El letrado que defendió a la madre de Asunta, el juez instructor y el periodista que llevó el caso en La Voz hablan sobre qué hay de realidad y de ficción en la serie de Netflix. Su opinión sobre las hipótesis que se plantean en el filme, cómo fue la instrucción y si hubo una defensa conjunta con Basterra. «Parece que el único que sigue acordándose de Asunta y rezando por ella soy yo», dice Taín.
11 jul 2024 . Actualizado a las 12:48 h.La serie El caso Asunta, de Netflix, ha vuelto a traer de nuevo a la actualidad un caso que conmocionó a toda España. Que asesinen a una niña, de apenas 12 años, es algo que resulta muy difícil asimilar. Pero que sean sus padres quienes la maten, «en ejecución de un plan preconcebido», no tiene parangón en la historia delictiva de este país —la sentencia fue ratificada por el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia (TSXG) y por el Supremo—.
Sobre la serie, cabe decir que la interpretación de Candela Peña, Tristán Ulloa, Javier Gutiérrez, Carlos Blanco o Francesc Orella, entre muchos otros, es soberbia, pero queremos saber qué opinan sobre esta serie el abogado defensor de Rosario Porto, José Luis Gutiérrez Aranguren y el juez instructor del caso, José Antonio Vázquez Taín. También, uno de los periodistas que ha seguido el caso más de cerca, Xurxo Melchor, de La Voz. ¿Qué aspectos se corresponden con la realidad y cuáles son ficción? Ellos responden.
Sin duda, el magistrado es el que se encuentra más decepcionado con la cinta, por la manera en la que se presenta la instrucción. «El documental ya en su día nos defraudó profundamente a todos los que participamos en la instrucción y en la investigación. Y en esta serie ficcionada, después de ver el primer capítulo y de lo que me han comentado, no sé si la terminaré de ver. Pero, desde luego, me ha puesto muy triste». Taín critica que se intente plasmar «una justicia ridícula». «¿Desde cuándo a un juez le traen el desayuno al despacho como si fuéramos señores feudales?, ¿o podemos decir lo que nos dé la gana sin fundamento como si no hubiera una revisión por parte de otro tribunal superior?», se pregunta. Echa de menos que no se haya reflexionado sobre el hecho de que se le haya truncado la vida a una niña de 12 años: «No se habla de que le han robado el futuro a una persona que le quedaba todo por delante, la adolescencia, la locura de la primera madurez, desarrollar sus capacidades profesionales... A Asunta nadie la defiende como víctima, se habla de los asesinos como si fueran seudohéroes o seudovíctimas [...] En cualquier país esto sería impensable. Incluso en Estados Unidos, que tiene el sistema judicial más defectuoso del mundo, la propia sociedad no aceptaría que una serie se burlara de su propio sistema judicial». E insiste en los indicios directos clarísimos que había contra los acusados: «El análisis del pelo de la niña y el Lorazepam que tenía en el estómago. Es incontestable. Es una prueba de que la niña estaba siendo drogada... Las cuerdas que estaban en la casa de Teo y en la pista y, además, están las marcas... El pañuelo con ADN de la madre y mocos de la niña en la papelera... son indicios tan claros... Y lo han dicho por unanimidad todas las resoluciones judiciales que, explicaron los indicios que recaían sobre cada uno de ellos y que demostraban la culpabilidad».
En cuanto a cómo dejan a su personaje en el filme Taín, le resta importancia: «Que me pongan de maleducado hasta es anecdótico». Aún así reconoce que ha recibido el apoyo de sus compañeros: «El mensaje más repetido, incluso por abogados, es "qué injusto que el juez más cercano, más educado, más respetuoso con los abogados, lo dibujen como si fuera un dictador o un malencarado". También me lo han dicho hasta los fiscales que trabajan conmigo. Pero el tema personal ya casi me da igual, me decepciona que parece que el único que sigue acordándose de Asunta y rezando por ella soy yo».
Para el periodista de La Voz que siguió de cerca el caso, Xurxo Melchor, la hipótesis que se ofrece de que a Rosario Porto se le fue de las manos matar a su hija es «inconcebible, porque todos los hechos apuntan a una premeditación absoluta mucho tiempo antes del asesinato y en la que los dos participaron». «Si tú analizas con la ciencia y los hechos probados no se le pudo ir de las manos, porque una de las hipótesis de la investigación es que querían que se muriera drogada. Pero había dos cuestiones que hicieron imposible que muriera de una sobredosis de Orfidal. Primero, que era joven y segundo, asiática. Los asiáticos, genéticamente, metabolizan esa sustancia de una manera diferente a los caucásicos. Era muy difícil que muriera de sobredosis. Por eso la tuvo que asfixiar», explica.
