Jorge Sanz estrena banda en el cine y visita Galicia: «Tengo ataduras y responsabilidades, ya no soy un tarambana, he sobrevivido a Jorge Sanz»
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«A mí me hicieron fumar en mi primera peli con 9 años. Yo trabajaba 14 horas al día, de día, de noche... Pero no tengo rencor. Gracias a eso soy lo que soy», dice el actor, que actúa en Vigo este 20 de marzo. A sus 54, el madrileño que fue niño bonito del cine español celebra 45 años de oficio, y tener tres hijos, dos nietas «y cuatro amigos»
21 mar 2024 . Actualizado a las 18:18 h.Padre enamorado, motero camuflado y jardinero apasionado es el Jorge Sanz (Madrid, 1969) que comparte escenas de lo que ha sido y lo que es en Instagram. «También hago películas y teatro desde hace 45 años», añade a esas facetas que le definen. Hoy vive en una casa de campo en Torrelodones, donde tiene gallinas y ocas y un huerto con pepinos y tomates. Y es el Jorge Sanz que ha sobrevivido a un maratón de cine y vida durante décadas de largos días y largas noches. Pero su oficio no le ha hecho sacrificar «nada», afirma. «Pasar por esta vida habiendo sido Jorge Sanz en la época que a mí me tocó es una bendición», asegura. «Yo he exprimido la vida al máximo. He vivido varias vidas, joder, ¡y he sobrevivido!», celebra quien actúa este 20 de marzo en Vigo (Hechos y faltas, AFundación, 20.30 horas) vuelve a la gran pantalla junto a José Mota con Por tus muertos, dirigida por Sayago Ayuso.
—¿Qué hace un chico como tú en la carretera con ese grupo de rock de los 80?
—Disfrutar. Es una de esas películas en que todo son satisfacciones. Todos los personajes han tenido éxito en la Movida, han sido famosos, cada uno ha hecho su vida y 30 años después se vuelven a juntar. Ves el arco de cómo ha tratado la vida a cada uno. El reparto es inmejorable y el personaje también.
—¿Quién es Valen y qué tiene que ver contigo ese batería «destroyer»?
—Sabes que los baterías, dentro del mundo de la música, han sido los más descerebrados. Tras cualquier locura de una banda siempre estaba un batería. Tienen que llevar cuatro ritmos distintos a la vez, ¡el cerebro se te separa en cuatro partes! Creo que todos los que hemos vivido intensamente conocemos a este tipo de personajes, gente que ha decidido vivir la vida a su manera, que no tienen ataduras, ni responsabilidades, ni que dar explicaciones. Y si eso es autodestructivo... pues no arrastras a nadie. Son personajes especiales.
—¿Tiene una cara b interesante lo de arriesgarse a vivir intensamente?
—Claro. Hay gente que no vive la vida según las reglas que siguen el resto de los mortales. Tienen algo envidiable.
—Tú eres una de esas personas, ¿no?
—Ahora no. Yo tengo ataduras. Tengo tres hijos, una familia. Tuve una época en que pude haber sido, pero tiré por otro lado. Ahora tengo responsabilidades. Yo no puedo ser un tarambana... Que lo he sido, pero ahora ya no. Yo he sobrevivido a Jorge Sanz.
—Para mí, «Amantes» fue un «Emmanuelle». ¿Cómo ves «Amantes» 30 años después, qué opinas de aquel Sanz?
—Creo que Vicente Aranda no podría existir ahora... Creo que ese tipo de cine que hacía Aranda hay que analizarlo dentro de la época y del momento en que se hacía. Acabábamos de salir del destape, y después de todo lo que vino con la Movida. Todos sabemos por qué llegó esa época. Todo lo que no se había podido enseñar en 40 años había que mostrarlo, y a lo bestia. A eso le sucedió esta época de cine intenso, maravilloso, porque, si había una relación sentimental, se contaba la relación sexual intrínseca. Eso se contaba en las películas, se veía. Pero ese abuso de libertad no se ha vuelto a dar, y a los que lo hemos vivido nos ha marcado, macho. Físicamente. Emocionalmente. Políticamente.
—«Amantes» sigue vigente en cuanto a esa problemática de la relación entre lo erótico y lo sentimental. Somos más mojigatos de lo que nos contamos...
—Mira, el otro día me llama mi pareja. Estaba viendo el documental de Isabel Preysler... ¿Lo has visto? En Amantes, Vicente [Aranda] nos dijo si se nos ocurría algo, así como un juego sexual que pudiera volver loco a un tío. ¿Sabes la leyenda urbana que había de Isabel Preysler sobre lo que hacía con un collar de perlas?... Pues yo tenía una novia que era un loca carioca que hacía cosas con un pañuelo...
