Aranxa: «Estoy harta de explicar mi género, hay cuerpos extraños que incomodan y no puedes elegir»

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PACO RODRÍGUEZ

«Yo creo que me di cuenta de que era una persona no binaria cuando hice mi proceso de migración», apunta Aranxa, que no quiere ser una persona ni tolerada ni incluida

14 ene 2025 . Actualizado a las 13:50 h.

«Yo creo que me di cuenta de que era una persona no binaria cuando hice mi proceso de migración, que fue a la vez que descubrí la mirada de la negritud cuando estaba en este territorio. Desde pequeña siempre había tenido una disforia con mi cuerpo (incomodidad, angustia por el sexo asignado al nacer) que traducía como dismorfia (trastorno obsesivo en el que no se puede dejar de pensar en los defectos del cuerpo) porque siempre fui una niña gorda», señala Aranxa, que relata cómo ha vivido su identidad de género. Aranxa elige usar el pronombre ella durante la entrevista, aunque es de las que prefiere que se use el elle, como expresión adecuada para las personas que se identifican como no binarias. Es su caso. «De pequeña yo no sabía que existían estos conceptos, que realmente sirven para nombrar. No es que sean indispensables, pero cuando encuentras estos términos, entiendes mucho mejor tus procesos. Yo llegué hace ocho años de México, en el 2016, y fue ahí cuando empecé a cuestionarme el género y el sexo desde una perspectiva más individualista», apunta.

 «La gente confunde ser binario con un sentimiento —indica Aranxa—, y no es un sentimiento. Es una deshumanización, porque desde hace muchísimos años se ha decidido que las personas que están en el margen y en la otredad no van a ser humanizados. Y entonces no perteneces ni al hombre ni a la mujer. Es una imposición».

«Hay cuerpos que al ser tan extraños, tan raros e incomodar tanto no se categorizan. Dentro de esa otredad está la gente queer. No creo que ser no binario sea un sentir, es una clasificación social. Es una clasificación en la que ya naces, que no puedes elegir y que te puede tocar simplemente por ser y existir», reflexiona Aranxa que añade: «Dentro de lo queer, como persona racializada, ya hay una universalidad de cómo sentirse y cómo verse. Y nosotras, las mujeres racializadas, seguimos siendo la otredad. Lo queer no te exime de lo racista. Reducir todo a que no encajas en un género o en otro a un sentir es peligroso porque las personas no se sienten: no te despiertas y te sientes...».

«Yo no espero que me entiendan, no lo necesito, no tengo por qué explicar mi género, estoy cansada de hacerlo y me parece muy injusto. Lo hago porque solo quiero que la gente sepa que esto también es lo natural»

«Yo no busco que me entiendan, porque ya solo por existir parece que genero rechazo. La reflexión para el resto de la gente sería: ¿por qué necesitas entender algo para poder vivir?», expresa. «Me pasa también por no ser una persona blanca, siempre me piden soluciones o explicaciones, porque parece que la gente necesita entender para tolerar y para respetar. Yo no quiero ser una persona tolerada ni incluida, simplemente quiero existir. Tal vez yo no soy una persona igual a, pero no pasa nada», apunta Aranxa, que ha padecido muchas violencias.

«Lo que sucede es que se nos toma como un chiste, hay estilos de vida o corporalidades que no son bien recibidas porque van contra natura o lo establecido, parece que no estás haciendo lo que toca. Eso molesta. Esa molestia a veces se traduce en exclusión. Y yo no necesito estar rodeada de personas que me excluyan, pero sí que es cierto que a nivel laboral las etiquetas con las que me presento son importantes y me cierran puertas. Hay una exclusión laboral muy latente en el momento en que tú dices que eres una persona no binaria», reivindica.

«Muchas veces que se buscan determinados cuerpos y se dice: ‘Bueno, como no se ve tan trans, pues sí puede ser parte de la causa feminista y eso es muy ofensivo. A mí me parece un absurdo que haya personas sentadas en una sala debatiendo sobre si las personas pueden ser o no. El hecho de que haya personas debatiendo sobre mi existencia me halaga —bromea—, y me hace pensar por qué molestamos tanto. ¿Significa que si yo existo tú no puedes existir?», denuncia Aranxa que explica que una persona no binaria es también una persona trans. «A veces no queremos mencionarlo, pero dentro de lo trans hay personas agénero, no binarias, hay muchas formas de autodenominarse».

¿Lo no binario tiene relación directa con lo trans? «Sí, lo trans es un paraguas y debajo del paraguas hay muchas formas de definirse y ahí están las no binarias. No es que las personas no binarias no se identifiquen con hombres ni mujeres, simplemente hay una línea del género y pueden sentirse alejados de uno o de otro, pero no necesariamente en un punto neutro».

«Yo sé que me van a tratar como mujer, yo sé que la forma en la que me ven es la forma en la que me van a tratar y eso es lo que me parece triste», señala Aranxa. «De fondo hay un discurso judeocristiano, tanto en la izquierda como en la derecha. En cuanto más te alejas de la naturaleza, dicen, más peligro hay: la familia nuclear, lo establecido como mujer... Si nos alejamos de la estructura, hay caos. Todo tiene que estar ordenadito. ¡Si hasta la gente creía con lo del sida que todo el mundo se iba a convertir en gay!», se ríe.

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«Yo no espero que me entiendan, no lo necesito, no tengo por qué explicar mi género, estoy cansada de hacerlo y me parece muy injusto. Lo hago porque solo quiero que la gente sepa que esto también es lo natural», confiesa Aranxa, que no ha hecho ninguna transición y deja para los lectores tres referencias de libros escritos por personas no blancas: La invención de la mujer; No existe sexo sino racialización y Construimos la casa que habitamos: experiencias trans no binarias, migras y racializadas. Por la gente como ella, tomamos nota.