Mantener el equilibrio con un sinfín de objetos, correr hacia atrás con zuecos de madera o subir escaleras muy rápido son algunos de los registros de un hombre, que ahora se prepara para darle 11.000 toques al balón en una hora
14 oct 2024 . Actualizado a las 10:53 h.Carlos Alcaraz se estrenó en la penúltima edición del Libro Guinness de los Récords. Era el tenista más joven en alcanzar el número uno del ránking mundial. Junto a él y otras estrellas aparece, desde hace años, el nombre de Christian López (Cabañas de la Sagra, Toledo, 1988). En esta edición lucía 123 récords y, un año después, saldrá en la del 2025 con 143 registros inéditos. Y todo, en apenas siete años. Tendrá incluso un espacio propio en uno de los libros más vendidos del mundo. Eso sí, son 143 marcas únicas de momento. El próximo 21 de noviembre, con motivo del Día mundial de los Récords —se conmemora el día 18, pero este año el certamen se aplaza tres días— intentará sumar otros cinco. «Es un orgullo absoluto. Ni mucho menos por tener un récord apareces automáticamente. Es superdifícil. Cuando me dijeron que por el 70.º aniversario de los récord Guinness me darían una página especial, pensé que esto ya era una locura», reconoce López.
El español con más récords registrados no se pone límites. Espera sumar cuatro más. El máximo permitido por cada solicitud son cinco, pero uno de los que intentará batir ya está a su nombre. Christian tratará de lucirse en una de sus especialidades: subir escaleras. El próximo mes buscará ser el más rápido en ascender una milla (1,6 kilómetros). Una vez que supere esta distancia, no piensa parar. Intentará superarse a sí mismo y ser el más veloz en subirlas durante una hora. Un récord que ya logró en el 2022. En 60 minutos, recorrió 1.457 metros a través de los escalones de la Torre del Agua de Albacete. Y con una talla 46 de pie. «Al subir no tengo problema porque apoyo la punta del pie, al bajar a veces tengo problemas desastrosos», confiesa el recordman toledano.
El tercero de sus intentos es ya otra modalidad: las actividades físicodeportivas. Christian ha batido récords gracias a su capacidad para correr de cualquier manera imaginable. De cara a la gran cita, buscará ser el hombre más rápido en recorrer cien metros con unos zuecos sanitarios (los coloquialmente llamados crocs, por la conocida marca).
Pero todo el mundo tiene un límite, incluso este atleta de marcas imposibles. Para registrar un récord, es posible mandar una documentación, sobre todo basada en diferentes vídeos, para que después la organización acredite la validez de la marca. Así que, en parte, Christian ya ha hecho los deberes y presentará otros dos registros. El toledano recorrió un kilómetro haciendo malabares con tres objetos. Y lo hizo en dos minutos y 43 segundos. Los 600 metros restantes para hacer la milla completaron un tiempo por debajo de los cinco minutos.
Como Cristiano o Messi
Próximamente, buscará emular a Cristiano Ronaldo o Messi, dos leyendas del fútbol con varios récords Guinness. se está preparando a conciencia para ser la persona que más toques de balón es capaz de dar en una hora. Debe superar al menos los 11.000 para llevarse un récord más al bolsillo. «Es una auténtica barbaridad, estoy entrenándolo poco a poco. No me voy a poner una fecha. He mejorado mucho la técnica y ahora toca conseguir resistencia», asegura.
El deportista también es un experto corriendo en sentido inverso, como los cangrejos. Corriendo hacia atrás, en el llamado retrorunning, no tiene rival. Ostenta siete récords en este apartado. Fue capaz de recorrer 50 metros en casi siete segundos y diez kilómetros en algo más de 42 minutos. También domina otras cinco distancias: 100, 200 y 400 metros, un kilómetro y una milla. Le dio, además, una vuelta de tuerca a esta modalidad: batió el récord de distancia corriendo hacia atrás y haciendo malabares. «Hay que tener mucha coordinación. Al principio... ¡Madre mía! Me pasaba más tiempo recogiendo pelotas que en el entrenamiento en sí», añade.
Para poder correr de estas formas tan singulares hace falta destreza, forma física y equilibrio. Esta última habilidad es uno de sus puntos fuertes. Tanto que le ha valido uno de sus récords más mencionados. Mientras media España aprovechaba el confinamiento para hacer pan, el toledano salió al patio de su casa y sostuvo solo con su barbilla una bicicleta. Lo hizo durante nueve minutos y 41 segundos. «La dificultad no es el hecho de la colocación del objeto sobre mi barbilla o frente. Lo difícil es estar tanto tiempo; tener esa resistencia al dolor es lo que realmente me diferencia», explica el toledano sobre un récord que le valió para mostrar su destreza en programas de televisión en horarios de máxima audiencia. Pero no queda ahí su pericia con el equilibrio. Batió récords de tiempo con otros objetos. Mantuvo una escalera doble sobre su barbilla 18 minutos. Y, ya con un objeto más liviano como un bate de béisbol, llegó a aguantar una hora y media.
