Carmen y Pepe viven un amor intenso: «Coñecímonos con 60 e pico anos nun baile e tardamos un mes en vivir xuntos»

Melissa Rodríguez
Melissa Rodríguez REDACCIÓN / LA VOZ

YES

BASILIO BELLO

Para el amor no hay edad. Esta pareja de Carballo y Tordoia apostó por dar rienda suelta a la pasión sin tener en cuenta el año de nacimiento. Son felices y disfrutan de la vida, más si cabe, con el corazón lleno. Nunca es tarde, dicen, para encontrar a la media naranja, así sea a la segunda o a la tercera. De momento, no se casan: «Papeis xa temos dabondo!»

06 nov 2024 . Actualizado a las 10:25 h.

Mari Carmen Gómez Suárez, de Anxeriz, Tordoia, y José Varela Bello, de Sofán, Carballo, dan envidia solo con mirarlos. Tienen 70 años —ella los cumplirá en breve— y se conocieron hace siete. «Case oito», puntualizan los dos. Fue en un encuentro, cuanto menos, curioso. Una cita a ciegas, con celestina incluida.

Era el segundo jueves de mayo del 2017 y, siendo fieles, cada uno de ellos, a la marcha que mantiene alegres y felices a miles de jubilados, acudieron a una comida-baile en la ahora extinta parrillada A Fronteira, de Sofán. Un jueves, ojo. «Os pensionistas podémosnolo permitir», bromea Pepe, en referencia a ese día que, para otros muchos, es laborable. Previamente, cada uno de ellos ya había acordado con Rocío Pérez, cantante carballesa que ameniza numerosos bailes de la tercera edad, que estaban abiertos a conocer a otras personas. Pero no a cualquiera, matiza Carmen: «Eu preguntei», dice entre risas: «Ten boa carteira? É dos que garda ou dos que vive?», comenta a carcajadas. «Eu son así, de carallada», añade.

Ese día, Pepe, como es conocido, acudió a la jornada solo —era un asiduo del bar—, mientras que Carmen lo hizo con su pandilla de amigas. «Cheguei un pouco tarde», le viene a ella a la cabeza. «Foi rápido», recuerda él. La celestina los presentó y la cosa cuajó. Tanto que entablaron conversación, y de esa primera cita salió otra, ya el sábado siguiente. Pepe fue un galán. «Invitoume a unha pulpada, xa fomos nós sós», cuenta la tordoiesa con unos ojos que reflejan ilusión y, sobre todo, mucho amor.

No se queda atrás el carballés, que al igual que ella, confiesa estar enamorado. La relación fue a velocidad de crucero, un flechazo en toda regla. «Tardamos un mes en vivir xuntos», relatan. Primero se fueron al piso de Carmen, en la capital de Bergantiños. Pero llegó la pandemia y optaron por la casa de campo de Pepe, en su parroquia, ya que permitía mayor libertad de movimiento. Y allí siguen, a las duras y a las maduras, porque confiesan que «hai altos e baixos, como en calquera parella ou matrimonio. Ás veces enfadámonos e tirámonos os trastes», aunque en términos generales congenian muy bien.

BASILIO BELLO

LOS NUEVOS VEINTE

Lo que los une son las ganas de vivir. Sus 70 son los nuevos 20, pero con «cabeciña», señalan, a lo que añaden: «As pensións son pequenas». Pero ellos se las apañan para administrar el dinero y no privarse de disfrutar. Les encantan las excursiones y las comilonas. Así, ya tienen plan, por ejemplo, para la Navidad, con una cena-baile en Montemaior, en A Laracha, avanzan. También suelen acudir a las pulpeiras de vez en cuando a darse el capricho. Sobre todo en verano, con el buen tiempo. Los dos tienen coche propio y conducen. Así es que lo que les va más ahora es viajar. Dan un paseo hasta Camariñas, por ejemplo, pero, ojo, que esta pareja ya conoce también las luces de Vigo, las termas de Ourense y O Grove, que visitaron en barco. Y con el Imserso o con la asociación de pensionistas de Sofán se fueron, recientemente, hasta Roquetas de Mar, o incluso a Benidorm. «Hai que manterse activos», resaltan.

