¿Disfrutará lo mismo Leonor que su padre en Marín?: «Él venía de vez en cuando a la discoteca Daniel»

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Lavandeira | EFE

La princesa iniciará dentro de unas semanas su nueva etapa en la Escuela Naval Militar y es inevitable hacer una comparación con el año en el que el rey también estuvo allí. Hay muchas anécdotas y bonitos recuerdos

28 jul 2024 . Actualizado a las 10:45 h.

La llegada inminente de la princesa Leonor a Marín, inevitablemente, trae a la memoria los años en los que su padre entró como guardiamarina de la Escuela Naval Militar. Fue en septiembre de 1986 y la localidad se revolucionó con la idea de saber que el futuro rey de España se encontraba a escasos metros de distancia, solo los separaba la puerta de Carlos I, acceso principal al centro de formación militar. Quien más y quien menos aún guarda detalle, anécdota o recuerdo del príncipe en aquella época. No se le veía pasear mucho por las céntricas calles de Marín, hay que recordar también que por aquel entonces ETA ejercía su terror y toda medida de seguridad era poca —siempre iba con escolta—. Pero tampoco se escondía y, además de su formación, también tuvo tiempo para disfrutar del pueblo que lo recibió siempre con los brazos abiertos —fue nombrado hijo adoptivo de Marín al finalizar su estancia en la Escuela Naval—. No es de extrañar que algo parecido le suceda a Leonor y que mantenga ese vínculo especial con la localidad en la que vivirá los próximos meses.

La princesa ingresará a principios de septiembre en la Escuela Naval Militar como guardiamarina de primero —correspondiente al tercer curso—. Se embarcará, al igual que su padre, en el Juan Sebastián Elcano durante cerca de seis meses. Será, sin duda, una experiencia que nunca olvidará y donde tendrá que enfrentarse a los primeros temporales en alta mar y a los retos de navegación por el océano Atlántico y Pacífico. El viaje de instrucción que iniciará el próximo mes de enero la llevará por distintos puertos de América Latina y Estados Unidos.

Cuatro son los meses en los que la futura reina de España estará en Marín, pero seguro que dejarán huella en ella, tal y como lo hicieron con su padre. Entre una y otra etapa han pasado 38 años, y aunque parezca que todo sigue prácticamente igual, hay cosas que han cambiado.

No había alumnas

Por ejemplo, cuando recibió formación el entonces príncipe Felipe, en la escuela no había ninguna alumna. Eran todos hombres. Hubo que esperar hasta 1990, tres años después de terminar él, para ver a la primera cadete en la Escuela Naval, Esther Yáñez.

Si no ha habido bajas, 127 guardiamarinas de primero, entre los que hay 20 mujeres, compartirán aula, estudios, exámenes, nervios y vivencias con la princesa Leonor. Ese es el número de los alumnos que ingresaron en la escuela en el 2022 y que, tras superar los dos años anteriores, cursarán la formación correspondiente al cargo que ahora ostenta la princesa.

Su padre ya le auguró el pasado 16 de julio en Marín que no lo va a tener fácil. «Realmente, se lo va a tener que ganar», dijo dirigiéndose al público. Aunque también pronosticó que, sin duda, lo iba a disfrutar. Puede que en ese momento le afloraran los recuerdos del año que vivió él en Marín.

Uno de los aspectos que llamó la atención de ese día en la entrega de despachos es que la princesa apareciera con el uniforme de gala del Ejército de Tierra. Así tenía que ser, porque en ese momento era alférez de dicho cuerpo. El nombramiento de su nuevo puesto en la Fuerzas Armadas no se hizo efectivo hasta el día siguiente. Pero en cuanto ingrese en Marín, se la podrá ver vestida de blanco hasta el mes de octubre. Luego, llevará el uniforme que se conoce como 14 botones, que es azul marino, con una guerrera (chaqueta) de cuello mao, cruzada y 14 botones, como su nombre indica. A los alumnos se le facilita toda la uniformidad de diario, de gala y de faena, incluidos los zapatos, incluso los deportivos, las botas, la gorra, los guantes, el cinturón, la gabardina y el capote ruso, para el frío. Y, una curiosidad, Leonor no tendrá que ir por la calle vestida de uniforme, como sí ocurre con los alumnos de primero y segundo. Es el privilegio que adquieren los guardiamarinas. Y cuando tenga que ir de uniforme, deberá llevar falda en los bailes de gala y en actos oficiales civiles. Mientras que el pantalón se reserva para los desfiles y los actos militares.

