Lo que la pantalla te devuelve es la imagen de una mujer hermosa, con un cuerpo estupendo y una cara que ha sucumbido a esa cirugía imposible de disimular y difícil de entender. Se llama Demi
Moore y ha vuelto al cine con una película que la crítica alaba y los jóvenes valoran, aunque el relato y el formato sean un exceso que a algunas se nos hace tan cuesta arriba que abandonamos antes del The end. Aun así, hay que reconocerle a La sustancia y a la Moore algunas cosas. La primera es entrar en el debate sobre el aspecto de la mujer y su no derecho a envejecer. Y lo hace tan a lo bestia que lleva al máximo aquello de que sobre el cuerpo de las mujeres se han librado todas las batallas.
Se aplaude también que la protagonista sea Demi Moore, con toda la conversación que desde hace décadas se mantiene sobre su cuerpo desde que su imagen con el barro la convirtió en una actriz de fama mundial. Moore nos ha brindado su figura para que debatamos sobre ella. Opinamos sobre su cabeza afeitada en una época de melenas cuando pocas se atrevían con la cuchilla. Sobre su vientre preñado en la portada de una revista cuando los embarazos se ocultaban. Sobre su pecho operado cuando las prótesis se disimulaban. Sobre su amor por un hombre más joven cuando hacerlo era hacer el ridículo. Sobre su relación con Bruce Willis cuando un divorcio era un destierro y sobre cómo esa relación ha seguido, incluso ahora, cuando Willis ya no sabe que es Bruce Willis. Demi Moore cumplió esta semana 62 añazos y sus hijas la han felicitado llamándola «abuela sexi», una denominación que incomoda y que destila algo de la disputa que plantea la película con resultados terroríficos.
Lo de envejecer es un temazo. Y para las mujeres, lo siento, más. Esa pulsión contra la muerte y la decadencia que se percibe a partir de un día concreto. Ese instante en el que asoma la primera arruga y se inicia la crisis celular que culminará con tu apagón. Esa cana que brilla y que si la luce Letizia Ortiz es motivo de censura por descuido y si la exhibe Felipe de Borbón subraya su elegancia.
En la pandemia tuvimos una ocasión excepcional para echarle un ojo al aspecto de tu generación. Nos convocaban para vacunarnos por año de nacimiento, así que todo a nuestro alrededor era un espejo de cómo éramos, un choque brutal con la realidad del que casi todas salimos conmovidas. Un síntoma más de la batalla que libra Demi Moore, la abuela sexi.