Cómo muere
Además, también comenta que Asunta no muere como aparece en el filme: «La autopsia revela que no muere plácidamente en una cama. Muere en el suelo, entre convulsiones e, intentando, drogada, liberarse de su madre. Por eso, tiene señales de golpes en la zona trasera del cráneo, de convulsionar y de golpearse intentando, instintivamente, librarse. Es decir, que su madre perseveró en la muerte. No se le fue de las manos. Y eso duró un tiempo, porque uno no se muere de asfixia en 10 segundos». Y reconoce que no se pudo demostrar qué hizo Alfonso en esas cinco horas en las que tuvo desconectado el móvil: «Efectivamente, hay una laguna. No sabemos dónde está y no lo vamos a saber nunca. Pero no le exculpa. Eso lo explica muy bien la Guardia Civil, cuando le piden colaboración en la investigación después de arrestar a Rosario. Él no declara. No colabora», tal y como recoge el filme. «¿En qué cabeza cabe que un padre que acaba de perder a su hija, y que la Guardia Civil le dice que cree que su exmujer la ha matado, no colabore con la investigación?», comenta Melchor, que insiste en las numerosas pruebas que los inculparon: «Hay pocas instrucciones judiciales con tanta carga de prueba y ahí están los hechos probados. Como que la niña fue drogada, al menos, tres meses antes con Lorazepam. Lo dice la autopsia, pero también lo dijo la niña: "Mis padres me dan unos polvos blancos". Su padre dejó a su hija drogada en la escuela de música en una situación alarmante, que a Basterra no le alarmó».
Se refiere también al intruso que intentó asfixiar en casa de Rosario a Asunta: «En esos tres meses ocurre el extrañísimo episodio del hombre de negro. No sabemos quién es, pero podemos presuponer que es Basterra. Rosario encuentra a un hombre estrangulando a Asunta en su casa y no lo denuncia, ¿en qué cabeza cabe? Y la niña lo cuenta aterrorizada a la madre de una amiga suya. Todo eso ya nos va dibujando una escena previa al asesinato que no deja a ninguno de los dos ajenos a esta situación, porque los dos eran conocedores de lo que estaba pasando». Y añade: «Hay un plan preconcebido, como dice la sentencia. Están los dos presentes en la comida en la que se droga a la niña, y que se celebra en casa de Basterra; que prepara, además, Basterra; con los orfidales que también ha comprado Basterra con las recetas de Rosario, ¿dónde están las dudas?». Melchor califica la instrucción de «impecable», al contrario que Aranguren, y explica que Porto mintió al decir que había dejado a su hija en casa estudiando, como se demostró después a través de la cámara de una gasolinera, y del ADN de ella y de Asunta que había en el clínex de la casa de Teo «con el que presumiblemente la asfixia», además de las cuerdas que ella intentó ocultar: «El trabajo del juez instructor, Vázquez Taín, en los casos que ha llevado es impecable, tanto en asuntos de narcotráfico muy complejos, como en el caso del Códice o en el de Asunta. Además, el protagonismo de un juez instructor no es investigar. Ese tanto hay que apuntárselo a la Guardia Civil. En España, los jueces no investigan, los jueces instruyen. Y la instrucción significa que autorizan o deniegan las pruebas que solicitan las policías judiciales. Con lo cual, no es el juez el que señala como sospechoso o no sospechoso a alguien, es la Guardia Civil. Y, en este caso, estamos hablando de que el cuerpo judicial de la Guardia Civil de A Coruña es la élite de España. No hay un cuerpo investigador mejor que ese».
Eso sí, reconoce que hay un grave error en toda la investigación, la mancha de semen en la camiseta de Asunta: «Lo cometió criminalística de Madrid al contaminar la camiseta con el semen de una tercera persona, que no tenía nada que ver en esta historia y que se pudo demostrar».
