A Arturo el 2024 le cambió la vida: «Empecé el año montando un estudio de interiorismo y lo termino siendo funcionario a los 50»

Candela Montero Río
Candela Montero Río REDACCIÓN / LA VOZ

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JOSE PARDO

De ser autónomo a tener plaza. Este ingeniero preparó las pruebas para profesor de secundaria en tiempo récord y ahora da clases de tecnología en el IES de Fene

28 dic 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Las cosas no son como empiezan sino como acaban y Arturo Domínguez (Ferrol, 1974) cree que este año lo ha «tocado una varita mágica». Cumplidos los 50, no se habría imaginado ni en sus mejores sueños cómo terminaría este 2024. Este ingeniero e interiorista comenzó enero emprendiendo, con un estudio recién inaugurado. Ni por la cabeza se le pasaba preparar una oposición. En cuestión de un mes lo decidió y en seis la preparó: estudió un tercio de los temas, le tocó el que mejor se sabía, aprobó y ahora es profesor con plaza fija en un instituto público.

Y, por si fuera poco, le tocó como destino un instituto de Fene, un municipio limítrofe con Ferrol, donde imparte clases de tecnología a alumnos de secundaria. Ni él mismo se cree la suerte que tuvo. Es consciente de que «que las cosas salgan bien a la primera, pocas veces sucede».

¿Cómo termina un emprendedor interiorista trabajando entre pupitres en cuestión de meses? Lo cierto es que la vida de Arturo siempre ha dado muchas vueltas (aunque este año fue para él como una auténtica centrifugadora). Él es, en realidad, ingeniero de formación. Después de estudiar el bachillerato científico y abandonar la carrera de Bellas Artes, se matriculó en Ingeniería Técnica Industrial en la Universidade da Coruña.

Reconoce que las salidas laborales fueron las que lo animaron, aunque también confiesa que el trabajo no le gustaba: «Tuve varios empleos, pero como ingeniero, pronto me di cuenta de que eso no era lo mío: demasiado técnico y demasiado serio», asegura.

Compaginó esos trabajos con la formación en el diseño de interiores y en el 2013 montó por primera vez su propio estudio: decoraba carrozas de Navidad, Halloween, diseñaba locales... Dice que el trabajo le encantaba, pero cuenta que, al mismo tiempo, tenía una gran pega: «Con la vida de decorador también descubrí la vida de autónomo», sentencia. Una vida que, en base a su experiencia, «suponía trabajar mil horas y cobrar poco». «Yo seguiría decorando toda la vida porque es lo que me gusta, aunque lo único que tenía de bueno era que el trabajo era precioso», reflexiona.

El año pasado, su pareja se quedó en paro y decidieron montar un nuevo estudio juntos, esta vez en el centro de Ferrol y ofreciendo también servicio de wedding planner. Lo inauguraron en diciembre del 2023 y así empezó su 2024: «Teniendo que pagar dos sueldos, dos cuotas de autónomos y sin estar demasiado sobrados de trabajo». O lo que es lo mismo: «El año empezó con mucho miedo», reconoce. Miedo, porque «montar un negocio no es en absoluto fácil y supone mucho riesgo», pero, al mismo tiempo, Arturo no esconde que eso también sirvió para impulsarlo a cambiar de vida.

En esta tesitura, decidió buscar otro empleo para ganar un dinero extra. En febrero empezó a buscar trabajo de profesor, aprovechando sus estudios de ingeniería, y a las dos semanas lo contrataron en un instituto de Ferrol para dar clases de tecnología. Entonces, empezó a trabajar en las aulas por la mañana y en el estudio de interiorismo por la tarde.

Dice que es una «persona muy activa» que «siempre tiene que estar haciendo algo» y se ve que todavía le quedaba tiempo para aburrirse, porque fue ejerciendo de maestro cuando arrancó con la preparación de la oposición: «Descubrí que el trabajo de profesor también me gustaba, era creativo y me ofrecía buenas condiciones», argumenta.

Así, a partir de febrero comenzó lo que él mismo define como «la locura»: a todo lo anterior se sumaron las clases los sábados en su academia y el estudio de la oposición «los fines de semana y en cada rato libre».

La suerte del examen

Arturo se presentó al examen por primera vez en el mes de junio, convencido de que no sería la última: «Estaba concienciado de que me iba a hacer falta un año más para aprobar la oposición. Daba por hecho que iba a tener que volver a presentarme», afirma. Aunque lo afrontaba sin presiones y con el «malo será» como lema. «Pensaba que si no caía este año, caería el que viene o el otro», recuerda.

Defiende que, al menos para él, era «imposible» preparar todos los temas que entraban y para su primera oportunidad calcula que se «sabría bien entre 20 y 25». Pero tuvo un golpe de suerte que ni él se lo cree: «Me tocó el tema que mejor me sabía. Cuando lo vi se me nublaba la vista», rememora.

Así, contra los pronósticos iniciales, el día de que cumplía los 50 años recibió el mejor regalo: había aprobado la primera de las pruebas. «¡Fue de película porque, además, estaba en el bar de mi hermana! ¿Qué mejor sitio para celebrarlo?», bromea. A partir de ahí, cuenta que se puso a estudiar día y noche para los exámenes que le quedaban y en agosto llegaron los resultados finales: Arturo ya era, definitivamente, funcionario.

Pero si con las preguntas lo acompañó la suerte, con el destino no se quedó atrás. Tras la sorpresa del aprobado, también estaba convencido de que le tocaría irse: «Tenía pocos puntos, no tenía experiencia ni había hecho cursos, así que estaba en los últimos puntos de preferencia para escoger centro», explica. Aunque, con su plaza fija, dice que marcharse sería el menor de los problemas y, sin embargo, le tocó ser profesor en el IES de Fene, «al lado de casa».

«Alucino de estar dando clases», repite varias veces a lo largo de la conversación. Mientras lo digiere, enseña, desde el mes de septiembre Tecnología a sus alumnos. Una «asignatura preciosa», que Arturo, que siempre tuvo interés y pasión por el arte, define como «plástica, pero con un poco más de electricidad y mecánica». Y, dentro de todo lo bueno que le ofrece este trabajo, también está la estabilidad: «Acostumbrado a estar tantos años trabajando como autónomo, no me puedo creer que tenga un sueldo fijo todos los meses», confiesa. «¡Cada vez que me llega la nómina me llevo una alegría!», bromea

El día 1 enero del 2024 no tenía ni idea de que prepararía una oposición y, a 31 de diciembre, estará disfrutando de las vacaciones de Navidad de un trabajo de por vida que lo apasiona. Por eso, al 2025 solo puede pedirle salud para él y su familia. «Para disfrutar de la plaza», concluye.