Dani Martín y el fervor por comprar las entradas un año y medio antes: «Conseguirlas activa un sistema de recompensa que engancha»

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Imagen de archivo del público en el último concierto de Dani Martín en el Coliseum de A Coruña, en el 2022
Imagen de archivo del público en el último concierto de Dani Martín en el Coliseum de A Coruña, en el 2022 Ángel Manso

Una promotora musical y una psicóloga analizan la ansiedad generalizada por asistir a espectáculos cada vez con más antelación en Galicia

16 dic 2024 . Actualizado a las 10:05 h.

O Son do Camiño agotó a finales de noviembre sus primeros 25.000 abonos antes de conocerse ni uno solo de los artistas que protagonizarán su cartel en verano. El Resurrection Fest hizo lo propio y el pasado 5 de diciembre había vendido ya el 90 % de su aforo. El concierto que dará Dani Martín en el Coliseum de A Coruña el 16 de mayo del 2026, es decir, dentro de un año y medio, colgó tan rápidamente el sold out que el artista fijó una segunda fecha para el día 15 del que ya ha pasado a la historia como el recital anunciado con mayor antelación en Galicia.

La anticipación a la hora de asegurarse el pase a los conciertos y festivales del momento no tiene límites. Y no hace más que aumentar, una tendencia que ya es un hecho en Galicia. «El caso de Dani Martín no es lo normal, en una gira nacional es algo excepcional», indica Raquel Seijo, propietaria de la promotora Sweet Nocturna, que esta vez no, pero llevó al cantante al mismo recinto en su anterior gira, en el año 2022.

Raquel Seijo, promotora Sweet Nocturna: «Ya estamos negociando conciertos para el 2027»

«Eso puede pasar con unos pocos artistas en España. Hablar de tanta antelación es más propio de giras mundiales muy grandes o de festivales con cifras muy altas que compiten por tener a un cabeza de cartel como Leiva, por ejemplo», señala Seijo, que añade que en el caso de las giras internacionales, ya es necesario empezar a negociar dos años antes para conseguir a un artista: «Ya tenemos avances en la negociación para contratar giras que vendrán en el 2027».

Uno de los factores es la ansiedad pospandémica que, no obstante, la promotora ve más en conciertos y festivales destinados al público más joven, y no tanto en los de grandes figuras que atraen a otros perfiles de edad: «Por ejemplo, en un concierto de Raphael se agotan las entradas, pero no hay esa ansia generalizada de ‘vamos a comprarlas ya, que se acaban’».

Irma Correa, psicóloga: «La gente compite en la carrera de perseguir el espectáculo, lo que pasa es que luego nada es suficiente»

Hay más variables que afectan a la ecuación. «Jugaron un papel muy determinante, e incitaron mucho la ansiedad de la gente las plataformas de reventa tipo Viagogo, que compraban una gran cantidad de las entradas disponibles y provocaban que se agotaran antes», indica la promotora. De ahí salieron en muchos conciertos los tickets nominativos, intransferibles porque llevan el nombre y apellidos del asistente, y que obligan a la contratación de un seguro a mayores para la devolución del dinero.

Otro hecho es que crece el número de eventos, lo que motiva que haya más competencia para contratarlos y que haya que adelantarse cada vez más en la negociación para lograrlo. De esto sabe un rato Raquel Seijo, que este año traerá a Galicia, entre sus platos fuertes, a Franz Ferdinand, Alanis Morissette, Lenny Kravitz, Lionel Richie, Duki y Anastacia.

«Muchas veces, ir a un evento se ha convertido en un plan en sí mismo por encima, a lo mejor, de valorar la propuesta artística», señala la promotora. La psicóloga Irma Correa, de +Humanos Psicólogos, añade que, además, la ansiada entrada es algo que obtenemos de forma inmediata, lo que activa un sistema de recompensa muy poderoso. «Eso empieza a enganchar, sobre todo, a gente joven que entra en la carrera de perseguir el espectáculo. Lo que pasa es que luego nada es suficiente para ellos», apunta.

La terapeuta repara además en una escena que no por frecuente deja de ser menos digna de analizar: «En un concierto ves a gente muy joven que se lo pasa entero grabando con el móvil. Un día le pregunté a una madre de una niña de 14 años que lo estaba haciendo, y me dijo que así puede verlo las veces que le dé la gana. Es decir, que el tiempo ahí deja de tener valor. Es imposible parar nunca, porque luego tienes todas esas remesas de vídeos en la mano, en el teléfono. Y si me aburro, ¿qué hago? Pues scroll. Esto es muy potente y muy adictivo», advierte.