Teresa Baró, experta en comunicación: «Si no sabes por qué vistes de una manera determinada, no dominas tu vida»
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¿Qué ganas si ladeas la cabeza? ¿Qué pierdes si no miras a los ojos? ¿Qué gestos te delatan si mientes? «Ser tú mismo no es siempre un buen consejo, hay personas que no pueden permitirse el lujo de ser ellas mismas», asegura esta especialista en lenguaje no verbal con 30 años de experiencia. El saber estar es un arte para el que hay que entrenarse y escuchar
01 sep 2024 . Actualizado a las 10:02 h.Camina ligero, no hables de más. Elige qué cara pones. No te muestres a la defensiva cruzándote de brazos o metiendo las manos en los bolsillos. Sonríe con patas de gallo. Ojo con llegar antes de tiempo a una casa y tarde a una reunión, y con lo que indican unos hombros caídos o unas manos que se mueven como hachas (a lo Rodríguez Zapatero). Sobre lo que expresa tu cara, cómo vistes y cómo miras, sobre tu actitud corporal te ilustra Teresa Baró, que comparte en píldoras de vídeo didácticas y atractivas lo aprendido en 30 años de carrera como empresaria, consultora, conferenciante y docente. La pasión por comunicar la atrapó de niña, cuando daba clases a sus muñecas. Hoy trabaja en la capacitación de profesionales de todos los sectores, aplicando las metodologías que mejores resultados han dado en tres decenios de experiencia.
—¿Han cambiado mucho los protocolos en tres décadas?
—El protocolo de los libros no ha cambiado. El oficial, el normativo, o el de instituciones y empresas, no ha cambiado tanto. Pero nos hemos relajado en estas normas de conducta. Se nota en la forma de vestir, en la de hablar y dirigirnos a las personas. El protocolo no tiene más remedio que adaptarse porque hay situaciones de hoy que antes no se daban. Antes, a las cenas de trabajo solían ir dos señores, acompañados de sus esposas. Ahora, el protocolo tiene que tener en cuenta que las mujeres van solas a los actos. El protocolo se tiene que adaptar a los cambios sociales, pero no es fácil. Vamos arrastrando costumbres que son el reflejo de una sociedad clasista y machista.
—¿Cómo ha cambiado tu marca personal y la forma de encarar la comunicación con tus clientes y alumnos en esos 30 años de experiencia?
—En 30 años pueden pasar muchas cosas y muchas dependen de ti. Desde cambios tecnológicos a la pandemia. La marca personal se tiene que ir adaptando, ser una marca dinámica. Yo he procurado estar siempre al día. Pero en una marca hay algo que no cambia, que son los valores, la esencia, esa imagen que transmites a tus clientes o a la gente que te sigue. Esta solidez y trayectoria es lo que inspira confianza. Acabamos confiando en las personas que han sido persistentes y coherentes.
—Quizá una imagen no vale más que mil palabras. ¿Cuánto comunica una primera impresión?
—Más que nunca, esa frase, «una imagen vale más que mil palabras», es cierta. Nos basamos en imágenes rápidas, instantáneas. Hoy, con el dedo nos detenemos solo en las imágenes que nos atraen. Hay que tener en cuenta este lenguaje, y no es solo cómo te vistes, es cómo te mueves, cómo son tus gestos... Tenemos tan poca capacidad de análisis que la imagen cuenta mucho. En la primera impresión que das, te descartan, ¡o te dan una opción! Que es poco auténtico. Sí, estoy de acuerdo, pero no siempre tenemos la oportunidad de profundizar.
—¿Una pauta infalible para superar una entrevista de trabajo?
—Educación, buenos modales. A los jefes siempre les da seguridad la gente educada. La forma de vestir, según el sector o el puesto, que se vea que está pensada, que hay una pulcritud. En comportamiento no verbal, mostrar cierta seguridad, sin arrogancia.
«La frase «tú sé como eres» depende de cómo seas... No siempre es un buen consejo, hay personas que no se pueden permitir el lujo de ser ellas mismas, porque no saben comportarse»
—No hay peor consejo para triunfar que el «sé tu mismo», apuntas. Pero a la vez uno no puede estar «editándose» toda la vida para agradar...
—Hay que buscar un equilibrio. La frase «tú sé como eres» depende de cómo seas... No siempre es un buen consejo, hay personas que no se pueden permitir el lujo de ser ellas mismas, porque no saben comportarse con la formalidad adecuada, son desagradables o van por ahí quedando mal. El «sé tú mismo» está bien cuando te lo has trabajado. Entonces, puedes ser auténtico, ser original y diferente a los demás. Esto te lo has trabajado y puedes confiar en tus habilidades. «Sé tú mismo» como si pudieras ser un pequeño salvaje no vale.