Otra bicicleta, la estática, era una de las recomendaciones que le hizo un médico endocrino. Poco deporte más podría hacer. «¿Y si está hablando más por él que por mí?», se preguntó entonces. Christian padece diabetes de tipo 1 desde los 12 años y su ambición por batir marcas imposibles le sirve de motivación.
«Me encanta inspirar a otras personas a que den su máximo potencial. Doy charlas en muchas asociaciones y me gusta transmitirles mi mensaje de que no debemos tener miedo a nada. No tenemos que compararnos con nadie. Vivimos en una sociedad que en ocasiones nos impone ciertos límites. Ya que estamos aquí cuatro días, vamos a vivir con ilusión», afirma.
El toledano se vale de sus récords para aportar un dato que refrenda sus argumentos: jamás tuvo que retirarse de ningún reto por ser diabético. «La diabetes no es una ciencia exacta. No son matemáticas. A veces he tenido que retrasar o aplazar un entrenamiento porque no estoy en las cifras idóneas. Me influye mucho en una competición o a la hora de superar un récord Guinness. La adrenalina está disparada y también se disparan los niveles de glucosa en sangre. Es una lucha brutal, porque tengo que pelear contra el agarrotamiento muscular o mayor sudoración, que es lo que me suele ocurrir cuando me sube mucho el azúcar», relata. No es ninguno de sus 143 récords, pero siente un orgullo incluso mayor al servir de inspiración para los jóvenes. «Me lo recalcan mucho las familias, que gracias a lo que estoy haciendo sus hijos empiezan a hacer deporte», apunta satisfecho.
Christian vive rodeado de juventud en su día a día. Y no solo por su espíritu aventurero, sino por su profesión. Doctor en Ciencias del Deporte, imparte clases como profesor en la Universidad de Burgos. Y es entrenador de atletismo en su pueblo, Cabañas de la Sagra. Con tanto ajetreo, para él es esencial aprovechar el tiempo. Antes de atender a YES, se había levantado a las seis de la mañana para entrenar. A sus alumnos también les ha enseñado su pasión por el tower running, el deporte de carreras verticales, que consiste en competiciones de subir escaleras. Su dedicación a esta disciplina viene de mucho antes que su afán por las marcas insólitas. Desde el 2011 participa en campeonatos de este tipo. Lo hizo antes de meterse de lleno en la búsqueda de récords por toda Europa. Los 186 metros, 52 pisos y 924 escalones del Gran Hotel Bali de Benidorm formarán parte siempre de su estreno en esta disciplina. «Yo hacía atletismo, pero siempre me lesionaba. Y vi este deporte en la televisión, quise probar y vi que se me daba bien», recuerda sobre una etapa que le llevó a subir los 768 escalones de la iglesia mayor de Ulm, en Alemania, la más alta del mundo.
Del país germano es originario André Ortof. Otro recordman europeo con el que compite el deportista español. El alemán tenía el récord de los 100 metros con zuecos de madera. Christian, en el 2023, paró el cronómetro en 11,97 segundos, y lo superó. Y eso que, para competir, tuvo que hacerlo con zuecos traídos de los mismos Países Bajos, donde este calzado es un símbolo a la altura de los tulipanes o de Johan Cruyff.
Propone sus propios retos
Christian siempre ojea los registros de Guinness en busca de algunos nuevos para batir. Pero, a veces, ha tirado de imaginación o recomendaciones para proponerle sus propios récords a la organización. Así firmó la mejor marca corriendo hacia atrás y con aletas de buceo. Cosechó el récord, pero de nuevo salía Ortof a la palestra para romper su marca. «Lo volví a batir al hacer esa distancia en 8,82 segundos», afirma.
La historia de Christian está ligada sin remedio a la de su abuelo Ernesto. Cuando era pequeño, le regalaba cada año el Libro Guinnes de los Récords. Ese en el que, con trabajo y esfuerzo, su nieto ha conseguido dejar su huella al menos 143 veces. «Esos valores que me transmitió, de coraje y lucha sin tregua, son los que intento aplicar», afirma el toledano, que veinte años después del fallecimiento de su querido abuelo lo sigue teniendo muy presente.