Pepe también hace teatro, algo que le gustó desde siempre. Sin embargo, lo tuvo aparcado hasta hace cuestión de unos diez años. Va a ser cierto lo de que la jubilación es la nueva juventud. Participa en dos asociaciones, la vecinal de Sofán y otra cultural, ya en la capital. «Preparamos obras todo o ano e, despois, estreámolas», traslada. Y hacen una buena gira, pues en su calendario próximo de actuaciones tenía varias anotadas: dos en Carballo y otras en A Laracha y Cances. Él goza de buena memoria. «Tamén o curro, porque leo moito os papeis», recalca. Una de las piezas que interpretó fue la basada en la película El calzonazos, protagonizada por Paco Martínez, recuerda. El maletín, Aquí non paga ninguén o Misión barranco son otras que le vienen a la cabeza. Es otro factor que le ayuda a mantenerse joven. Entre el público siempre está su amada, Carmen, a la que hasta el último momento no le desvela nada de la trama teatral, asegura.

Ella, por su parte, es una amante de las cartas. «Non se pode xogar con ela, gáñame sempre», reconoce Pepe. Juntos comparten la afición por cuidar del huerto, y no les va nada mal. De allí sacan patatas, tomates, pimientos, lechugas, fresas y hasta sandías, y mucho más. «É un entretemento», apostillan. Ambos usan WhatsApp y, además, él tiene Facebook.

Otro ejemplo de que se entienden muy bien es que en la cocina se intercambian los roles. Unas veces cocina ella, y otras, él, según el plato del que se trate, pues cada uno le tiene cogido el toque al suyo, o las tareas que tengan que hacer. También van al bar habitualmente a pasar un buen rato.

BASILIO BELLO

FUE UN FLECHAZO

¿Pero qué fue lo que los enamoró? Los dos tienen claro que, sobre todo, a cierta edad, lo que realmente conquista es el interior. Fue su caso. ¿Qué fue lo que más le gustó del uno al otro?, les pregunto. «A simpatía e a forma de ser, todo», dice Pepe. «A personalidade, é estupendo. Ten bo corazón e fai moito por min», expresa Carmen. Y los dos se mantienen tiempo después en las mismas. No se mueven ni un ápice. Por cierto, no son celosos. Ella baila con quien quiere, y él, más de lo mismo. «El vai onde quere e eu igual», reafirma Carmen.

Es curioso. Ninguno de los dos acudía a la cita con el baile con la intención de ligar, reconocen, pero el amor se les presentó en la puerta. «Foi unha casualidade», coinciden. «Mellor estase así que só, mirando para as paredes. Agora vexo os días máis bonitos», apunta Pepe. «Eu a soidade non a quero!», afirma Carmen de forma rotunda.

Conocen más casos como el suyo, de personas mayores que rehicieron sus vidas, cada uno con su particularidad. Por ejemplo, hablan de una pareja que no comparte vivienda, aunque ellos consideran que «a xente, como se coñece de todo, é convivindo».

TIEMPO CON SUS FAMILIAS

¿Y cómo recibieron la noticia de su amor en sus respectivas familias? Sin mayor objeción, manifiestan. Pepe está divorciado, y Carmen es viuda. Él no tiene hijos, mientras que ella sí. De hecho, se reúnen y comparten momentos todos juntos.

Ambos llevaban un buen tiempo solos tras sus respectivos matrimonios. Tampoco tenían en mente conocer a alguien, aseveran, pero surgió así y fue lo mejor que les pudo pasar, confiesan. «Porque unha cousa saíra mal non van saír todas», considera él. Entre sus planes no está el de casarse. «Estamos ben así», opina Pepe. «Papeis xa teño dabondo!», comenta Carmen con su característica sonrisa.

Ella se quedó viuda muy pronto. Su esposo falleció a los 41 años de un infarto. Sus hijos tenían 17 y 19 años, recuerda. Le tocó sacar fuerza y aliento de donde no lo había para tirar para adelante, y lo consiguió. Primero fue ama de casa, cuidó de sus hijos y ayudó a su marido con la empresa, pero, después, incluso, rebasados ya los 60 años, fue asalariada. «Cando vivía soa, tiven os meus achaques de saúde, con baixóns de tensión, e tomei medo. Agora imos vellos», recuerda. Por su parte, Pepe fue albañil y constructor desde los 15 hasta los 61 años. Trabajó en Suiza, «por toda España», y también en Galicia.

Ellos lo tienen claro: «Estamos de marabilla, como calquera outra parella máis moza. No amor non hai idade!». Carmen incluso va un paso más allá: «Cando quero, achégome a el e doulle un bico», dice dicharachera. Por ello, animan a otras personas a no cerrar nunca las puertas al amor. A ellos les fue bien. Habrá que tomar ejemplo, pues.