—¿Cómo conseguimos el equilibrio entre ser naturales y ser adecuados?
—Hay que tener habilidades. A veces olvidamos que somos seres sociales y eso significa que te tienes que relacionar constantemente con otras personas. Al final del día, has tomado una gran cantidad de decisiones para relacionarte con los demás. Cómo miro, cómo me visto, cómo me muevo, qué palabras utilizo..., todo esto, si yo tengo control sobre mi comunicación, son decisiones. Si la persona se comunica sin ser consciente de cómo se comunica, asume muchos más riesgos de ser malinterpretada. A lo mejor, es una gran persona, una gran profesional, pero no da esa imagen. En el colegio nos enseñan a escribir, pero no tanto a comunicarnos de forma persuasiva, no agresiva. Dominar estas herramientas nos hace más inteligentes socialmente. Yo puedo decir, por ejemplo, que voy a una boda formal en vaqueros. Pero eso lo decido, porque quiero causar una imagen, asumiendo las consecuencias. Pero cuando uno no sabe por qué lo hace, por qué se viste de una manera determinada, no domina su vida.
—¿Qué parte del cuerpo comunica más en lenguaje no verbal?
—¡Comunica todo! Un detalle puede echar a perder lo que has conseguido durante un rato. Pero, si hablamos de la parte más expresiva del cuerpo, es el rostro. Tenemos muchos rasgos en la cara que ayudan a transmitir emociones. Por eso, estamos atentos a la expresión del rostro de la otra persona. Pero las manos y los pies también comunican. Si somos buenos observadores, nos fijamos en estos detalles.
—¿Qué transmite una persona que desvía la mirada?
—Es una lectura que depende de muchos factores. En nuestra cultura, mirar a los ojos es muestra de seguridad. Si aparto la vista, estoy cerrando el canal de comunicación. Pero no es tan simple: aquí entran factores como el estatus de las personas. Cuando hay una persona de estatus superior, probablemente la de estatus inferior bajará la mirada. Mirar a los ojos puede ser señal de desafío. Otro factor que solemos olvidar es el género. Si estás hablando con un hombre y es un superior, es muy probable que tiendas a bajar la mirada en algunas situaciones. Muchas mujeres en el ámbito laboral procuran no sonreír para que no se malinterprete la sonrisa. Y antes, cuando un hombre sonreía, podía estar mostrando debilidad, resultar demasiado sensible, o bobo, o poco serio o con poca autoridad.
«Hay una teoría que dice que las mujeres nos pintamos los labios para simular o potenciar la excitación sexual»
—¿Una sonrisa entonces no siempre es positiva?
—No siempre es positiva. Puede ser una sonrisa abierta, de liderazgo auténtico. La sonrisa de Obama es la sonrisa de un líder. Pero también hay sonrisas de debilidad, de sumisión, de vergüenza.
—¿Por qué las mujeres nos pintamos los labios?
—Me gustaría señalar que esta es una teoría de Desmond Morris, del libro La mujer desnuda. Él ha estudiado durante años el comportamiento de los animales y los humanos. Cuando habla de los labios, dice que esta costumbre de pintarnos los labios de tonos rojos y rosados es una forma de potenciar el atractivo sexual. ¿Por qué? Porque cuando nos excitamos, los labios de la vulva y los labios de la cara aumentan el volumen y el color. Lo que hace el maquillaje es simular o acentuar algo que está en la naturaleza. Esto, que tiene un origen ancestral, se convierte en una especie de ritual. Y nosotros, según Desmond Morris siempre, hemos perdido la conciencia de dónde surge. Hay algo más revelador: ¿por qué tanto bótox en los labios? Uno de los retoques más habituales de las mujeres a medida que envejecen es aumentar el volumen de los labios para resultar más jóvenes y más atractivas. ¿Por qué queremos aparentar juventud las mujeres? Porque es la etapa de la fertilidad.
—¿Cómo generar confianza, un factor que adviertes clave al comunicar?
—Hay dos tipos de confianza, la que se genera en el momento, y la que se tiene que ganar día a día, la histórica, la que inspira la persona que ha sido coherente y honesta a lo largo de los años. Tú vas al médico y de entrada confías en él, pero, según como se comporte, a lo mejor no vuelves más.
—¿A qué líder político destacarías en comunicación no verbal?
—A Christine Lagarde la pongo siempre como ejemplo de lenguaje corporal, como una mujer que transmite seguridad y al mismo tiempo es femenina, con una extraordinaria personalidad, con sus canas. Con su lenguaje corporal, siempre transmite seguridad.