Teresa se quedó embarazada a los 16 años: «Las madres se ponían en corrillos y me señalaban al salir del colegio. Aguantar eso fue muy duro»

MARTA REY / S.F.

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Teresa con Manuel y su hijo Bruno, de 5 años
Teresa con Manuel y su hijo Bruno, de 5 años

El pequeño Bruno, de 5 años, nació cuando Teresa y Manuel cursaban segundo de bachillerato. A pesar de lo que conlleva un embarazo adolescente, la pareja no dudó en seguir juntos adelante para tener entre sus brazos a «Coco». «Nunca puedes juzgar algo así, porque es algo que puede pasar», afirman

14 oct 2024 . Actualizado a las 12:13 h.

Teresa y Manuel disfrutaban de la adolescencia en pareja, tenían 16 años, pero cuando comenzaron segundo de bachillerato, nunca imaginaron que una noticia cambiaría para siempre sus vidas: iban a ser padres. «Era la primera semana de curso, acabábamos de empezar. Un miércoles quedé con una amiga mía que se había ido a Roma tres años a vivir y justo había vuelto. Aproveché, y le conté que tenía un retraso con la regla, pero sin darle más importancia, porque yo no me imaginaba absolutamente nada», explica Teresa. Animada por su amiga, decidió hacerse un test de embarazo. «Ella me dijo: ‘‘Pues yo, si fuese tú, ya me lo hubiese hecho para quitarme la angustia de encima’’». También creí que no me bajaba la regla por el estrés, ya que habíamos tomado precauciones. Finalmente, me compré una prueba de embarazo y a la mañana siguiente me lo hice en el colegio a primera hora. Saltó el positivo al segundo, no me dio tiempo ni de hacerme a la idea», afirma. Tanta fue la incredulidad que Teresa acudió a la farmacia con otra amiga para comprarse otro test. «Fui porque no me lo creía y pensaba que tenía que estar mal. Pero volvió a dar positivo», indica. Ahora, con 21 años, ella y Manuel siguen juntos y disfrutan de su hijo Bruno, de 5, al que cariñosamente llaman Coco.

 El papel de una cómplice

Después de digerir un poco la noticia de aquellos dos positivos, Teresa tuvo que gestionar cómo contarlo en casa. En su centro escolar encontró a sus cómplices. «Me han criticado un montón, pero lo que me salió en ese momento fue ir a la mítica profesora que todo el mundo tiene de confianza y que siempre te habla de esos temas. Se lo conté y me dijo que quizá era mejor hablar con la directora. Ella me ofreció llamar a mi madre y decírselo allí juntas o que me vinieran a buscar y que se lo contase yo a solas en casa. A día de hoy pienso que es un poco cobarde, pero en ese momento decidí que lo mejor para mi situación era que viniese al centro y que se lo contásemos entre las dos. Primero entró mi madre y cuando se lo dijo la directora, entré yo. Tuve muchísima suerte porque mis padres me apoyaron desde el minuto uno y no me cuestionaron nunca», confiesa. Y también llegó el momento de contárselo a su pareja. «Le mandé un mensaje, aunque no le puse directamente que estaba embarazada porque entonces le hubiese explotado el móvil. Estudiábamos en el mismo colegio, pero como estaba diferenciado entre chicos y chicas, su bloque estaba a diez minutos en bus del mío. Le dije: ‘‘En cuanto te llame, sales de clase’’. Ahí él se dio cuenta de que algo pasaba importante porque no era normal que me acercase hasta allí. Entonces ya me llamó y me dijo: ‘‘¿Qué pasa, que estás embarazada?’’. Le respondí que sí y acabó siendo todo por teléfono. Fue un poco cutre, aquí no hay historia bonita», cuenta.

