Martietas, las galletas de la abuela Julia que triunfan en la cesta de Navidad de Inditex

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MARCOS MÍGUEZ

Los pastas que Fernando y Óscar llevaban a la oficina los lunes se han convertido en un producto de delicatesen que están causando furor

12 dic 2024 . Actualizado a las 12:03 h.

Julia, la artífice de Martietas de Fío, todavía no se cree que esa receta de toda la vida que aprendió en casa esté hoy en boca de tanta gente. «¿Pero de verdad se venden?», le pregunta a su hijo Fernando Pombo. Las galletas que esta vecina de A Coruña le preparaba a su hijo los domingos en casa para que este las llevara el lunes a la oficina son hoy un dulce delicatesen a la venta en tiendas gourmet de Galicia, Francia o Bélgica, y que también se pueden adquirir en su página web.

Este 2024 ha sido importante para los dos socios que vieron un día el potencial que había en esas pastas elaboradas de forma tradicional y que encantaban tanto a sus compañeros de trabajo en la hora del café. Las Martietas de Fío cumplen su primer año de vida y son una de las sorpresas de muchas cestas de Navidad que les están encargando las empresas, como Inditex.

Se producen en Bergondo, en un obrador, y dan trabajo a unas 14 personas, incluidos los dos socios, Fernando, el hijo de Julia, y Óscar Varela. Ambos, compañeros también al frente de una firma textil en el área de A Coruña, Fío de Martié.

«Ella pensaba que esta idea era una tontería, todavía no se cree que se vendan tantas. La receta se la dio mi abuela y, como mi madre estuvo muchos años en Venezuela, su padre es de Lugo y ella nació en Santa Cruz (Oleiros), supongo que el resultado será un poco una mezcla de toda su experiencia», cuenta Fernando Pombo. A medida que llegaban más encargos él y Óscar vieron que era necesario contratar a gente, Julia Pan acaba de cumplir 90 años. Fue así cómo nació la empresa con la que hoy sueñan con llegar a vender a Estados Unidos. «Ahí, como en Bélgica y Francia, hay un público que aprecia este tipo de productos artesanos», comenta Óscar Varela.

La clave, apuntan, está en ese aroma que nos retrotrae a años pasados, a casa, y, sobre todo, en el sabor y la textura. «Una explosión de sensaciones», dice Óscar Varela. Como es de esperar, no pueden desvelar la receta, es un secreto familiar, pero sí algunos ingredientes, como zumo de naranja, sal, azúcar moreno o chocolate en una segunda versión de Martietas que han sacado.

Lo que sí no llevan estas galletas son conservantes ni colorantes, tampoco lácteos. «Se elaboran de forma totalmente artesanal», remarca Óscar Varela. Esto implica respetar los tiempos de la masa y dejar enfriar cada pieza unas 24 horas una vez que salen del horno antes de envasar. El empaquetado no es menos importante. También se hace a mano, una a una, tanto las que van en una bolsita de plástico como las que se venden en botes de vidrio reciclado y madera.

En los momentos de picos de producción, como en las fechas en las que nos encontramos, producen al día unas 14.000 galletas. Y, aunque las exportaciones suponen de momento en torno al 10 % de su negocio, no paran de acudir a eventos y citas gastronómicas para expandirse. «Es una apuesta que hacemos porque creemos en la calidad del producto, nosotros y todos los que las prueban. El maridaje con la naranja es uno de sus secretos, pero también que no son industriales», apunta Óscar Varela.

En la era de las prisas, poder disfrutar de un postre que respeta los tiempos y la tradición es un regalo. También el cariño que encierra esta receta que viaja generaciones atrás en la casa de Julia. «Con la Navidad nos están llegando muchos encargos de compañías que las han probado y las quieren incluir en sus cestas. Pero también estamos presentes en tiendas y ultramarinos de toda Galicia, donde la clientela les gusta lo que prueban», destaca Óscar Varela. La idea que para Julia era una «tontería» que no iba a funcionar se ha convertido en un negocio que va ya por los 12 meses y quiere seguir asentándose y creciendo. Su éxito está en su origen y en saber preservar esta esencia una vez que se ha dado el paso de comercializar la receta familiar desde un obrador de Bergondo. El buen hacer de la abuela Julia se puede degustar en cualquier casa.