Anécdotas con su padre

Hay mil y una anécdotas de la estancia del rey en Marín. Como la que contó en La Voz en el 2008 el entonces sastre de la Escuela Naval Jesús A. Otero, que nada más acabar de aprobar la oposición de ingreso, el primer encargo que tuvo fue arreglar una chupa de gala azul marino al entonces príncipe. Se la habían hecho nueva, pero no le quedó bien. Finalmente, optó por hacerle otra. Y se la tuvo que confeccionar en el establecimiento comercial que tenía fuera de la escuela, porque su plaza era tan nueva que aún no disponía de todas las herramientas necesarias. Le impresionó su altura: «Medí al príncipe de puntillas», dijo entonces, tras reconocer que pasó muchos nervios elaborando la prenda. Quería que le quedara perfecta. Así debió de ser, porque no tuvo que rectificar nada.

En el vídeo conmemorativo Marinense y la Escuela Naval, del Concello de Marín, aparecen varios de los civiles que estaban trabajando en ese momento en el centro militar y que cuentan varias anécdotas. Lino Beloso, por ejemplo, le cortó el pelo: «Hacíamos el corte de pelo reglamentario y lo trajo el comandante de su brigada. Me dijo: ‘Aquí tiene al príncipe’. Era un chaval. [...] Yo le dije: ‘Me tiene que hacer un favor. Me gustaría tener una fotografía de usted’». Y se la llevó dedicada: «A Lino Beloso Cortés, con cariño».

El mejor café

Otro de los que sale en el documental es el desaparecido Tocho Rodríguez que llevaba la cafetería de la escuela en ese momento: «Al príncipe, el único que lo podía atender era yo. En aquel entonces estaba ETA muy encima de todo eso. Entonces llegaba, y lo primero que hacía era saludarme. Me daba la mano durante 20 segundos, apretándomela», contaba. Incluso relató otra anécdota con la reina Sofía: «Vino varias veces con el rey y siempre me felicitó por el café que servía. ‘Este sí que es un café rico, póngame otro cuando pueda’. ‘Majestad, los que quiera’. Los que le hacían el corrillo le decían que yo hacía mal el café. Pero la reina siempre me felicitó», explicaba.

Ya ha llovido mucho en Marín desde entonces y algunos de los sitios que frecuentaba el entonces príncipe Felipe ya no existen. Como la mítica discoteca Daniel. Su dueño, José Manuel Malleiro, le contó a La Voz que recordaba perfectamente verlo bajar por las escaleras del local y cómo toda la clientela se quedaba asombrada con su altura. Se acordaba hasta de lo que bebía: «Lo que tomaba él era gin Kas de limón. Venía de vez en cuando y la verdad que llamaba la atención tanto por su altura, que era tremenda, como por los escoltas que traía, que eran muy notorios».

Ya no existe tampoco el Mesón do Marisco, donde acudió el entonces príncipe, aún con cara de niño, alguna velada de otoño lluviosa para compartir mesa y mantel con un reducido grupo de compañeros. La discreción siempre fue su sello de identidad, pero el hecho no pasó desapercibido por un pequeño corrillo de marinenses que se concentraron en la entrada del establecimiento, situado muy cerca de las inmediaciones de la Escuela Naval.

Otro de los lugares a los que le gustaba ir era a Combarro, adonde acudía con sus compañeros en algunos de sus días libres. De hecho, el restaurante Alvariñas fue el lugar elegido para celebrar el 25 aniversario de la promoción. Era uno de los locales de referencia donde podía degustar dos de sus platos favoritos: el pulpo y la empanada.

Quién sabe, igual a Leonor, además de estudiar y esforzarse muchísimo, también tiene tiempo para el ocio y la podemos ver este año paseando por el paseo marítimo de Marín, disfrutando de las maravillosas playas que tiene el municipio, como la de Aguete, o tomando pulpo y empanada en algunos de los restaurantes de la localidad pontevedresa. Igual también quiere dejarse caer por Combarro o disfrutar de la noche pontevedresa. Lo que es seguro es que será bien recibida por todos. Cuando se fue de Zaragoza dijo que se sentía una maña más, quizás dentro de un año, la escuchemos decir que ya tiene morriña gallega y... marinense.