—¿Entonces hay una relación entre esa leyenda sobre Isabel Preysler y el pañuelo de «Amantes»?
—Ella en el documental está con un grupo y deciden ir a ver Amantes. Y yo al verlo digo: «Qué tía, qué fino hila».
—Esa escena del pañuelo es una cumbre erótica del cine español.
—En el estreno de Amantes en Nueva York y Los Ángeles, repartían pañuelos a la entrada del cine, jajaja.
—Acabas de estar en Vigo con «Hechos y faltas». Esa parte tuya del teatro ha quedado a la sombra («Arsénico, por compasión», «Crimen perfecto») de la carrera en el cine.
—Es absurdo dedicarte esto y no hacer teatro. Siempre me han dado envidia los directores de teatro, porque, cada vez que iba al teatro, pensaba: «¡Qué bien lo están pasando estos!». Me costó mucho empezar a hacerlo, hasta que vino, hace 30 años, Gonzalo Suárez, que era uno de mis mitos, y me ofreció Arsénico por compasión y hacer el Mortimer... Y ya no hubo excusa. Llevo 25 o 30 años haciendo teatro. Y estar de gira es una vida maravillosa. No hay nada que me guste más que hacer una buena peli de exteriores o que irme de gira.
—¿Satisfecho con la vida a estas alturas del partido, tras tanto juego?
—Yo he exprimido la vida al máximo, he vivido varias vidas, joder, ¡y he sobrevivido!
—«La vida es una putada tras otra», dijiste una vez. ¿No hay tregua?
—Eso me lo dijo el padre de Quique San Francisco: «La vida es una putada tras otra, y entre una y otra, hay que intentar ser feliz y hacer feliz a la gente que te rodea, sin putear a nadie». Pero esas putadas de la vida son las que te hacen crecer. Las cosas buenas te hacen disfrutar la vida; las malas te hacen apreciarla. Algo así decía Bob Marley.
—Con Resines haces una pareja nada extraña. Lo constatamos en «Serrines». ¿Es un ángel de la guarda para ti?
—Estudiamos en el mismo colegio. Y todo lo tenemos formateado de una manera parecida. En el año 83, que se dice pronto, yo hacía de él de pequeño. Y luego he hecho de hijo suyo, de colega, de músico de la misma banda varias veces. Y yo empecé a trabajar en el cine un año antes que él...
—¿Demasiado pronto quizá?
—No. Yo no tengo rencor. A mí me hicieron fumar en mi primera peli con 9 años. Yo trabajaba 14 horas al día, de día, de noche... Gracias a eso soy lo que soy y estoy donde estoy.
—A los 54 hasta eres abuelo.
—Y ahora por segunda vez. He tenido mi segunda nieta. Yo he tenido un hijo cada doce años. Mi hija Marta tiene 33 años, 21 tiene Merlín y 9 tiene Lope. Así que dentro de cuatro añitos quítate de en medio, porque te tiro un cepillo de dientes y te quedas embarazada, jajaja.
—«Texto dormido, texto aprendido», ¿es la clave de tu método para actuar?
—Sí. Teníamos un decálogo del actor y ese era uno de los puntos. Y todo en este oficio se resume en lo que decía Fernán Gómez: «Un actor lo único que tiene que hacer es saberse el texto, llegar a su hora y no tropezarse con los muebles».
—«Hacer de galán te acorta la vida», una de tus citas. ¿Así lo ves aún?
—Llevo haciendo entrevistas desde los 9 años y he dicho muchas tonterías. Todos los proyectos que se cocieron en España en dos décadas pasaron por mis manos. Mis días eran muy largos, las noches eran muy largas. Yo estaba en todas las salsas, en todos los fregaos, y feliz. Muy agradecido por poder estar ahí. ¡Que me encasillen como el guaperas es lo mejor que me ha podido pasar!
—¿El mejor director con el que has trabajado?
—David Trueba. Hay cosas que he hecho con Trueba que no haría con nadie, que nacen de una confianza extrema.
—¿Qué tiene David que no tienen los demás?
—Hay dos tipos de personas que son inteligentes. Unos que necesitan a alguien al lado para demostrar lo inteligentes que son y gente que demuestra lo inteligente que es potenciando al que tiene al lado, por tonto que sea. Todo el mundo tiene algo valioso y hay gente que lo ve y lo potencia. Y otra gente que lo que necesita es un tonto al lado para que se vea lo inteligente que es... Fernán Gómez, si quería hacer un documental, lo hacía con David Trueba.
—Dices que puedes vivir «con muy poco». ¿Qué es imprescindible para ti?
—Mi familia. Mis cuatro amigos y mis hijos. Tengo mi casa pagada, me hice la casa que quería y no le debo nada a nadie. Estoy en paz con Hacienda, conmigo mismo y con el mundo. Me parece que eso es triunfar en la vida.