
«La erótica del poder existe», apunta la experta, que explica que las mujeres suelen tener un vínculo más afectivo cuando tienen relaciones, también fuera de la pareja estable. «Conozco casos de amantes que llevan 15 años acostándose», indica
21 oct 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Hemos escuchado y leído estos días tanto la palabra amante que Aránzazu García, sexóloga de la clínica Intimae de Vigo pone luz sobre una palabra que, dice ella, ha ido mudando: «Lo de amante parece de la época de la posguerra, hoy se habla más de amigo o amiga».
—¿Existe un perfil de las personas que se convierten en amantes?
—En prensa científica se han analizado estadísticas de un montón de cosas, desde la estructura familiar de la que viene la persona, si han sido infieles en el pasado, y hasta se analizaron variables genéticas. E insisto mucho en esto de estadísticamente, porque cuando hacemos estadística sabemos que hay una correlación, pero no quiere decir que exista una causa como el gen de la infidelidad. Por ejemplo, se ha estudiado más de un gen y había uno que lo que pasaba era que se correlacionaba con la dopamina. Personas cuyo sistema nervioso genera más dopamina. Son personas más buscadoras de sensaciones, más lanzadas. Al parecer, había una correlación estadística con el número de infidelidades.
—Tener un amante no es lo mismo que ser infiel esporádicamente.
—Efectivamente, el amante se perpetúa en el tiempo y hay un vínculo emocional claro. En esos casos, además de cómo sea la persona, influyen sus circunstancias, porque, por ejemplo, los reyes hasta ahora no tenían la facilidad que podría tener yo para separarme. Lo de ponerle el piso a la amante era típico de la generación de mis abuelos, pero ahora ya es más raro. Actualmente, los hombres y las mujeres ya son independientes económicamente.
—¿Tiene relación con la situación social: hay más amantes en las clases altas?
—No lo podemos decir con rotundidad, pero evidentemente antes había una posibilidad económica en esa gente que podía mantener dos vidas. Mientras que una persona que no tiene dinero, pues lo tiene más difícil, claro. Serían relaciones más esporádicas, pero no te pondrían un piso... Pero, bueno, yo conozco casos en mi consulta de personas que llevan 15 años acostándose.
—¿Por qué no se separan?
— No te puedo dar una respuesta universal. Está claro que cada persona tendrá distintos motivos. Recuerdo a una chica que sencillamente no quería, nunca había tenido una pareja estable, no había convivido y no quería. Su amante estaba casado y ella quedaba de vez en cuando. Lo quería así. Hay otros casos en que uno de los dos quiere más, pero el otro no se presta.
«A veces te dicen: «Es que no fue una infidelidad, es que ha estado acostándose con ella 12 años. Lo sabía toda la oficina menos yo».
—¿Suele ser una relación entre iguales? Tenemos la sensación de que el hombre, en general, sale ganando: me quedo con mi mujer y también con mi amante.
—La figura del amante clásico solía ser así. Pero a día de hoy es diferente, además ya no se suele utilizar el término amante. Es como, bueno, somos amigos, cada uno tiene su pareja y de vez en cuando nos encontramos o no. Las mujeres, eso sí, tienden más a vincularse emocionalmente cuando hay relaciones sexuales. Entonces sí que puede ser que haya hombres que lo vivan de forma más fácil, más desapegada que la mujer. Las mujeres neuronalmente estamos mucho más preparadas para lo relacional y lo emocional, se vive con más intensidad.
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—¿Ellas tienden a buscar más afecto en esas relaciones fuera de la pareja estable? ¿Buscan más el amor que el sexo?
— Sí, sí. Digamos que las mujeres el sexo lo viven más vinculado a lo afectivo. A los hombres les resulta más fácil desvincular el sexo de la parte afectiva.
—¿Suelen saber los maridos y las mujeres que les están siendo infieles con un amante o una amante de años?