La negrura en la escena de la pista
Por su parte, el abogado defensor de Rosario Porto —ella se ahorcó en el 2020 en su celda de Brieva (Ávila)—, sigue manteniendo que el de su clienta era un caso claro de absolución, porque «no hay ni una sola prueba que apunte en la dirección ni de uno ni de otro». En cuanto a la serie, reconoce que la interpretación de los actores es «muy buena», pero hay escenas con las que está en «absoluto desacuerdo», aunque reconoce que en estos casos siempre hay «una aportación de creatividad artística». «Pero si está basada en hechos reales, hasta el punto de que a los principales acusados y a su hija fallecida los llaman por su nombre y apellidos, hay una serie de cuestiones que, a bote pronto, me chirrían», dice. Por ejemplo, durante la inspección ocular del cuerpo, «en un golpe de efecto para el cine, alguien diga: "Apaguen las luces de los vehículos". Y se vea la absoluta negrura. Cuando en el folio 1 de las diligencias previas se dice que se sospecha de los padres o del entorno más próximo familiar de la niña, porque fue dejada con todo el cariño, sin un solo rasguño, en un talud en una noche de luna llena para que cualquiera que pasara por allí la pudiera apreciar. Y de repente, nos ponen como golpe de efecto que allí no se ve nada».
Asimismo, niega que haya pactado una defensa conjunta con Belén Hospido, la abogada defensora de Alfonso Basterra, también condenado a 18 años de prisión por el asesinato de su hija, así como un «papel protector» de Aranguren hacia su compañera. «Parece que casi la obligo a aceptar el caso para saltar a la fama los dos. Cosa que en ningún momento fue así. Belén Hospido llegó por conductos absolutamente diferentes a mí. Es una abogada muy prestigiosa de Santiago y pensaron en ella. A mí quien me lo propone es Juan Guillán», el letrado que había asumido la defensa de Porto en un primer momento. «Tampoco hubo esa pretendida y reiterada defensa conjunta al unísono y sin fisuras. Lo único que hicimos fue procurar no entrar en el terreno del otro», dice.
Sobre la actuación que Francesc Orella hace de Aranguren en el filme, el letrado considera que le parece «impecable». «Pero en mi boca no está lo de saltar a la fama. Tampoco eso de que un gran abogado no solo es el que conoce el Derecho, sino también el que conoce al juez. Y yo no hago ninguna indicación a mi cliente para que oculte, mienta o cargue las tintas ni contra Alfonso ni contra nadie». Durante las escenas del juicio, le sorprende, por ejemplo, que se obviara todo lo referente a la acusación particular Clara Campoamor, cuyo «papel fue determinante o muy influyente en el resultado final».
El traslado del cuerpo
Otro de los aspectos con los que no está de acuerdo en la pieza audiovisual es que se vea a Porto cargando ella sola el cuerpo de Asunta: «Pedí una prueba pericial al médico forense para que me dijera si una persona con el peso y la envergadura de Rosario podía haber arrastrado a la niña, no solo en las escaleras, sino en la pista, y haberla cogido en el colo desde el asiento trasero y depositarla sin arrastrarla. La respuesta fue la de un cínico: "Usted no sabe la fuerza que puede tener una persona en un momento de nervios o en una situación como esta". Le repliqué que yo por muy nervioso que estuviera, no iba a poder levantar el vagón de un tren». Sí está de acuerdo con que hubo filtraciones en el caso, y considera que el magistrado instructor estaba «obligado a hacer que se cumpliera el secreto de sumario», al igual que cuenta que llegó a sus oídos que Basterra «tuvo varios enfrentamientos con el juez» y explica que además de la compañera que dijo ver a Asunta con Basterra esa misma tarde, también hubo dos testigos más que la vieron caminando sola. «Hay cosas que son ciertas y están bien reflejadas, pero siempre es mejor vender un asesinato de dos padres a una niña que no decir que fueron acusados sin justificación y sin pruebas. Se apoyan y apuntan a las tesis de las acusaciones. En todo caso, son cineastas, no juristas. Pero en mi opinión casa mal que, en la serie, tanto la Guardia Civil como el fiscal digan reiteradamente al juez que no tienen nada, y luego acabe concluyendo que son Alfonso y Rosario los que matan a la niña. Es decir, yo no creo que la Guardia Civil y el fiscal se sometan a esas historias. No me encaja». A Candela Peña, Aranguren le pone «un diez, con un matiz». «Que le pongan el acento gallego, que no tenía Rosario». Y si su clienta hubiera visto la serie, ¿qué opinaría? «Estaría indignada». Melchor, en cambio, apela a la memoria de una niña «que tuvo la mala suerte de tener esos dos padres adoptivos que la asesinaron». Y, en honor a su memoria, cree que no se deberían «sembrar dudas sobre la autoría del crimen».