
Es el cóctel por antonomasia, con permiso del Old Fashioned. Vinculado al glamur, al poder, al «bon vivant» y al saber beber. Dry, Vesper, Dirty... e incontables variedades del clásico entre los clásicos
26 jul 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Pocos cócteles son tan icónicos como el Martini, del que conviene, antes de nada, aclarar su nombre. Hablando con propiedad, Dry Martini (como habitualmente se le llama en estas latitudes) es una variedad más de los cócteles estilo martinis (que hasta dan nombre a la no menos icónica copa en la que se sirve y que ya ha quedado como la imagen universal de los tragos elaborados), y Martini, una marca legendaria de vermú italiano, creada en 1863 en Turín por Alessandro Martini y Luigi Rossi.
Hecha esta salvedad, la potencia histórica de esta bebida está a la altura de la alcohólica. Según la receta de la guía de Difford, con 62,5 mililitros de London Dry Gin, 12,5 de vermú seco y un golpe de bitters, lo que arroja un porcentaje de 31,61. Paradigma del beber con responsabilidad, se suele decir que tomar dos sería lo adecuado, y tres ya son demasiados. Su día es el 19 de junio. Se adorna con una aceituna y una piel de limón.
Demasiados padres
La repercusión que acabó teniendo el Martini ha provocado que más de uno se haya adueñado de la historia de su origen. Desde el barman de Boston que se apellidaba Martínez (existe un cóctel precursor con ese nombre, basado en genever, vermú dulce y rosso, curaçâo y un golpe de Angostura, pero se dice que nació en la localidad de Martínez, cercana a San Francisco), un minero adinerado de California o Rockefeller como demandantes de algo especial y caro, hasta el hotel Savoy de Londres. Rondaba el año 1862.
La ley seca y los políticos
El vínculo del Martini con la política y los centros de poder (incluso clandestinos durante la Ley Seca, cuya derogación celebró el presidente estadounidense Roosevelt con un Martini en la Casa Blanca) le confirió una fuerza que le ha traído hasta hoy. Roosevelt se lo preparó a Stalin en la cumbre de Teherán de 1943 y a Kruschev, que dijo: «Es la más letal de las armas estadounidenses». Lo preparaba con mucho vermú, como era la moda, unas gotas de Pernod, agua de rosas y aceitunas. De ese dulce al seco posterior se pasó por la influencia de las costumbres europeas.
Al otro lado del charco, además de la reina Isabel de Inglaterra, el Martini tenía un gran fan en Winston Churchill, que hasta apadrinó una receta con 75 mililitros de Plymouth Gin (la única que tenía denominación de origen). En cuanto a la cantidad de vermú (él no lo incluía en su copa), sentenciaba: «Con acercar la botella o que apenas esté mirando hacia Francia es suficiente».
Hemingway, Buñuel, Hitchcock
Aparte del omnipresente cuando se habla de coctelería, Ernest Hemingway (con una proporción de quince partes de gin frente a una de vermú), Luis Buñuel creó su propia fórmula, relatada por él mismo: «Pongo en la heladera todo lo necesario, copas, ginebra y coctelera, la víspera del día en que espero invitados. Tengo un termómetro que me permite comprobar que el hielo está a unos veinte grados bajo cero. Al día siguiente, cuando llegan los amigos saco todo lo que necesito. Primeramente, sobre el hielo bien duro echo unas gotas de vermú y media cucharadita de Angostura, lo agito bien y tiro el líquido, conservando únicamente el hielo que ha quedado, levemente perfumado por los dos ingredientes. Sobre ese hielo vierto el gin puro, agito y sirvo. Esto es todo, y resulta insuperable». También Hitchcock tenía la suya, con un aire a la de Churchill: «Cinco partes de ginebra y una mirada a una botella de vermú».
James Bond, al revés
A pesar de todos los nombres mencionados, sin duda alguna, si hay un personaje que ha catapultado la fama del Martini ha sido el agente 007, James Bond, protagonista de las novelas de Ian Fleming y de la conocida saga de películas. Sin embargo, él lo pide agitado, y no revuelto, cuando los cánones (por enfriamiento, dilución y estructura molecular de la bebida) dictan que sea al contrario. ¿Demasiado fuerte para el agente que tiene la obligación de salvar al mundo? ¿Necesitaba aligerarlo agitándolo?
Con todo, deja en Casino Royale una receta para el recuerdo, aunque en realidad ordena un Vesper Martini, en honor a su crush, la agente del Tesoro británico Vesper Lynd: «Tres partes de Gordon’s, una de vodka, media medida de Kina Lillet, bien agitado con hielo y con una filigrana de limón». Ese vermú ya no se elabora con quina, prohibida, pero Lillet sigue comercializando este ingrediente que le da profundidad al Martini.
La aceituna y el hueso
Otro de los grandes momentos a la hora de consumir un Martini es qué se hace con el hueso de la aceituna que lo acompaña, una vez engullida. Y qué hace esa oliva en el vaso. En realidad, el Martini es un aperitivo y la oliva (en ocasiones, una cebolla encurtida) es adecuada a esa función. Las normas de protocolo en materia de coctelería indican que la mejor opción en este caso es tragar también el duro corazón de la aceituna.
Variantes
De la misma manera que sucede con la mayoría de los clásicos populares, las versiones se han ido multiplicando a lo largo del siglo y pico de existencia que tiene el Martini. Ya en su origen surgió la variante Bradford a la Martini (con bitters Boker’s y la inclusión en la coctelera de la piel de un limón, para un trago más suave, seco y cítrico). Algunas de las versiones más extendidas son el Reverse (1 de gin por 2 de vermú), Sopping Wet (2 por 1,5), Fifty Fifty Dry (1 y 1), Wet (2 por 1), Dry, Churchill, Gibson (con una cebollita francesa), Bohemian (con alcaparra), Dickens (sin decoración), Dirty (con salmuera de oliva, el preferido de uno de los chefs Michelin más afamados de España)...
Ya solo por utilizar la copa de este cóctel, muchos tragos llevan su apellido, aunque no se traten de martinis en sentido estricto, como el Porn Star Martini y el Espresso Martini. Pero estos ya tienen su propia historia.