Una vez aceptada la situación por parte de los dos, tocaba ponerse las pilas para sacar el curso adelante. «Parece que estaba todo hilado. El embarazo me pilló en el año 2020, en el de la pandemia. Estábamos en cuarentena, dábamos clase online y yo tenía una rutina supermarcada. Para mí fue increíble porque me permitía estar descansando en casa, aunque me daba un poco de pena que mis amigas y Manuel no me pudiesen ver embarazada», detalla. Ahora le quedan dos años para terminar su carrera universitaria en Valladolid, su ciudad natal. «Estoy estudiando Ingeniería Energética. Es bastante duro, no te voy a engañar. Me he metido en un buen berenjenal. Manuel trabaja y también estudia Derecho. Tengo mucha ayuda y estoy muy organizada con mi pareja. Hasta que Bruno tuvo 2 años estaba conmigo todo el día. Después me di cuenta de que necesitaba ayuda o si no iba a ser imposible que sacase la carrera, porque necesitaba muchas horas para estudiar. En mi caso, mi madre se queda con él cuando estoy en la universidad. Bruno pasa una semana en casa de cada uno y los dos lo vemos todos los días. Tenemos mucha flexibilidad, nos ayudamos mutuamente. Así también nos permite tener un orden con las cosas de clase», indica. El año que viene se independizarán. «Si todo va bien, nos iremos a vivir juntos», confirma. Y para los abuelos, el pequeño también es un regalo. «Es su alegría, es que es un niño que es felicidad. Encima Bruno ha nacido con muchísima gente alrededor, tiene un entorno muy movido. Es muy alegre. Ahora estamos en una fase un poco más de educar y es un poco más duro. Pero es verdad que es un niño que cuando estás con él, estás feliz», explica.

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«Me gustaría tener otro»

A pesar de que estaban seguros del camino que iban a tomar, Teresa recuerda algunos de los comentarios que recibió por parte de su entorno. «Ha habido de todo. Algunas amigas que eran compañeras de clase, el día que les dije que estaba embarazada, me dijeron que era una irresponsable. Entiendo que son niñas de 16 años que no comprenden lo que está pasando. Pero también he tenido familiares cercanos que me han dicho si había pensado bien lo de seguir adelante, que no sabía lo que era», afirma. Además, también se sintió juzgada. «Mi colegio era del Opus, y que una niña de mi edad se quedase embarazada fue un bum. Era muy raro. Sobre todo, aguantar las miradas de las madres de las niñas de 6 o 7 años. Me veían a la salida del colegio y se ponían a señalarme en corrillos y yo pensaba: ‘‘Madre mía, es que tu hija tiene más discreción y más madurez que tú’’. No se estaban dando cuenta de que al final tienen hijas y que les puede pasar a ellas también. Nunca puedes juzgar algo así, porque es algo que pasa», confiesa.

Durante este tiempo, ambos tuvieron que crecer de golpe, ya que eran responsables de un bebé. Sin embargo, Teresa no tiene remordimientos por haber dejado de hacer cosas que hacían otras chicas de su edad. «Cuando te ocurre una situación así, te toca madurar de golpe. Lo que me pasaba era que mis amigas me hablaban de que iban a salir de fiesta el sábado y sus preocupaciones consistían en que el chico que les gustaba no les hacía caso. La mía era que mi hijo esa semana había perdido peso. Yo he salido muchísimo de fiesta antes de quedarme embarazada. No tengo la sensación de haberme perdido algo. Es verdad que algunas, por ejemplo, se han ido a Nueva York a hacer un Erasmus o están todos los días viajando. A mí también me gustaría, pero no lo digo a nivel envidia, sino de: ‘‘¡Qué guay!’. Pero sé que algún día, si Dios quiere, lo podré hacer. Lo de marcarse tiempos no está nada bien, la verdad», afirma.

A pesar de que a día de hoy parece que las relaciones duran cada vez menos, Teresa y Manuel han sabido surfear las olas. «Creo que hemos ido educando al niño, pero también nos hemos ido educando nosotros mutuamente. Nos hemos hecho el uno al otro, y así ha sido mucho más fácil. Desde el primer momento yo tenía claro que quería estar con él. Fue el primer chico con el que yo he estado en mi vida, con el que me di mi primer beso. Hemos tenido suerte. Para nosotros lo más importante es nuestra familia, porque no todo es bonito y ha sido muy difícil. Hubo temporadas muy duras», asegura.

¿Te gustaría tener otro?, le pregunto. «Por mí lo hubiese tenido hace dos años, pero tenemos que terminar algunas cosas», responde felizmente Teresa, que espera que su testimonio pueda ayudar a alguna chica que esté pasando por lo mismo.