Natalia Díaz, activista contra la exposición de los menores en redes sociales: «Hay denuncias a abuelos por no retirar una foto de Facebook»

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Compartir fotos de los pequeños en redes sociales es una práctica que no para de crecer, con niños que tienen su propia cuenta y son patrocinados por marcas. Convertir la vida de los menores en un «reality» implica más riesgos de los pensados, y sobre ellos habla esta divulgadora

02 dic 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Es posible que más de uno se sienta aludido con las respuestas de Natalia Díaz, más conocida en Instagram como Medianoche.tube. Caer en la tentación de querer inmortalizar un instante de felicidad con los hijos es una realidad posible desde que existen las cámaras de fotos. La diferencia ahora son la inmediatez y la falta de privacidad que implican la web y las redes sociales. Además de captar el instante, también se difunde y comparte.

 La profusión de perfiles de padres que convierten esto en una práctica diaria e incluso han encontrado en ella una entrada de ingresos, sin saber qué podrán opinar sus hijos una vez que sean adultos, han llevado a esta madre a convertirse en divulgadora sobre los riesgos del sharenting, un nuevo término en inglés que une la palabra share, compartir, con parenting, paternidad, y que se refiere al exceso de la exposición pública de los menores.

Natalia Díaz defiende que «los mejores momentos no tienen foto» y apunta que hay que pensárselo dos veces antes de convertir la vida de los pequeños en un reality. Además, esta activista se ha convertido en una de las voces que reclaman en nuestro país una normativa específica sobre el uso de fotografías e imágenes de los pequeños en el entorno digital.

—¿Por qué no se deben publicar fotos de los hijos en Instagram?

—Porque compartir imágenes de nuestros hijos con desconocidos, además de vulnerar su derecho a la intimidad, conlleva una serie de peligros como el ciberbullying, las redes de pedofilia, la geolocalización, la huella digital... Incluso falsos desnudos hechos con inteligencia artificial, lo último que se ha detectado. Por lo tanto, es una práctica que no solo no aporta ningún beneficio para los menores, sino que además los pone en riesgo innecesariamente.

—¿Hay excepciones aquí o eres radical en esto?

—No hay excepciones, todos los niños y niñas deben ser protegidos siempre.

—¿Qué te llevó a involucrarte con los derechos de los menores en redes y convertirte en una divulgadora sobre los riesgos de difundir imágenes de los niños?

—Comencé a divulgar sobre los peligros del sharenting, que es la sobreexposición de los hijos en redes sociales por parte de sus padres, hace ocho años. Fue tras darme cuenta de que era una práctica totalmente normalizada, tanto en el mundo influencer como en familias anónimas. Es decir, sin hablar de famosos. Los menores son expuestos desde el momento de su nacimiento, día tras día, sin ningún tipo de filtro. Los vemos en el hospital, en la escuela, en situaciones íntimas...

—Algunos incluso tienen su propia cuenta. Se la crean o promueven sus padres porque reciben patrocinios de marcas de ropa, por ejemplo.

—Sí, es que hoy incluso tenemos a niños trabajando en las redes sociales, sin ningún tipo de regulación todavía en nuestro país que garantice sus derechos fundamentales. Siento que los adultos necesitamos mucha información y concienciación al respecto y, sobre todo, se necesita una legislación que proteja a los menores en el entorno digital.

—¿A qué cree que se debe esta tendencia, parece que asentada, de compartir todo lo que se hace con los hijos: desde actividades lúdicas a su vestimenta o escenas familiares?

—Creo que, en cierto modo, corresponde a una necesidad de aprobación social. Pero no solo a eso, también vivimos en una normalización de la pérdida de la privacidad.

—¿Esta necesidad de aprobación, de compartir y exhibirnos, siempre fue así, solo que ahora se ha exacerbado por las redes sociales?

—Antes existía el álbum de fotos familiar, pero, como mucho, esas fotos las veían familiares y amigos. Ahora nuestro álbum de fotos es Instagram, y no nos damos cuenta de que estamos regalando esas imágenes a desconocidos, para que hagan lo que quieran con ellas.

—¿Qué opina de los progenitores que hacen esto: compartir diariamente imágenes de sus hijos?

—Ellos siempre dicen que lo hacen por compartir recuerdos, porque se sienten orgullosos de sus hijos. O, en algunos casos, para visibilizar enfermedades o algún tipo de discapacidad de sus pequeños, a fin de ayudar a otros padres. Pero lo cierto es que, para visibilizar una causa, no hace falta convertir la vida de nuestros hijos en un reality. De la misma forma, no hace falta compartir nuestros recuerdos con desconocidos.

—Y si solo se comparten fotos de perfil, de espaldas o de forma más esporádica, ¿en estos casos también se corre un riesgo?

—En el momento en el que compartes una imagen en internet, pierdes el control sobre ella. Teniendo en cuenta esto, yo no recomendaría publicar ni una sola foto. Pero cuando hablamos de sharenting, nos referimos a una sobreexposición. Por supuesto que tiene mucho más riesgo la persona que comparte información e imágenes de sus hijos constantemente que alguien que sube una foto de manera puntual. Hay gente famosa que no centra sus redes sociales en exhibir a sus hijos. A lo mejor han compartido una imagen en alguna ocasión, pero nada se sabe de esos niños. Sin embargo, hay influencers que nunca han mostrado la cara de sus hijos, pero que crean contenido constantemente con ellos, los ponen a hacer campañas publicitarias de espaldas y conocemos hasta su historial médico. Creo que se trata de sentido común. Si les tapas la cara por protección, ¿no sería mejor no exponerlos, directamente?

—Están teniendo mucha trascendencia los cambios de postura que adoptan padres famosos una vez que se separan. El caso de la empresaria e «influencer» italiana Chiara Ferragni y el rapero Fedez ha sido muy llamativo. Después de publicaciones diarias, y continuas, e incluso de protagonizar una serie sobre sus vidas, ahora solo muestran a sus hijos de espaldas. Pero los muestran. ¿Ocurre esto también con parejas no famosas?

—Sí, no es solo una cuestión de personajes populares. Ya hay casos de padres anónimos que, tras separarse, ponen como condición no exponer a los hijos en las redes sociales. Creo que cada vez será más habitual, porque cada vez estamos más concienciados.

—¿Lo que se comparte de los hijos puede ser un motivo de pelea entre los progenitores o las familias?

— Sí, me encuentro muchos casos de padres y madres enfadados con la familia por esta razón. Ellos no quieren que sus allegados compartan las fotos de sus hijos en sus perfiles sociales, pero no los entienden. Les acusan de exagerados. Ya hay casos de denuncias a abuelos, por ejemplo, por negarse a retirar unas fotos publicadas en Facebook.

—Regresando al campo de los famosos, muchos sacan rédito de estas publicaciones. ¿Cuándo se puede hablar de explotación comercial infantil?

—Hay una explotación cuando los niños son utilizados constantemente en las redes sociales para lucrar a sus padres. Esto puede ser de forma más sutil o indirecta, cuando con la exposición de la intimidad de los pequeños consiguen subir el engagement de la cuenta, es decir, seguidores o interacciones, o de forma directa, cuando los propios niños protagonizan campañas publicitarias con marcas.

—¿Es un poco extremo hablar de explotación infantil?

—Al contrario de lo que sucede en el cine, la televisión o el teatro, el trabajo infantil en redes sociales no está regulado, por lo tanto, constituye explotación infantil.

—¿Qué foto sí compartiría Natalia Díaz de un hijo?

—Aquella foto en la que, siendo él mayor de edad, me diese el permiso para compartirla.