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No, el forastero no se ha colado por error en el rodaje de «Bambi». La villa japonesa de Nara tiene algo especial: 1.200 gamos «sika» corretean libres por calles y parques, y saludan al turista
24 oct 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Es difícil de creer, pero un cervatillo cruza un paso de cebra junto a decenas de peatones con toda naturalidad. A pocos metros, una señal de tráfico con la figura de un ciervo aconseja prudencia a los conductores. Esto solo podía ocurrir en Nara, el pueblo que se merece el título de más «curriño» del mundo, donde cerca de 1.200 venados corretean alegremente por sus parques y se dejan acariciar por los turistas. Es como meterse dentro de la película Bambi, el sueño de todos los niños y niñas del mundo. Es más, estos gamos manchados se paran a saludar con una reverencia al estilo japonés a los paseantes y estos se la devuelven con una educada inclinación, y viceversa. Sonríes y te sientes en paz y armonía con la naturaleza, donde todos los seres vivos se respetan.
Los ciervos sika están protegidos oficialmente como tesoros nacionales. Los monjes del templo sintoísta de Todai-ji los ven como mensajeros de los dioses. Vagan libremente, unos pacen en los parques, otros se tumban en familia, acomodados ante las raíces de un árbol, y descansan mientras ven pasar el trasiego de turistas. Otros asoman el hocico a ver si les cae alguna golosina. Se dan momentos humorísticos, cuando los cervatillos más traviesos persiguen a los niños para arrebatarles de las manos sus bolsas de patatillas o de golosinas. Saben que los turistas compran obleas para darles chuches y los avispados sika van a por los niños porque son más bajos que ellos. Es la ley del más alto y los pequeños salen corriendo. Otros posan con los turistas.
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TESORO NACIONAL
En Nara, los corzos pululan por todos lados alrededor del templo de Todai-ji, en los grandes parques de la ciudad, en la zona histórica; puedes ir al quiosco a comprar una botella de agua o un suvenir y encontrarte a un astado deambulando por la acera. O asomarte a unas escaleras y toparte con un par de gamos con cara de no saber si subir o bajar. Los adultos dan más respeto, porque son grandes y van bien armados pero, en general, son familias de bambis muy amigables. ¡Bienvenidos a Nara!
El pueblo de Nara está situado cerca del centro de Japón, entre Kioto y Tokio. Sería una localidad moderna más, si no fuese porque alberga un templo que cobija una estatua gigante de bronce del buda Vairicana, el Daibutsu. Fue fundado hace casi 1.300 años y allí se montó una escuela kegon. Los monjes tuvieron la idea de dejar que vagasen libres los gamos por el exterior de su recinto. Miles de peregrinos llegan a diario para sellar sus credenciales que acreditan que han visitado el templo, y queman papeles en incienso como ofrenda o encienden velas para hacer sus ruegos. Desde Kioto y Osaka el tren es rápido y la excursión ocupa una mañana.
Más al sur, cerca de Hiroshima, existe otro santuario con cervatillos sueltos, pero no tantos. Se trata de la isla de Miyajima, presidida por una puerta roja gigante (torii) clavada en mitad del mar y que pertenece al templo de Itsukushima. Se llega en ferri y los ciervos reciben a los pasajeros que desembarcan en el muelle.