Elena Suárez, la arquitecta de raíces gallegas que triunfa como florista en las bodas más espectaculares de España
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De raíces gallegas, Elena Suárez cambió un día los planos por las flores. Montó un imperio floral con el que ha atraído no solo a novias, sino que se ha colado en los salones de personas muy conocidas de este país. Acaba de ser reconocida entre las 55 mujeres más importantes del negocio nupcial
02 jul 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Hay bodas y bodas, y luego están las que decora Elena Suárez, que son para darse el sí quiero todos los días. Precisamente, la suya cambió su destino. No solo estrenó nuevo estado civil, sino que le abrió una ventana laboral que hasta ese momento no se había imaginado. «Yo estudié Arquitectura, y cuando me iba a casar no encontré ninguna floristería que me gustase, nada que encajase con lo que yo quería o no me pasaban presupuesto... Era todo muy raro, así que decidí hacerlo yo», cuenta Elena, que, aunque nació en Madrid, tiene raíces gallegas. Tres de sus abuelos nacieron en Galicia, donde pasó todos los veranos de su infancia, su marido es de A Coruña, y tiene una casa en Mera, adonde se escapa cada temporada estival. «Quiero estar allí todo lo que pueda y más», confiesa esta enamorada del norte. No va de farol, aquí tiene a su «equipo Galicia», como ella lo llama, con el que lleva trabajando ya diez años, y hasta aquí se desplaza cuando toca organizar un evento.
Dicen que de una boda sale otra, y de la suya, que decoró con el apoyo de una floristería familiar de Vigo, con la que sigue trabajando, salieron muchísimas más. Que saliera en varios medios, entre ellos la revista ¡Hola!, ayudó a que tuviera mucha difusión, y a que muchas parejas se inspiraran y quisieran algo similar. Poco a poco le empezaron a llegar peticiones, que, al principio, fue compaginando con su trabajo de arquitecta. Sin embargo, a esas alturas ya estaba de autónoma, y esto ayudó a que las flores se impusieran a los planos. «No fue una decisión que dijera: ‘A partir de ahora lo dejo', sino que al final me acabaron saliendo más cosas con las flores que con la arquitectura, y me volqué. Terminé los proyectos que tenía pendientes, pero tampoco busqué más», recuerda Elena sobre sus inicios en el 2013. Este año, la revista Forbes la ha incluido en el ránking de las 55 mujeres más influyentes del negocio nupcial.
A los encargos para decorar eventos se sumaron peticiones de ramos, de letras de flores preservadas, de jarrones... Inicialmente, los dos negocios (la tienda online y los eventos) convivían en un taller pequeñito, en el que trabajaban tres o cuatro personas. En el día a día se mantenían con los encargos y los fines de semana se dedicaban a los eventos. «Sobre todo hacemos bodas, aunque este año, por ejemplo, estamos haciendo muchos eventos de empresa», apunta Elena.
El negocio ya estaba asentado cuando la pandemia hizo saltar todo por los aires. Los eventos suponían el 80-85 % de la facturación frente al 10-15 % de la tienda online. Sin embargo, cuando se prohibieron las celebraciones —«imagínate, un miedo horrible»— la gente «empezó a enviar flores como loca». «De repente, la tienda online se disparó, no te puedes imaginar la cantidad de pedidos que teníamos de flores entre familiares. Como la gente no se veía, se mandaba flores para decir: ‘Me acuerdo de ti', además de cumpleaños, y otras fechas especiales. Sobrevivimos por los pedidos». Cuenta Elena que la demanda siguió así durante varios años. «La gente se acostumbró, y luego, cuando permitieron las celebraciones, eran bodas más pequeñas, de menos comensales, aunque también era de locos, porque de repente cambiaban la ley, y en vez de sentarse ocho personas, se podían sentar cuatro, o al revés, pero el número de centros varía». El poscovid no ayudó a relajar la situación porque se llevaron a cabo todas las celebraciones pendientes, y de viernes a domingo no había tregua. «Ahora yo creo que la cosa está volviendo un poco a su ser».
Fue precisamente en esos años de pandemia cuando decidieron poner en marcha una modalidad novedosa y pionera en España: la suscripción. En algunos sitios, por ejemplo, hoteles, suele ser habitual, explica Elena, que les encarguen ramos de flores frescas de manera regular. «Había clientes que nos decían: ‘A mí me gustaría que este jarrón que tengo me lo cambiéis todas las semanas', así que la suscripción fue una especie de adaptación low cost, porque los precios son baratos, y para animar a que la gente entienda lo que significa tener flores frescas en casa todas las semanas, olvidándote de tener que ir a comprarlas». El funcionamiento es sencillo: el cliente puede elegir el tiempo que quiere la suscripción y la periodicidad, si quiere que le llegue un ramo diferente cada semana, cada quince días o un mes. En el caso de las flores preservadas (las letras son, sin duda, uno de sus bestsellers) no hay problema, pero con las frescas tampoco. Las envían en formato ramo y los tallos van cubiertos de un gel hidratante para que vayan hidratadas durante el transporte.
Porque una casa con flores marca una diferencia. «Tienen un componente de ánimo, alegran la casa, no sé si es por el colorido, porque en el fondo tienes algo vivo... Parece una tontería, pero animan muchísimo los ambientes. No solo es un tema estético», comenta Elena, que, a raíz de la pandemia, se vio obligada a ampliar el negocio, que ya cuenta con veintipico empleados. Ahora tienen dos tiendas físicas en Madrid, la tienda online, y el taller de eventos en Madrid y en Galicia. «A mí me encanta trabajar en Galicia, y además creo que las bodas nos quedan espectaculares, porque el clima es buenísimo. Si llueve es una faena para los novios, pero para nosotros es lo mejor. Con el sol y el calor se estropean mucho las flores, y en Galicia son muchas en interiores, y nos va fenomenal, el montaje se nos simplifica muchísimo, porque podemos hacerlo con más tiempo, y hay interiores que son preciosos. Todos los pazos que tenéis son una maravilla», indica Elena, que suele formar tándem de trabajo con El sofá amarillo, la empresa gallega dedicada a la organización de bodas.
Como apasionada de las flores frescas, depende de la temporada para señalar su favorita, pero en otoño se queda con las hortensias envejecidas de Galicia, y en primavera con las peonías, «son un espectáculo». Gracias a las redes, hemos visto cómo sus ramos se han colado en casa de María Pombo, María Fernández-Rubíes o Pelayo Díaz, o en las cenas navideñas de Paula Ordovás. «El inicio de todo esto fue gracias a Instagram, luego han influido otros factores, como el boca a boca, estar con proveedores diferentes del sector, con cáterings... Eso ayuda mucho, pero el empujón inicial y ahora el mantenernos, y que mucha gente conocida nos llame para sus casas, bodas o eventos, se lo debemos a las redes».
No es difícil quedarse embobado viendo su perfil de Instagram (@elenasuarez&co), donde las cuidadas fotografías parecen superarse unas a otras.