Andrea Vicente, autora de «Quien bien te quiere te hará feliz»: «Hay cuatro cosas por las que se puede saber si estás con la pareja correcta»

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«La familia política es una de las principales causas de ruptura», advierte la experta en relaciones, que indica que el reparto de las tareas del hogar es el tema que más trabaja con ellas y desvela las claves para que la pasión no se extinga
02 feb 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Ni nos planteamos no levantarnos para ir a trabajar, aunque nos cueste un riñón porque no hemos pegado ojo, sin embargo, «en casa hacemos todo lo contrario. En lugar de tener esa disciplina de trabajo en la relación, decimos: “Déjame, estoy cansado, ya lo vemos mañana”», señala Andrea Vicente, psicóloga experta en amor, autora del libro Quien bien te quiere te hará feliz (HarperCollins) y terapeuta del espacio de Mitele Me quedo conmigo, donde muchos famosos se desnudan emocionalmente con ella frente a la cámara: «Sin duda, los que más terapia necesitaban son Marina y Rodri. Sin embargo, Leire Martínez y Elena Tablada habían ido muchísimo al psicólogo y ya tenían muchas herramientas».
—Quien bien te quiere te hará feliz... ¿pero siempre, todos los días?
—En nuestra vida la tristeza existe por algo, y va a haber muchas veces en las que mi pareja me diga cualquier cosa y me ponga triste, porque no me ha gustado o no estoy de acuerdo. Pero la persona que esté a tu lado siempre tiene que tener como objetivo el generarte felicidad y no querer hacerte daño. El dicho de que el que bien te quiere te hará llorar es muy famoso, y se basa en la creencia de que en el amor te van a hacer sufrir y que hay que aguantar y tirar para adelante, que es muy de antes. Ahora no. El amor no todo lo puede, y con una persona que te hace sufrir o llorar constantemente, ya sabemos que ahí no es.
—¿Y qué pasa si hay un mal momento y la pareja no puede proporcionarnos esa felicidad? ¿No hay que saber quedarse?
—Totalmente. Hay que estar en lo bueno y en lo malo. La vida es muy cambiante, y nos trae cosas que a veces ni te esperas, como la muerte de alguien, o de repente te entra una depresión... Si mi pareja pasa de mí, no quiere hacer nada y no le apetece salir, ¿me voy? No. Yo les digo mucho a las parejas que lo primero que tienen que hacer es identificar si ese problema es una situación específica, y también que se pregunten si la pareja está intentando cambiar esta situación. Eso es superimportante. Es decir, yo puedo acompañarte en un proceso de ansiedad, depresión, duelo... ¿Pero cuánto estás trabajando tú en gestionar esto para que seamos felices? Somos un equipo, hay veces en las que uno estará al 80 % y otro al 20 %, y ahí es donde nos apoyamos.
—Prometes el método revolucionario para transformar la relación. ¿Cuál es?
—Como el libro, está dividido en dos partes. La primera es de autoconocimiento, de analizarnos a nosotros mismos, cómo vemos el amor, qué creencias tenemos, si hay heridas de la infancia... Para ver si el concepto que yo tenía del amor estaba bien o si dista mucho de lo que debería ser. Y luego, la otra parte es más práctica, y va sobre cómo se trabaja eso conjuntamente en pareja. Trabajamos la comunicación, te doy herramientas para temas como la confianza, cómo no cometer una infidelidad, hablamos de la parte sexual, de la familia propia y de la de la pareja... La diferencia entre una pareja que acude a terapia y otra que no es que la que va a consulta tiene esas herramientas prácticas que marcan la diferencia y que son las adecuadas para que tu relación cambie para bien.
—¿Por qué cuesta tanto que una relación funcione a largo plazo?
—Porque cuando estamos en la etapa de enamoramiento es todo muy bonito, pero cuando ya nos acoplamos en esa relación y el amor es más maduro, se nos olvida la disciplina del trabajo en ella. Yo siempre pongo el ejemplo del trabajo. A ti no se te ocurre, aunque no hayas dormido en toda la noche, no ir a las 8 de la mañana a trabajar. Dices: «Estoy cansadísimo, pero voy al trabajo». Y vas. ¿Sabes qué pasa? Que en casa hacemos todo lo contrario. En lugar de tener esa disciplina de trabajo en la relación, decimos: «Estoy cansado, déjame, ya lo vemos mañana». Y al final se va deteriorando. El tema de los elogios, de la conquista, del flirteo... es que se va. Pero todos los días hay que trabajar y tener una comunicación muy buena, que sepamos negociar y, sobre todo, empatizar. Y entender todo el rato qué sentimiento hay detrás de lo que me dice, en vez de contestar para defenderme o atacar.
—¿Cómo podemos saber si la persona con la que estamos es la correcta?
