Emprender con éxito a partir de los 30: «A esa edad descubrí que era lesbiana, y ese clic personal impactó en mi vida profesional»

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Marta Fernández Herraiz, fundadora de la primera red profesional de mujeres lesbianas.
Marta Fernández Herraiz, fundadora de la primera red profesional de mujeres lesbianas. cedida

La gallega Marta Fernández Herraiz es la fundadora de la primera red profesional internacional de mujeres lesbianas. Pertenece a ese 76% de emprendores que consideran que su vida ha mejorado desde que han puesto en marcha su negocio, según el Observatorio de Digitalización GoDaddy 2024

04 sep 2024 . Actualizado a las 16:03 h.

Marta no fue Marta del todo hasta que cruzó los 30 años, ese puente entre la juventud y la madurez. Era una consultora en grandes empresas que había crecido en Galicia y se había formado en Madrid. «Me gustaba mi trabajo, pero a los 30 descubrí que soy lesbiana. Fue un clic», comienza. «Yo crecí sin referentes, como cualquier mujer de mi generación. No los había en series, no había conocidas que te presentaran a su novia; yo en 30 años no conocí a ninguna», asegura. Y eso que vivió en «mil sitios», de diferentes países, de Italia a México.

«De pronto, me sentí sola. A los 30 me dije: ‘No es que no aparezca el príncipe azul, es que me gustan las chicas’. Y entendí que no podía decidir de quién me enamoraba, pero podía decidir si vivirlo o no. Fue mi clic personal, que impactó en mi vida profesional», explica.

Marta Fernández Herraiz (Santiago, 1980) se mudó a los 6 años a A Coruña. «Soy una chica de la plaza de Pontevedra», sonríe la fundadora de LesWorking, la primera red profesional del mundo para mujeres lesbianas y bisexuales, y también codirectora de REDI (Red Empresarial por la Diversidad e Inclusión LGBT).

Marta pertenece a ese 76 % de emprendedores españoles de mediana edad que hoy advierten que su vida ha mejorado desde que han puesto en marcha su negocio, según los últimos datos del Observatorio digital GoDaddy, que revela las motivaciones, obstáculos y éxitos a los que se enfrentan los pequeños empresarios españoles.

Según la encuesta de GoDaddy, las principales motivos que impulsaron a los emprendedores a crear su empresa fueron: seguir una pasión (31%), las oportunidades de mercado como tener una idea para un nuevo producto o servicio (19%) y la búsqueda de independencia financiera (15%).

Dos promesas

A la cita de agosto con sus vacaciones en Ares, con su mujer y su hija, no ha fallado esta emprendedora que, en ese clic vital, se hizo dos promesas: «Una, esto lo voy a hacer cien por cien visible, y otra, que nadie pase lo que me pasó a mí».

«La primera lesbiana que conocí fui yo», afirma. Una vez que se descubrió, Marta conoció a otras como ella, a parejas de chicas. «Y empecé a conocer a mujeres interesantes que no habría descubierto si no fuera porque soy lesbiana», amplía. Ese factor de su identidad rompió el patrón de los círculos de amistades y relaciones laborales de Marta. Empezó a enriquecerse con el contacto con otros perfiles.

«Conocí a una directora de cine, a una amazona profesional que compite a nivel mundial... Y pensé que podría intentar crear una plataforma donde todo estuviese organizado, y que esa plataforma sirviera para que esas mujeres que son más visibles dieran la cara por la comunidad y pudieran ser referentes para otras. De ahí surge LesWorking. De una necesidad personal surgió esta red. Lo que nos une es la orientación sexual, pero lo que se potencia en la red es lo que cada una hace y aquello que le gusta. Se enfoca desde otra mirada, dejando a un lado lo amoroso», explica.

Esta red de sororidad nació en el 2014, cuando Marta aún no tenía hijos. Durante un tiempo compaginó LesWorking con su empleo en la consultoría: «Me dieron mucho apoyo en algo que para mí en principio era un hobby. En el 2015, decidí dejar la consultoría para dedicarme ya a tiempo completo a diversidad LGTBi. Fue una decisión valiente, entre comillas, tenía miedo de dejar un trabajo estable en una gran empresa y lanzarme a la incertidumbre de emprender», revela.

En España, un 14 % de la población se identifica como LGTBi. «Y según un estudio de la Universidad de Barcelona de hace unos años, hasta la mitad de las chicas no se definen como heterosexuales», apunta. 

El entorno digital, según Marta, ha sido un aliado. «Para nosotras, la red y las redes son claves», suma.

Con su regreso a Galicia en la pandemia, en el 2020, Marta conoció a la que hoy es su mujer, actualmente concejala de Infraestructuras en el Ayuntamiento de A Coruña. Son madres de una niña de 3 años, que duplica o triplica el sentimiento de éxito personal, familiar y social que tiene Marta. «La pandemia, tan negativa, a mí me trajo cosas muy buenas. Mi hija nació cuando acabó la pandemia», cuenta.

Lejos quedan los tiempos en que Marcela y Elisa fueron noticia por consumar «el primer matrimonio sin hombre».

