Aunque haya borrasca, las vistas son inmejorables en estos locales que descansan sobre el agua y que afrontan el mal tiempo con terrazas climatizadas o interiores abiertos a ventanales privilegiados hacia el mejor paisaje
10 ene 2025 . Actualizado a las 11:39 h.Comer caliente mientras llueve ahí fuera y el mar ondea fuerte es el lujo que ofrece esta ruta por cuatro locales gallegos con vistas salvajes. Directamente sobre el muelle o la arena de la playa, son un espacio seguro contra el frío y las ciclogénesis sin renunciar a un paisaje que tiene un encanto especial también en invierno. Entre los segundos que reposan directamente sobre un arenal se encuentra Indecente by Quinito, concretamente sobre el de Barrañán, venteado y de aguas embravecidas donde las haya. Ni un ápice de brisa entra en el local, que cuenta con varios espacios, pero todos ellos tienen algo en común: el mar de fondo.
Los nuevos propietarios del emblemático Quinito han iniciado la reforma de las instalaciones modernizándolas, pero también dotándolas de tres espacios bien diferenciados: uno completamente exterior, espectacular para disfrutar de la playa en los días de sol; una terraza acristalada y completamente climatizada que permite comer sintiéndose casi dentro del arenal; y un comedor interior, en el que manda un amplio ventanal con las mismas vistas.
Las brasas mandan ahora en la carta de Indecente. «Tenemos el chuletón de vaca rubia, que es a la brasa hecho en carbón; también el pescado salvaje del día, que va cambiando según lo que cojamos en la lonja; y después tenemos los arroces, entre los que destacan el arroz a banda y el negro de sepia. Entre los entrantes, opciones como el steak tartar y el tartar de atún también triunfan», explica Juan Carlos Piqué, gerente y uno de los dos socios del establecimiento, que cuenta con otro local en el barrio coruñés de Matogrande y ya tiene ubicación para abrir otros dos en Santiago y Ourense.
Pero el de Barrañán no es ni mucho menos un proyecto terminado. El próximo mes de febrero, las instalaciones cerrarán para reabrir en marzo con nuevo mobiliario y una nueva carta presidida por una mayor variedad de arroces «que no encontrarás en ningún otro restaurante de A Coruña», advierte el gerente, que, no obstante, aclara que seguirán apostando por las carnes y los pescados a la brasa.
Cuenta Piqué que el terreno que adquirieron llega hasta la mismísima playa, por lo que todavía les queda un buen espacio para construir de cara al verano un auténtico beach club. Ya visualizan una terraza exterior mucho más grande aún que la ya existente, que equiparán con una barra de autoservicio y coctelería. Ambas terrazas darán paso a una línea de camas balinesas que mirarán a Barrañán y, ya en primera línea de playa, dispondrán unas food trucks para atender al arenal y un escenario con actuaciones que completarán el ambicioso plan de este grupo hostelero que, incluso en invierno, apuesta por la playa como plato principal.
EN LA RÍA DE FERROL
La salvaje costa de Ferrolterra atesora un buen puñado de locales con vistas a sus fabulosas y enormes playas de mar abierto, pero si lo que se buscan son aguas tranquilas y un rincón protegido de los fuertes vientos del Nordés, entonces hay que poner rumbo a los bares del muelle de Curuxeiras, en el interior de la ría. O conducir un poco más hasta llegar a la pintoresca parroquia de A Graña, justo enfrente, y caminar hasta su muelle deportivo, donde abre sus puertas el restaurante Nautic. Allí desembarcó hace ya casi una década la hostelera Anabel Vilariño, atraída por las idílicas vistas a los barquitos de la dársena. «Mi hermano y yo queríamos poner en marcha un negocio de hostelería en primera línea de costa, y nuestra primera opción era alguna de las playas de los alrededores, pero surgió esta oportunidad en el interior de la ría y no lo dudamos», explica la hostelera en referencia al antiguo edificio de piedra donde funciona el Nautic. Antiguamente, los marineros lo utilizaban como pañol para guardar sus aparejos, pero el Club do Mar sacó a concurso su explotación y Anabel lo transformó en un coqueto y moderno restaurante en el que la joya de la corona es, sin duda, su terraza acristalada con vistas a la ría.
El local funciona desde el verano del 2015 y con el paso de los años se ha convertido en un referente para disfrutar de la tranquilidad de A Graña, hacer parada de camino al castillo de San Felipe o deleitar el paladar con las especialidades de la casa. «Aquí lo que mandan son los productos del mar: pulpo, mejillones, chocos y chipirones de la ría, sargo y lubina salvaje... Pero lo que tiene más éxito es el choco de la ría, que lo preparamos al estilo tradicional, guisado y acompañado de una salsa muy rica», explica la responsable. Aunque el local funciona con más ímpetu en verano, cuando llegan los turistas y la playa urbana de A Graña se llena de bañistas, Anabel asegura que la privilegiada ubicación del establecimiento hace posible tener clientela todo el año. «Yo siempre digo que el 50 % del local son las vistas, y solo por eso la gente viene a comer, a tomarse un café por las mañanas o un cóctel ya de noche», explica. Y aunque lo fuerte del Nautic son los productos con sabor a mar, sus fogones siempre se adaptan a lo que marca cada estación del año y a la cocina de mercado. «Ahora, por ejemplo, se acerca la temporada de cocidos, que es algo que también gusta mucho. Tomar una sopita de cocido bien caliente con vistas al mar siempre es un buen plan», advierte Anabel.
