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35 años del toples en España: ¿Por qué aún dan tanto miedo nuestras tetas?

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Hace más de tres décadas que las mujeres pueden enseñar pezón en la playa sin cometer un delito en España. Un nuevo puritanismo, la presión estética y el miedo a ser fotografiadas sin permiso, hace que cada vez menos chicas se apunten a hacer toples

15 ago 2024 . Actualizado a las 15:01 h.

Fue un momento icónico en España que, pese al paso del tiempo, sigue generando picazón en algunos sectores de la sociedad. Quien tenga curiosidad por revisitar aquella actuación de Sabrina Salerno en la Nochevieja de 1987 se topará con un mensaje de alerta en YouTube: «Este vídeo puede ser inadecuado para algunos usuarios». El contenido en cuestión muestra el supuesto descuido de la cantante italiana, que arrasaba con el tema Boys, boys, boys. Los escasos dos segundos que mostró uno de sus pechos a los espectadores hicieron historia. En el país del cine del destape, elevar esta anécdota a categoría de hito forma parte del ramillete de situaciones hipócritas que rodean al cuerpo de la mujer.

 Volviendo a películas como La trastienda o Los energéticos, este tipo de filmes utilizaban en los setenta cualquier excusa para mostrar a chicas sin ropa mientras el toples tardó aún muchos años en aceptarse en los arenales españoles; de hecho, hasta 1989 no se eliminó el delito por escándalo público del Código Penal, lo que permitió que las mujeres dejasen la parte de arriba de sus bikinis en casa.

Han pasado 35 años desde que en nuestras playas las españolas pueden enseñar pezón sin incumplir la norma, y aunque podría parecer que la tendencia se dirigiría hacia la normalización de esta práctica —varias olas de feminismo mediante—, lo cierto es que cada vez son menos las chicas que se apuntan a liberarse del sujetador en la playa, y esto responde a varios factores. Ponen los datos varios estudios. El último, publicado el verano pasado y para el que encuestaron a 5.000 europeas, indica que de las consultadas, solo el 19 % hacía toples. Lo confirma Nuria Rodríguez, presidenta de la Federación de Salvamento y Socorrismo de Galicia: «Es cierto que veo que cada vez menos jóvenes hacen toples, mientras que son señoras mayores las que eligen no tapar su pecho. Es justo al revés de lo que ocurría hace años». 

OPERACIÓN DE PECHO

La percepción de Rodríguez tiene una explicación que argumenta Beatriz Gimeno, feminista y activista por los derechos LGTBI+. «En la actualidad, hay una presión muy rígida sobre los cuerpos femeninos y sobre el concepto de normatividad. Las chicas necesitan sentir que tienen un cuerpo bonito, que se adapta a los cánones. Hoy en día, los cuerpos se han convertido en un bien de consumo, y cada vez más mujeres, y a edades más tempranas, se operan el pecho; esto hace que se generen inseguridades y que muchas jóvenes no se atrevan a mostrarlos en público, aunque en teoría haya más libertad que nunca».

Efectivamente, las operaciones estéticas se han disparado de un tiempo a esta parte, tanto que en el 2021 se realizaron un 215 % más de intervenciones de este tipo que en el 2013. «Sin embargo, las mujeres mayores tienen más superados ciertos estigmas, y con la madurez les empiezan a dar igual las opiniones externas, por eso señoras que antes no se planteaban hacer toples, ahora sí lo hacen».

Algunas de esas mujeres que se animan hoy a liberar su pecho eran pequeñas cuando 14 personas fueron detenidas mientras hacían nudismo en la barbanzana playa de Baroña en 1983. Este acontecimiento desencadenó el movimiento Tetiñas Free, que peleó por la legalización del nudismo mucho antes de que el hashtag #Freethenipple inundase las redes sociales. Mucho antes incluso de que conociésemos la palabra hashtag

