquestas se la rifan. Armonía Show, Sintonía de Vigo, Capitol, Jerusalén, Los Satélites y Olympus. Esas son las formaciones que han conseguido que se suba a su escenario. Y ahora, estrena temporada en la icónica París de Noia.
¿Cómo terminó esta canaria siendo una de las reinas de la verbena gallega? Por elección y desde que cumplió la mayoría de edad: «Con 18 años piso Galicia, y decido venirme. Pienso que aquí al músico y al cantante se le valora mucho y se puede ejercer de ello como un profesional», explica. Pero su pasión por la música viene de antes. Desde pequeña tuvo claro que ese era su mundo y aprendió a tocar la flauta travesera y el clarinete, aunque pronto se dio cuenta de que ella había nacido para comerse el escenario: «Mi madre cuenta como anécdota que cuando tenía 8 años siempre que iba a ver a una orquesta decía: ‘Yo voy a terminar en el palco'. Y lo conseguí», recuerda.
Empezó en la verbena con 15 años en su Canarias natal, y desde ese momento su carrera ha ido como un cohete. La París de Noia es su séptima formación y la razón de estos cambios la explica ella misma: «Cada orquesta se diferencia por el tipo de música que hace y el público al que se dirige. Esa es una de las principales causas por las que pasé por tantas: quería darme a conocer en diferentes estilos y que se viese mi versatilidad», relata.
Siendo «muy ella», tampoco se esfuerza en negar que al ir dándose a conocer, «van surgiendo mejores ofertas económicas». «¡Si me estoy sacrificando a más de 2.000 kilómetros de mi casa, me tiene que compensar!», bromea.
Precisamente por esa experiencia, la suya es una de las voces más adecuadas para contestar a la gran pregunta: ¿Hay pique entre las orquestas? «En realidad todos hacemos lo mismo. Entonces, creo que la del gusto por la música es la más sana de las competencias», sentencia. «Pero quiero dejar claro que yo admiro a todas las orquestas, de la más pequeña a la más grande, porque es un trabajo que implica mucho sacrificio», añade.
La experiencia también la ha llevado a ser una auténtica experta en las renuncias que implica una profesión tan cargada de momentos bonitos como de tragos amargos. Y a Alba, todavía le tiembla la voz al hablar del que para ella ha sido el más amargo de todos: «He estado encima del escenario cantando cuando falleció mi abuelo. Fue durísimo». ¿Cómo puede una persona llegar a ese nivel de profesionalidad? «En el escenario eres un personaje. Tienes que tener la mejor cara e intentar transmitir lo mejor de ti, incluso cuando estás pasando circunstancias personales horribles». «Sacrificamos muchas cosas, pero los sueños son así», añade.
Versatilidad ante todo
La de no encasillarse siempre ha sido su particular obsesión. Con I Will Always Love You como grito de guerra, cuenta que creció escuchando «clásicos de la música de antes», pero explica que para estar en la orquesta ha tenido que actualizarse. «Las canciones más actuales, como las de Karol G o Quevedo, son todo un reto para mí, porque yo vengo acostumbrada a las grandes baladas y adaptarse a este género también tiene su complicación», relata.
Como parte de ese objetivo de demostrar que no hay terreno que se le resista, participó —y ganó— en el concurso televisivo A liga dos cantantes extraordinarios en el 2021. De esta experiencia, destaca la parte más personal que mostró al público: «Me ayudó mucho a que la gente me conozca y vea cómo soy de verdad: cómo reacciono, cómo me río... Creo que me vieron más cercana».
Entre sus referentes están «las cantantes de toda la vida», y cita a grandes de la música como Céline Dion, Whitney Houston o Beyoncé. Fue precisamente interpretando un tema de esta última cuando vivió una de las anécdotas más emotivas de su carrera: «Fue en Olympus, con mi compañero Néstor Peña. Siempre cantábamos Halo, y todos los días acabábamos llorando los dos. La gente cree que es ficticio, pero es tan de verdad, nos emocionamos tanto…», relata. Aunque anécdotas tiene para dar y regalar: «¡Hasta un fan llegó a pedirme matrimonio!», recuerda entre risas.
Pero a pesar de haber vivido sobre el escenario infinidad de momentos de lo más variado, reconoce que todavía se sigue poniendo nerviosa antes de salir: «Hace poco estábamos en la fiesta del carnaval de O Burgo y, cuando me tocaba salir para la presentación, me temblaban las piernas», asegura. Pero de eso justamente trata el que, cuenta, es uno de los mejores consejos que le han dado: «Mi primer jefe, en Armonía Show, me enseñó que cuando deje de sentir esos nervios el escenario ya no será mi lugar», defiende.
Con los nervios a flor de piel parece que la orquesta sigue siendo su sitio. ¿Pero tiene fecha de caducidad? A largo plazo no descarta lanzarse en solitario, pero de momento, su sitio está en la verbena: «Por ahora mis metas están en la orquesta, estoy ahí por elección. Me lo he currado todos estos años para estar en la mejor», explica Alba. También tiene otro plan b: su centro de estética. Está en Bertamiráns y nació cuando la pandemia la obligó a reinventarse: «Yo ya me había formado en eso y lo monté con la idea de que, si volvía a la música, me traería a mi madre y ella se encargaría». Así lo hizo ,y ahora es su madre la que está al frente del establecimiento.
Lo que parece un hecho es que esta gran voz canaria se quedará en Galicia: «Yo ya he hecho una vida aquí. Mi novio es gallego y su familia es mi familia. Marcharme sería volver a dejar todo atrás», relata. «Además, me gustaría formar mi propia familia aquí», continúa, antes de explicar las luces y sombras que esto conlleva: «Me encantaría ser madre, pero al mismo tiempo me da pánico», reconoce. «Para nosotras, quedarnos embarazadas es una movida. Sobre todo cuando estás en una orquesta como la París, que exige muchísimo. Ahora no me lo planteo porque quiero disfrutar al máximo este momento, pero no lo descarto en un futuro», concluye.