La inolvidable boda de Laura y Cristóbal: «Nos casamos en Fin de Año e hicimos la sesión de fotos en Marineda»

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Laura Lombardía y Cristóbal Martínez, durante su posado de posboda en las escaleras mecánicas de Marineda City, en A Coruña
Laura Lombardía y Cristóbal Martínez, durante su posado de posboda en las escaleras mecánicas de Marineda City, en A Coruña Geada

Su enlace fue diferente, y su sesión de fotos más. Llevamos once años después a esta pareja a la catedral de Lugo, donde se casaron el 31 de diciembre del 2012 meses antes de dar la campanada en el centro comercial de A Coruña

31 dic 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Esta pareja dio la campanada dos veces. Una, la noche que se casaron, el 31 de diciembre del año 2012. La segunda, unos meses después, con una sesión de fotos única. Laura Lombardía y Cristóbal Martínez querían algo distinto para inmortalizar su boda, y vaya si lo consiguieron. Todavía hoy se acuerdan muchos en Lugo de aquellos novios que terminaron el año bajo las campanas de la catedral. Y a esta revista le consta que en Marineda City también recuerdan aún a aquella pareja que eligió el centro comercial de A Coruña para hacer su reportaje de posboda.

Laura y Cristóbal irrumpieron un domingo de mayo del año 2013 vestidos de novios y seguidos de un fotógrafo que los inmortalizó en buena parte de las instalaciones. En las escaleras mecánicas, en la plaza exterior, en las puertas acristaladas... y también en la planta más alta, donde se ubica la restauración, que les gustaba especialmente. Quienes tomaban algo allí en ese momento asistieron, de pronto, a un reportaje inolvidable. De hecho, en algunas de las fotos salen muchos de esos improvisados figurantes apurando sus tazas de café, pero a los novios nunca les importó reflejar la espontaneidad del momento.

Laura Lombardía y Cristóbal Martínez, en la actualidad, ante la catedral de Santiago, donde se casaron en la Nochevieja del año 2012.
Laura Lombardía y Cristóbal Martínez, en la actualidad, ante la catedral de Santiago, donde se casaron en la Nochevieja del año 2012. ALBERTO LÓPEZ

Eligieron un domingo para que el comercio estuviese cerrado, evitando así gran parte del aluvión habitual de gente, aunque no les estorbaron en absoluto las personas que estaban consumiendo algo en la zona de ocio, que sí abre al público los siete días de la semana. «Para nada, porque nosotros queríamos que se viese que estábamos en un centro comercial». Laura reconoce que al verlos aparecer, «la gente flipaba, sobre todo porque muchos debieron pensar que nos acabábamos de casar ese día».

La pregunta es obligada. ¿Por qué Marineda? «También elegimos otros sitios de A Coruña, como María Pita, la Marina, la Torre de Hércules y el Acuario. Marineda hacía muy poco que había abierto, era la novedad, y nos gustaba la parte de arriba. Queríamos algo distinto, no las típicas fotos de playa ni las que se ven en todos lados, por eso decidimos ir a un centro comercial moderno y nuevo», cuenta hoy ella. ¿Y por qué A Coruña, siendo los novios de Lugo? Mi marido es nativo de Lugo, pero es muy coruño. Es superfán del Dépor, de ahí la idea de hacer la posboda en A Coruña, porque conocíamos muy bien la ciudad. Y como estábamos cansados de ver posados iguales, decidimos buscar sitios más originales, como, por ejemplo, el oceanográfico, con los tiburones por detrás».

Cristóbal y Laura durante la sesión de fotos en la planta superior del centro comercial, dedicada al ocio y la restauración.
Cristóbal y Laura durante la sesión de fotos en la planta superior del centro comercial, dedicada al ocio y la restauración. Geada

Unas fotos innovadoras que contrastan con el lugar elegido para su ceremonia religiosa, que fue ni más ni menos que la catedral de Lugo. La fecha, de lo más simbólica y navideña: el 31 de diciembre. Y ya rozando la noche, porque el enlace empezó a las seis de la tarde. «Nosotros teníamos claro que al casarnos un 31 de diciembre, las posibilidades de que hubiese buen tiempo eran pocas. Podía haber alguna opción, pero ni llevando los huevos a Santa Clara hubo suerte».