TODAS SOMOS FAMOSAS

Vinculado a la irrupción de Instagram, Facebook o TikTok se encuentra otro factor que hace que el toples pase por horas bajas. En los noventa y primeros 2000 el mayor pánico de muchas celebridades era ser pilladas por un paparazi con el pecho al descubierto. Ni la mismísima Lady Di se libró de unos flashes que podrían haberla puesto en la picota en una sociedad que le pedía a ciertos perfiles recato, elegancia y pudor. El verano de 1994 Diana de Gales se fue con dos amigas de vacaciones a Málaga, y allí fue cazada sin parte de arriba del bikini en la terraza del hotel Byblos, en Mijas. Por aquel entonces se llegó a decir que la agencia que compró las imágenes ofreció un millón de euros a los tabloides británicos por las fotos. No se atrevieron a adquirirlas y acabó con ellas la revista Hola!, que nunca las publicó.

Hoy no hace falta ser famosa, ni un fotoperiodista agazapado tras una hamaca, para que cualquier chica esté expuesta a verse desnuda donde no quiere. En este caso, en el océano de internet. «Te pueden chantajear con estas imágenes y muchas jóvenes se sienten vulnerables. A esto hay que sumarle un nuevo puritanismo que lo invade todo, y que es una reacción a ese feminismo que ofrece espacios seguros. El acoso ha tomado nuevas formas en la era digital, y esta es una nueva manera de extorsionar», comenta Gimeno.

Cataluña protagonizó el pasado verano infinidad de titulares al recordarle a los municipios que deben dejar a las mujeres tener su pecho al descubierto en las piscinas públicas. Son las ordenanzas municipales las que deciden si lo permiten o no, pero esta comunidad fue tajante enviando una carta a los ayuntamientos en la que exponía que «la prohibición a las mujeres de usar las instalaciones con el torso desnudo, lo que se conoce como toples, constituye una discriminación».

Esta discriminación, comenta Gimeno, la sufren también muchas mujeres, más allá de los arenales, que dejan su pecho expuesto por otros motivos. Es el caso de la lactancia. «A día de hoy, sigue habiendo dificultades para dar de mamar en público, porque parte de la sociedad lo sigue viendo como algo obsceno. De hecho, en muchos sitios está prohibido». Así, la asociación teta&teta ha puesto en marcha la campaña Quien no llora no mama, para reclamar la libertad de las mujeres y el derecho de los niños a ser alimentados. Piden una ley específica que proteja la lactancia en público.

Precisamente, en la canción Ay mamá, Rigoberta Bandini se preguntaba «¿por qué dan tanto miedo nuestras tetas?». El que fue uno de los mayores hits del 2022 llevó una teta gigante al Benidorm Fest, aunque finalmente no se sacó el pecho fuera al estilo Delacroix. O al estilo Sabrina.

Pese a lo que decían las quinielas, esta canción no llegó a Eurovisión. Pero sonó tan machaconamente en radios, pubs y discotecas, y tantas tetas se vieron ese verano, que chocó la que se lio con Eva Amaral justo un año después. Verano del 2023. Sonorama. El dúo Amaral celebra sus 25 años en la música con un concierto único, en un entorno inigualable y con mucha polémica. La cantante dejó caer su corpiño antes del tema Revolución para poner en el foco «la dignidad de la desnudez de las mujeres». Y lo hizo por Rocío, Zahara, Miren y Rigoberta. Todas ellas mostraron sus pechos en público, o bien sufrieron la censura de las redes sociales o han tenido que enfrentarse a titulares, quizás más propios de otra época, como «¿Descuido o provocación?». 

LA CENSURA

Veinte años después de que la Superbowl quedara eclipsada por el escándalo protagonizando por el pezón de Janet Jackson, y que llegó a aparecer en portadas internacionales, el pecho de la mujer sigue levantando polvareda. Incluso carteles de películas se las han tenido que ver con la censura solo porque el pezón femenino sigue estando bloqueado. Instagram impidió que el cartel de Madres paralelas fuese publicitado por su director, Pedro Almodóvar. El cineasta manchego no pudo patrocinar su propio filme —en el que sale un pezón con una gota de leche— en su cuenta personal porque la red social de Meta bloqueó la imagen. Finalmente, Instagram pidió disculpas, pero lo cierto es que una mujer sigue sin poder mostrar las mismas partes de su cuerpo que un hombre en fotos y vídeos.