Desde Melide, en Borboriño elaboran un producto «made in Galicia»: ellos mismos producen la leche, hacen el helado y lo distribuyen
16 ene 2025 . Actualizado a las 05:00 h.A la altura del concello coruñés de Melide, el Camino de Santiago —concretamente, el Francés— pasa por la puerta del obrador de Borboriño. Allí, Sandra Alderey y su equipo hacen la magia de transformar la leche que ellos mismos producen en su granja en helados artesanales. La propia Sandra lo dice orgullosa: «Es el único helado que se elabora en pleno Camino de Santiago. Pasa por nuestra puerta y los peregrinos nos ven cómo lo fabricamos».
A veces, en los peores momentos surgen las mejores ideas y eso fue lo que les pasó a ellos. Hace casi una década vieron la necesidad de reinventarse en «una de esas innumerables crisis del sector lácteo», para dar salida y «un valor añadido» a parte de esa leche que producían. Su granja se encuentra en la comarca de Arzúa-Ulloa, donde el queso estaba ya «muy explotado», así que, en el 2016, se decidieron y se lanzaron al universo del helado.
La propia Sandra supervisa cada fase de la elaboración, desde que se extrae la leche hasta que el helado se distribuye y llega a manos del consumidor final, ya sea en alguno de los grandes comedores a los que abastecen o en las vitrinas de sus propias tiendas en Melide, Sobrado, Bertamiráns y A Coruña.
Para ella, esto significa «unificar» el proceso y es la clave para que «cuando el cliente lo reciba sea de calidad y se diferencie de todos los demás». «Borboriño es todo: desde la leche de la granja hasta la persona que despacha en vitrina, además del obrador de Melide y, por supuesto, el cliente. Borboriño es lo que somos, es una familia», alega Sandra.
Pero donde ella pasa la mayoría de las horas es en el obrador de Melide. Allí llega la leche directa de la granja, la pasteurizan y hacen la base del helado, a la que, dependiendo del sabor, se le añaden diferentes ingredientes antes de darle forma. El proceso lo completan «la mano que hace el helado, que tiene que tratar ese producto con mimo, cariño y profesionalidad» y, por último, «la mano que vende el helado en vitrina».
Claves del buen helado
Además de una buena materia prima y de usar productos de calidad, la fase de añadir los diferentes ingredientes a la base del helado es clave para conseguir un buen resultado final y Sandra lo tiene claro: «Vivimos en la cultura del “sabor a”, pero eso no es suficiente: un helado de fresa tiene que llevar fresa y un helado de turrón tiene que llevar un buen turrón», sentencia.
En esta línea, a la hora de elaborar la carta hay dos aspectos esenciales sobre los que sientan las bases: apostar por productos de cercanía y escuchar al consumidor. «Nos gusta estar en contacto con los clientes, que ellos nos den su feedback y propongan sabores e intentamos trabajar con productores locales», explica Sandra.
Así, en su oferta mandan los sabores de temporada y algunos innovadores, como el de queso con membrillo, aunque sin renunciar a los clásicos. De hecho, Sandra no esconde que ella se decanta por los más tradicionales: «A mí me encantan los de frutas y mi favorito es el de limón», cuenta. Además, el rey de las ventas en sus tiendas es el más clásico entre los clásicos: «En todas se vende un montón de chocolate. Aunque seguido de cerca por el helado de tarta de queso», dice Sandra.
Ver la reacción de aquellos que acuden a sus tiendas es lo más bonito de todo el proceso: «La cara de felicidad de un cliente cuando prueba el helado es lo más bonito», reflexiona Sandra. «Esas cosas nos llevan a pensar que algo estamos haciendo bien», concluye.