ORGANIZARLA FUE UN RETO

Si casarse el día de Fin de Año ya resulta de por sí complicado —la mayor parte de los pazos y las fincas no celebran bodas, y si abren al público es para celebrar sus propias fiestas con cotillón—, hacerlo en una catedral roza lo imposible. Pero no hubo reto que se les resistiese a estos novios para celebrar un enlace en una Nochevieja que quedó para el recuerdo. «No fue sencillo, sobre todo porque la gente que trabajaba allí quería irse a cenar a su casa y la boda fue de tarde, por lo que teníamos que despejar la catedral cuanto antes», dice la novia, que entró en el templo siendo ya de noche. La pareja reconoce que dudaron de si elegir el 31 de diciembre, por si para los invitados pudiese suponer un descalabro no celebrar el Fin de Año en casa. «Esa duda la tuvimos. Dijimos: ‘Vamos a invitar en Fin de Año, ya verás cómo al final habrá muchos que no quieran venir porque cenan en casa con la familia...’. Y al final fue el efecto contrario, vino todo el mundo. Incluso mucha gente nos dijo: “Gracias, porque me solucionasteis la fiesta”; o nos comentaron: “Hacía mucho que no cenaba con mis hijos”, porque igual alguno vivía fuera o solía pasar esa noche con los suegros», relata Cristóbal.

Tanto fue así que asistieron casi 200 personas a su boda, en la que no faltó detalle. Tampoco un Hummer amarillo del que seguramente muchos todavía se acuerden en Lugo, porque «fue la expectación», aseguran. «Teníamos claro que solo nos casábamos una vez, y dijimos: “Tiene que ser distinto”», insiste la pareja, que hasta tuvo un grupo de gaiteiros esperándolos a las puertas de la catedral.

Por supuesto, después de cenar en la Finca A Fortaleza tomaron las uvas —incluso tuvieron que improvisar una televisión para poder hacerlo—. Puro exotismo para la familia de Alemania de la novia, que en realidad nació allí. «Para ellos era una novedad comerse doce uvas, no entendían muy bien por qué», dice Laura, que precisa que en Alemania es costumbre salir de casa para tirar petardos en la calle, así que la reprodujeron enviando a todo el mundo fuera del comedor y tirando fuegos artificiales.

Todo lo hicieron un poco bilingüe, atendiendo al origen nativo de la novia. Hasta la misa. Porque esta pareja no solo logró casarse en pleno 31 de diciembre en la catedral de Lugo, sino que consiguieron a un cura que hablara alemán. «Preguntamos a varios y no fue fácil, porque no todos van a decir misa a la catedral. Creo que fue a través de una amiga, que me habló de un cura que había pasado unos años en Alemania». Contactaron con él y, cómo no, lograron que les oficiase la boda.

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Once años después de aquella fiesta y con una hija de diez, Laura y Cristóbal dicen seguir «felizmente casados». Como no podía ser de otra forma, tuvieron a su niña en otra fecha señalada: el 14 de febrero. «¡Calculamos bien! Tenemos algo con las fechas», afirma él. Su mujer desvela que en esos célebres posados de Marineda ya eran tres, pero aún no lo sabían: «A la posboda yo ya iba embarazada. Para las fotos me probé el vestido y ya no me valía, y pensé: “¿Pero qué es esto? ¡Mucho engordé después de la boda!”. No me lo había notado tanto. Mi madre tuvo que cosérmelo por detrás del cuerpo, literalmente, porque los botones ya no los di cerrado. Después me hice un test y vi que estaba embarazada, así que las fotos ya se hicieron con la niña en la barriga».

Siendo una noche tan señalada, su aniversario jamás queda sin celebración. La mayor parte de las veces en familia, aunque el año pasado dieron el paso de escaparse solos para recibir el nuevo año en Oporto por su décimo aniversario. «Siempre se acuerda todo el mundo de felicitarnos, e incluso algunos nos dicen: ‘Fue el último día que salí en Fin de Año’», señalan.

El ingrediente principal de la fórmula que prescriben para permanecer casados y felices once años después es, principalmente, «paciencia». A mayores, empatía y saber escuchar, «ponerte en la piel del otro», resumen los novios que dieron la campanada en Marineda City.