—Eso que dicen de que los polos opuestos se atraen, no. Hay cuatro cosas por las que puedes saber si es la pareja correcta. Con la persona que tengo al lado tengo que tener unas creencias y unos valores muy parecidos. También tengo que tener muy buena comunicación y sentirme muy escuchado. Estamos todo el día en piloto automático, estresados, y a la vez que hablas con tu pareja estás contestando mensajes sin que haya una escucha activa, que es esencial, porque a la pareja tengo que sentirla como un refugio. También tienes que sentir que puedes hablar de lo que tú quieras con ella, que no te vas a sentir condicionada ni asustada por si se va a crear un conflicto. La sensación tiene que ser de que no la vas a perder porque tengáis un conflicto, porque los conflictos existen y son maravillosos, os van a hacer crecer como pareja. Y luego, tener una meta común. Estar en el mismo camino, no que uno se quiera ir a vivir al extranjero.
—¿Cuáles son las señales para saber si una relación tiene arreglo o es mejor romperla?
—Lo más importante es que haya voluntad de cambio por ambos lados, es decir, esto no va de «es que tienes que cambiar y hasta que tú no cambies, yo no hago nada», no. Hay que estar dispuesto a trabajar, porque el arreglo va a depender de ti completamente, de si tú quieres esforzarte.
—¿Y si nos quedamos?
—Si nos quedamos junto a esa persona vamos a ser infelices y conformistas. Nos podemos quedar ahí, no pasa nada, vamos durando, ¿pero de qué manera? Llega un momento en el que, para reconstruir algo, hay que tener la capacidad de perdonar y soltar. Porque como no dejes atrás algunas de las cosas malas que han pasado, ya sea en el ámbito familiar o en el de la lealtad, y no sepas soltar eso, vas a vivir en el resentimiento, echando en cara y quejándote. Y hay que saber tanto regularse uno mismo como corregularse en pareja para enfrentar un conflicto de forma serena.
—¿Qué propones para que la pasión perdure en el tiempo?
—Qué importante es esto. Lo primero, aunque suene a una cosa muy típica, hay que salir de la rutina, innovar. Las parejas somos como una empresa, y si nunca prestas atención a lo nuevo que sale, lo tuyo se queda obsoleto. La pasión también tiene que tener un puente a la conexión emocional, que tu pareja se sienta escuchada y querida, con gestos. Y hay que entender mucho el lenguaje del amor del otro. Hay quien es muy de palabras, otro es más de abrazos, otro de actos de servicio... Si entiendo el lenguaje del amor de mi pareja, puedo mantener la pasión durante mucho tiempo y que se sienta atraída por mí, que me busque... Pero si empieza a haber conflictos o no se atiende a esos gestos, la pasión decae.
—En el libro también ayudas a detectar situaciones tóxicas. ¿Cuáles son las más comunes?
—Que te invalide emocionalmente. Es decir, que te haga sentir que tus sentimientos no tienen que ser esos, que no te tienes que poner así, etcétera. Luego, las faltas de respeto. Yo trabajo con víctimas de narcisismo, y a veces te hacen denigraciones muy sutiles, ¿no? Pero te están denigrando, aunque sean frases que parecen bromas. Luego, la manipulación y el chantaje son una red flag, o los celos excesivos. También la falta de comunicación y los diálogos destructivos en los que siempre se culpa a uno. Y si tu pareja te genera ansiedad o miedo, hay que salir. Si que tú tengas una conducta hace que te entre ansiedad por cómo va a reaccionar tu pareja cuando se entere, es una señal de que no podemos estar en esa relación.
—¿Cuánto de importantes son las tareas del hogar?
—De esto se habla poco, y te diría que es la parte que más trabajamos, fíjate, en terapia de pareja. Es una locura el desgaste que puede generar en una relación el desequilibrio, y cuando hay niños, se suman las tareas de los hijos. Siempre les doy un consejo práctico, que es poner un horario para hacerlas, cada uno el suyo, en función de cuándo les resulta más cómodo, y cumplirlo. Porque si no, tú imagínate que llegas agotado y te sientas en el sofá, y ves que tu pareja a lo mejor ya ha llegado hace una hora y no ha parado de hacer tareas. Entonces, te dice: «¿Te vas a sentar con todo lo que hay que hacer?». Y de repente ahí, pam, ya empiezas a chocar. Hay que dividir las tareas e ir cambiándolas, porque muchas no gustan. Igual uno se está ocupando de las lavadoras y dentro de dos semanas se ocupa el otro. Este es uno de los temas que más separa, se genera una desconexión emocional y al final ya te da rabia todo lo que hace la pareja.
—También adviertes sobre la familia política. ¿Tantas rupturas provoca?
—Hay gente que no rompe el cordón umbilical con su familia. Cuando eliges a una pareja, se supone que te desprendes de tu familia y empiezas a tomar tus propias decisiones con ella. Lo que pasa es que muchas veces los familiares se meten, opinan o resultan tóxicos. ¿Qué pasa? Que si el propio miembro de la pareja no sabe poner límites, o no lo ve, porque te dice que es superfamiliar y que quiere ver todos los días a su familia... Hay que negociar unos mínimos, pues ni para ti ni para mí, dos o tres días a la semana. Pero hay que saber que cuando me caso, me caso también con la familia política, y a veces se nos olvida. Es mejor conocerla primero, porque muchas veces rompe relaciones.