¿Cómo ha crecido LesWorking en diez años? «Es una red profesional en la que las mujeres se pueden conocer, se trata de que ninguna se sienta solla y tenga un lugar donde puede aprender de las demás. Desde LesWoking impulsamos que se hagan estudios sobre mujeres lesbianas. Las mujeres lesbianas vamos 20 por detrás de los hombres gais. Casi no hay información, y esto es importante para que se visibilicen otras realidades, de relaciones, de familias. Hace unos años leí un estudio sobre lo que las mujeres lesbianas enseñan sobre la brecha salarial: los matrimonios entre dos mujeres son más paritarios, hay un reparto de roles y tareas más igualitario. Por una cuestión de educación. No es gestar  o no, es como repartes las tareas dentro de la pareja», expone Marta. 

«YO NO RENUNCIÉ, ELEGÍ»

Si Marta encontró apoyo para dar el paso adelante que giró su vida y su profesión, cuando más apoyo necesitaba, Usúe Madinaveitia —que hoy lidera varios proyectos que se dan la mano, entre ellos uno de coaching de paternidad para empresas— recibió un portazo laboral. Su vida dio el vuelco hace diez años, cuando se convirtió en madre. «Cuando llevaba tres semanas incorporada de la baja de maternidad en una consultora de márketing digital, mi jefe me invitó a irme. Y cuando te dicen claro que te vayas, creo que lo mejor es irte», señala la fundadora de Mami Concilia, movimiento y red social por la conciliación.

«‘¿Estás loca? Nadie te va a contratar con 35 años y un niño’, me decían. Pero yo intuía que me harían la vida imposible en la empresa para que me fuera...», cuenta. Así que se fue.

En diez años, ha habido una explosión de madres emprendedoras. En España, un 20 % de los emprendedores son mujeres, un dato vinculado a la precariedad laboral. «Pero en estos diez años se empezó a reivindicar que ser madre es un plus», subraya Usúe, que ve la familia como «una microempresa». «Porque tienes que gestionar cada día responsabilidades y tareas, a cada persona del equipo, un tiempo y el bienestar del equipo», enumera.

Este verano, Usúe lanzó el libro El reto del verano, para sobrevivir a la convivencia y la conciliación en la estación del caos. «Como autónoma, facilita el irte a la playa y trabajar desde allí. Pero igual te acuestas a las dos, y a las 10.00, reunión». La flexibilidad afloja, pero también dilata jornadas.

A los hijos no los ve como «cargas». «Algo que he aprendido con el coaching (ámbito en que se formó a los tres años de emprender) es que el lenguaje cambia la realidad. No es lo mismo decir que tienes una obligación que una responsabilidad», matiza. Y no olvida una pregunta que le hicieron en una entrevista: «¿Cómo haces para que los niños no molesten? No me molestan. Si estoy en una entrevista y aparece mi hijo, lo veo como natural». La maternidad va saliendo del armario en el terreno laboral.

Cuando le dieron la «patada» en la agencia sintió «miedo, agobio». «Y un día en ese agobio dije: ‘¿Cómo hacen las mujeres directivas para conciliar?’». Se metió en internet y no encontró «nada». «Y me hice una base de datos con cien mujeres directivas. Les comenté que quería hacer un libro de testimonios en primera persona sobre conciliación. ¡Para mi sorpresa, me contestaron 26! Fueron 27, pero una me dijo: ‘Estoy muy liada, si quieres se lo comento a mi marido. Y ese fue el primer Papi Concilia».

El Día de la Madre del 2014 salió el libro, que tuvo mucha repercusión. Y Usúe estuvo durante tres años en la inercia derivada del éxito de su iniciativa. «Llegó un momento en que pensé: ‘Cuanto más concilian los demás, ¡menos concilio yo!», confiesa.

«Sentí que tenía que dejar una cosa u otra y, siendo coherente con mis valores, debía negociar lo laboral. No sentí que estaba renunciando a nada, sino escogiendo a mi familia. Para mí, esto era conciliar, pero es difícil», manifiesta.

Mami Concilia se fue atenuando en lo laboral. «Yo sentía que con este proyecto estaba cambiando el mundo, pero me fui apagando por dentro. Tras sufrir estrés crónico, empezó a formarse en coaching para conocer las herramientas para gestionarse mejor.

«Lo más importante al conciliar es tener claros tus valores. Porque parece que todos queremos lo mismo, pero no. No todo el mundo quiere pasar más tiempo con sus hijos. Hay gente para la que lo principal es su trabajo, y eso no significa que no le importen sus hijos... Pero tienes que ser consciente de cuál es la prioridad». ¿El orden y la limpieza de la casa, el trabajo, estar con tus hijos? «En lo que valoras tiene que ver el pensamiento heredado. Te han dicho que ‘hay que ser una mujer de provecho’, ¿y qué es una mujer de provecho? ¿Tener un puesto directivo?, quizá para eso no hace falta trabajar muchas horas, sino gestionar el tiempo de otra manera», piensa la emprendedora.

¿La conciliación pasa por los abuelos? «Se recurre tanto a ellos que veo casos de inversión de roles: el abuelo es el que está todo el día con el niño y llega el padre o la madre y le da un Aspito. Ahora los abuelos educan, y tienen otros valores. Piensa qué haces cuando delegas en ellos», plantea.

¿Te sientes una emprendedora de éxito? «Sí, porque el éxito para mí es conciliar distintas áreas, priorizando mi familia. Cada vez hay más divorcios porque no ponemos en el centro nuestra vida personal. ¿Soy una emprendedora de éxito? Sí, pero ¿dar lecciones de emprendimiento? No, eso no —concluye—. Yo volvería a decidir lo mismo. Soy feliz con lo que hago».

La felicidad se mide a diario.