DE FONDO, UNA POSTAL
Basta con fijarse en las reseñas que del restaurante Rocamar de Baiona hay en Tripadvisor (donde, por cierto, tienen una puntuación de 4,5) para darse cuenta de cuáles son sus principales atractivos. Mientras que en la mayoría de los restaurantes, casi todas las fotos que se cuelgan son de platos de comida, en el Rocamar son de las excepcionales vistas que se divisan desde su comedor. Sin que ello, por supuesto, le reste un ápice de valor a su propuesta culinaria. No se sostiene el prestigio de un restaurante durante 50 años solo de las vistas, por muy espectaculares que estas sean. Que lo son.
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Pero volvamos al comedor. Un enorme ventanal panorámico ocupa de punta a punta el lateral que se asoma al mar. A través de él se divisa el perfil de la costa de Baiona dominado por la colina de Monteferro y, más allá, las islas Cíes y la entrada de la ría de Vigo. Unas vistas que se tornan una auténtica postal cuando el atardecer tiñe de naranja el cielo y las aguas del Atlántico, o cuando este se manifiesta embravecido, con las olas batiendo entre espuma contra las rocas al pie mismo del ventanal.
Aunque desde todas las mesas del comedor se ve el mar, lógicamente las que se sitúan justo al lado de la cristalera son las más demandadas y las primeras que se ocupan. «La gente llama con semanas de antelación para reservar las mesas que están junto al ventanal», corrobora Susana Rodríguez, hija de los fundadores de la casa, Moncho y Sara, quien lleva 30 años asomada a este paisaje, de los cuales 20 al frente del establecimiento.
Pero no solo el comedor del Rocamar se abre al Atlántico. También lo hace su cocina. Especialmente en el apartado de los mariscos, el otro gran reclamo del restaurante de Baiona. «Trabajamos solo con el marisco que mejor esté en cada momento de la temporada —por ejemplo, ahora, sobre todo, centollo y camarón— y, por supuesto, siempre gallego», expone Susana.
De surtir de producto fresco y de primera calidad la despensa del Rocamar se ocupa su hermano Ramón, encargado de visitar por las mañanas las lonjas de Marín, Pontevedra y Vigo, y por las tardes las de Cangas, Baiona y A Guarda. Un recorrido que en verano realiza todos los días y ahora, en invierno, dos o tres veces por semana.
La propuesta gastronómica del Rocamar se basa en los postulados esenciales de la cocina tradicional gallega, fundamentada en la calidad del producto. Además de sus mariscos, sobresale su oferta de pescados (rodaballo, lubina, lenguado, rape...), su carta de postres caseros y su más que notable bodega.
Sisal, balcón de Arousa
En el emblemático paseo de O Areal de A Pobra do Caramiñal se alza el restaurante Sisal, perteneciente al grupo Chicolino Restauración y cuyo encargado es Pablo Varela. Con una imponente terraza a lo largo de su flamante fachada, el Sisal es mar, es un balcón a la ría de Arousa. Desde este coqueto espacio exterior, las vistas permiten admirar en toda su belleza la inmensidad de la ría de Arousa y si el día acompaña, hasta se aprecian las localidades de la zona sur.
Desde luego, la terraza es uno de los polos de atracción del establecimiento y en ella es posible disfrutar de un relajante desayuno, una gratificante comida o una cena inolvidable con el aroma de la brisa marina.
Muchos comensales reservan directamente en la terraza y otros que se decantan por usar los bellos espacios interiores pueden disfrutar de este rincón con vistas tomándose después el café o, si hay sitio, hasta el postre. La icónica imagen de las bateas en la ría o de las embarcaciones de vela que surcan sus aguas son una postal que acompañan al viajero en su regreso o al comensal en la sobremesa.
Y al aliciente de su terraza, el Sisal suma el gastronómico. Como no podía ser de otra manera en un restaurante que mira al mar en A Pobra, la selección de propuestas culinarias se fundamenta en una oferta que, indican desde el propio establecimiento, acaricia los sentidos.
Además de las vistas, otra de las fortalezas del Sisal es el hecho de que justo debajo de su cocina está la plaza de abastos de A Pobra. Esto garantiza que los platos se elaboren con productos de kilómetro cero adquiridos bajando solo las escaleras. El encargado, Pablo Varela, subraya que la materia prima elaborada a la brasa, tanto carnes como pescados, es una de sus especialidades. El establecimiento dispone de un horno específico para que los productos elegidos por los comensales conserven toda la esencia de su sabor.
Pescados, mariscos y carnes de primera calidad, con elaboraciones que combinan a la perfección aspectos innovadores con la cocina más tradicional contribuyen a embriagar los sentidos de los comensales en un entorno tan privilegiado enmarcado por el muelle de A Pobra do Caramiñal y en el corazón de Arousa norte. Tanto en verano como en invierno, el Sisal es un punto de encuentro y de celebración para quienes se decantan por elegirlo como lugar para comidas, cenas o desayunos.
Si privilegiadas son las vistas que pueden disfrutarse desde su terraza, con un paisaje que se transforma por completo según la época del año, también cabe destacar su comedor interior. Con una decoración en la que prima el gusto por los pequeños detalles y que sabe adecuarse en cada oportunidad a la época del año o a las circunstancias que requiera el momento. La renovación de sus propuestas gastronómicas constituye la guinda.