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Ángel Luis González, nominado a los Nobel de la Educación: «A mis alumnos les enseño que la vida es para ellos»

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Jesus Monroy | EFE

Se ganó a pulso estar entre los 50 finalistas en Dubái en los Global Teacher Prize. «A los chicos se les obliga a elegir qué quieren ser de mayores casi desde que nacen», dice

25 feb 2025 . Actualizado a las 08:51 h.

No ha podido ser, pero para los alumnos de Ángel Luis González es, sin duda, el mejor profesor del mundo. Y lo es, no porque haya sido el único español nominado a los Global Teacher Prize, también conocido como los Nobel de la Educación —quedó entre los 50 finalistas de un total de 5.000 candidaturas de 89 países—, sino porque todos han vivido la nominación como propia. «Los chicos están con una ilusión que no te imaginas», dice él, antes incluso de saber el resultado y cuando todavía estaba un poco en shock por la noticia. «Cuando me enteré, me bloqueé, la verdad. Tengo que reconocer que no soy bueno, a veces, recibiendo noticias. Pero luego, cuando empiezas a compartirlo con la familia y ves su cara de ilusión... E igual con los alumnos, que ya se lo empiezan a creer... Porque al principio tampoco se lo creían... Pues ya entras en otra dimensión. Y es un orgullo que reconozcan tu trabajo. Más que mi trabajo personal, la forma un poco de ver la educación y de ver el mundo, que es lo que comparto con mis compañeros», apunta. Y ahonda un poco más en la incredulidad de sus alumnos cuando se lo contó: «Es que el premio es un millón de dólares y la gala es en Dubái. Pero, bueno, al final se lo creyeron. Se lo tuve que jurar por mi hijo que era en serio».

Con apenas 41 años, este profesor de FP ha demostrado que se pueden hacer grandes cosas. «Yo creo que me han seleccionado por la parte de motivación. Al menos, eso es lo que pone en mi nota de presentación. Lo que más me gusta en esta vida es ayudar. Y si se puede ayudar a chicos que están en una edad potencialmente muy buena para ello, pues mejor que mejor». Eso es precisamente lo que han destacado de él, ese ánimo que contagia a los jóvenes que llegan a su asignatura en el CIFP Virgen de Gracia de Puertollano.

Ángel es ingeniero informático pero está especializado en la asignatura de montaje. «Estoy en Informática y en lo que me centro es en enseñar a montar y desmontar ordenadores. Y luego también estoy muy volcado con la digitalización de los sectores productivos. Las nuevas asignaturas de la nueva línea de FP buscan conectar, de alguna forma, la empresa con la educación, desde un punto de vista de apoyo a la tecnología. Y donde me muevo es en el grado medio de FP. Suelen venir chicos que están bastante desanimados, porque sienten que si fueran buenos estudiantes, no estarían en estos estudios», indica.

De ahí que sea tan importante la motivación. «Yo les enseño, sobre todo, que la vida es para ellos. Y todo lo que se quieran proponer, lo conseguirán. Y si en la secundaria no lo han podido demostrar, a partir de ahora, que están estudiando algo tan concreto como es la Formación Profesional, sí», explica.

«Nacemos sin vocación»

Pero Ángel no sabía que acabaría siendo profesor de Informática. Jamás se le había pasado por la cabeza: «Yo nunca he querido ser nada. Y de hecho es algo que reivindico mucho gracias a este premio. Porque yo no he sido una persona que nació con vocación. De hecho, creo que la mayoría de las personas nacemos sin ella. Y es igual de válido que tenerla. Lo digo mucho, porque parece que a los chicos de ahora se les obliga a elegir ya lo que quieren ser de mayores, casi desde que nacen. Y yo he ido descubriendo que, gracias a ello, he tenido la mente muy abierta y ahora realmente siento que no me quiero mover de aquí», comenta este profesor, natural de Torrijos, en Toledo, que enseña a alumnos de 15 a 18 años.

«Un pensamiento puro»

«Creo que la rebeldía de la adolescencia se ve más en casa que en la escuela. La verdad es que, a veces, cuando vienen las familias, siento que me hablan de personas diferentes. Porque una cosa es lo que veo en clase y otra lo que me cuentan sus familiares. Pero a mí me encanta esta edad, porque es una edad muy pura. Tienen un pensamiento muy puro, y están empezando como a crear y yo les ayudo mucho con ello. La opinión de un adolescente es una opinión construida por él mismo y con muy poca influencia externa. Y a mí me encanta», indica, mientras explica cómo trabaja con ellos. «Sobre todo, trato mucho de relajarles y decirles: ‘Mira, incluso si se os da mal este curso, no pasa nada. Empieza el año que viene otra cosa porque la vida es larga. Antes de los 20 años no tenéis por qué saber al 100 % lo que vais a hacer. Y es igual de loable saberlo como no. Lo pueden ir descubriendo poquito a poco», aclara.

Considera que «hay momentos y formas de reciclarse cada día en la vida» y que «nunca es tarde para aprender algo nuevo». También intenta mejorar su autoestima: «Como no son buenos estudiantes, ya se les han cerrado puertas a las que no pueden acceder. Ellos, seguramente, sientan una dosis de frustración alta. Y yo, sobre todo, me baso en dos cosas. La primera es escucharles. Porque parece mentira, pero no se escucha tanto a los adolescentes como pensamos. Ellos sienten que su opinión no tiene valor. Toda su trayectoria laboral es un reciclaje constante, así que no hay prisa a la hora de tomar decisiones. Y está bien que lo aprendan desde el principio. Siento que se habla mucho del reciclaje, pero se aplica poco».

«Se está mejorando»

Para él aprender es una de las mayores satisfacciones «si se hace bien». Y explica que todavía a día de hoy tiene que «desmontar prejuicios» sobre la FP, porque sigue habiendo algo de «estigma» al respecto. «Si es un grado superior, algo menos. Peor en los grados medios, sí. Es cierto que cada vez se está mejorando más y se ve que hay muchas posibilidades perfectamente combinables. Por ponerte un ejemplo, yo tengo alumnos en el grado medio que vienen de la FP básica y llegan un paso por delante de muchos que han entrado directamente en el grado medio. Porque al final, la FP básica también ha sido muy práctica. Y algunas de las prácticas que yo hago, ellos ya las han hecho. Entonces, van aventajados. Lo mismo ocurre si vas de grado medio a un grado superior. E igual si vas de un grado superior a la universidad», dice. Y lo explica: «Un universitario que viene de un grado superior de Informática ya ha desmontado ordenadores, ya ha programado, ha utilizado bases de datos y eso es algo que ningún alumno de bachillerato ha hecho. Es una formación más práctica y está dirigida a lo que va a hacer».

Para Ángel, un buen profesor debe lograr mantener siempre el interés del alumno: «Yo creo que el profesor no debe perder nunca el show. Yo me centro en las clases y las hago con mucha fuerza y con muchas ganas. Por ejemplo, me gusta mucho fomentar el pensamiento crítico. Para ello conecto la práctica educativa con noticias de actualidad, especialmente relacionadas con la informática como, por ejemplo, la inteligencia artificial y su legislación. Eso los anima a participar en clase expresando opiniones. Son cosas que, por desgracia, no están acostumbrados a hacer y cuando lo hacen, les engancha mucho».

En la gala que se celebró en Dubái hace unas semanas, Ángel no salió elegido el mejor profesor del mundo. Pero ni falta que le hace, porque tiene el agradecimiento y el cariño de sus alumnos. Y eso no hay premio que lo pague.