—A día de hoy, yo creo que es más frecuente que no lo sepan. En la generación de la posguerra era otra cosa. Ahora puede haber casos en los que no lo quieran saber, pero, en general, suelen venir a la consulta cuando lo descubren, es decir, no lo sabían. A veces te dicen: «Es que no fue una infidelidad, es que ha estado acostándose con ella 12 años. Lo sabía toda la oficina menos yo».
—¿Qué hay de la erótica del poder?
—La erótica del poder existe. Los seres humanos somos animales jerárquicos. Es instintivo. Lo llevamos en la médula de los huesos. Nos medimos, nos comparamos. El tema del poder es algo muy relevante en las relaciones sociales, personales y sexuales. Incluso entre personas del mismo sexo, el tema de quién es activo y quién es pasivo es muy relevante. Es una característica importante.
—¿Es igual para ellos que para ellas?
—Hay un estudio que dice que a los hombres que estaban jerárquicamente más arriba les era más fácil encontrar pareja que a las mujeres que estaban profesionalmente muy arriba, que tenían la misma probabilidad. A ellas parece que les atrae más ese poder que a ellos. Los hombres suelen fijarse más en aspectos físicos, de carácter y de juventud.
—¿La erótica del poder influye más en los hombres que en las mujeres a la hora de buscar pareja?
—Sí, es probable que ellos busquen amantes más jóvenes, por ejemplo. Y luego aquí ya podríamos entrar en la diatriba de si esto es cultural, es biológico o instintivo. Yo creo que tiene una parte biológica y también una parte cultural. Las dos cosas están ahí, lo cultural también influye.
—En una sociedad machista como la nuestra, a las mujeres o se las pone como víctimas o como busconas, y ellos salen de rositas.
—Está claro que antes había unos esquemas de relación muy fijados. Entonces, o estabas casado o estabas soltero, es decir, era o blanco o negro, pero ahora hay todas las opciones: amigos, amigos con derecho a roce, parejas que viven separadas, parejas abiertas... Ya no hay ese imperativo cultural que había antes de mantener el matrimonio. Cuando una persona decide mantener el matrimonio en esos casos es por presiones familiares o límites económicos que dificultan la separación. Pero, aunque haya influencias externas, seguir casado o separarse a día de hoy es más una elección personal.
—¿Por qué las personas que llevan años como amantes no se separan?
—Hay diferentes casos, pero puede decirse que porque a él o a ella les gusta la vida en familia que tienen, el vínculo relacional con su marido o con su mujer, porque es una pareja de muchos años, porque se entienden y, en el fondo, porque es lo más valioso, lo más importante para esa persona: su marido o su mujer.
—¿Lo más valioso para los amantes casados es el matrimonio?
—Sí, porque eso es lo importante, a lo que la persona no quiere renunciar. La amante o el amante les aporta otras cosas: atracción, diversión, evasión... Por eso suelen querer quedarse con las dos partes. Si ya pasas más tiempo con tu amante que con tu marido, generalmente, te vas a vivir con él.
—¿Es cierto ese sesgo que apunta a que las amantes siguen soñando con que ellos dejen a sus esposas?
—No lo tengo claro, yo me imagino que habrá muchas que ya saben que eso no va a pasar. Además, es muy diferente la amante a la que le pones un piso, que me parece de antes, que la amante de encuentros esporádicos, que es el tipo de amante más común a día de hoy.
—¿Hoy es más esporádico?
—Sí, por un lado hay las infidelidades, y por otro, yo lo que veo en consulta es que puede haber infidelidades repetidas con la misma persona en el tiempo, pero de manera esporádica.
—¿Sufren más los amantes o los esposos?
—No siempre tiene por qué haber sufrimiento. Puede haber personas a las que por su situación vital les encaje vivir así. Porque no quieren tener un hombre en casa o porque no quieren una pareja más seria. Y también habrá otras que deseen estar más con el amante, pero no pueda ser. O que entre dos personas casadas se hayan puesto de acuerdo totalmente para vivir como amantes.
—¿Hombres y mujeres son infieles por igual?
—Gleeden, que es una página de citas no monógamas, hizo una encuesta en el 2022 y salió que en España solo el 42% de los hombres y el 31% de las mujeres decían haber sido infieles alguna vez.