Jesús G. Maestro, catedrático líder de ventas en Amazon: «Hoy no tenemos más libertades de las que teníamos hace mil años»

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«De haber comprendido "El Quijote", Alemania habría ahorrado al mundo dos guerras mundiales», dice el docente, viral en YouTube y líder de ventas de ensayos en Amazon con su tercer libro, «Una filosofía para sobrevivir en el siglo XXI»: «La inteligencia emocional es un timo y la igualdad es un mito»
28 feb 2025 . Actualizado a las 10:31 h.El objetivo de la educación es hacerte fracasar en la vida. A los nacidos en el año 1990 en adelante los educaron para ser narcisistas. El liderazgo es la idealización de un éxito falso y un concepto sacado del fascismo. La química cabe en una tabla periódica, la literatura no. Todas estas son citas de Jesús G. Maestro, el catedrático viral de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada que arrasa en YouTube. «Pero no soy un youtuber ni tengo redes sociales», aclara el académico de Vigo, que recomienda leer a Cervantes —su carrera empezó el día en que un profesor le mandó leer el Quijote— para aprender a defenderse en este mundo. Enamorado de la literatura y del piano fuera del aula, Maestro defiende a capa y espada una educación pública gratuita y de calidad, pero asegura que el nivel ha bajado «enormemente», y no le pronostica un futuro demasiado optimista: «A la Universidad pública le quedan muy pocos años de vida».
—Cuando digo que no soy un youtuber, es porque el youtuber antepone su interés por el público al interés de los temas de los que habla. Yo tengo interés en la interpretación de la literatura, no en el público.
—Pero interpretando la literatura también interpretas la sociedad moderna, nuestra manera de pensar y de sentir.
—Yo no tengo la culpa de que la literatura sea tan actual. La literatura habla de cosas que son eternas, del amor, de la libertad, de la muerte, de la guerra, de la paz, de la vejez, de la enfermedad. Es decir, de temas que afectan al ser humano mucho más allá de los tiempos. Hablo desde el punto de vista de lo que la literatura exige saber, de ahí que sea muy importante una educación literaria.
—¿Significa algo para ti el hecho de liderar las ventas de ensayos en Amazon, el símbolo del consumismo moderno?
—Yo no escribo un libro para que se venda, sino para interpretar la literatura. Y, después, el mercado le saca un partido y un reconocimiento, pero eso son consecuencias inevitables. Hay algo que tengo muy presente, y es que no podemos creer en las emociones demasiado exaltadas. Si la vida te da limones, haces limonada, pero el éxito es la idealización de una forma equivocada de vivir. Es decir, no se puede hipotecar la vida por el éxito ni por obtener seguidores. Y no podemos olvidar que el éxito conduce al fracaso.
—Hablando de emociones exaltadas, señalas que el miedo, la mentira y la culpa son los males de este siglo. ¿Por eso gobierna Trump?
—Eso yo no lo sé, porque no dispongo de conocimientos de política. Pero sí sé que el miedo, la mentira y la culpa son impulsos y características, comportamientos del ser humano que no se dan, por ejemplo, en los animales del mismo modo. Los animales también sienten miedo y engañan, pero a los de otras especies, no a los de la misma. Lo cierto es que esas emociones han estado siempre presentes, y en el siglo XXI lo están de una manera muy particular, porque hay muchos más medios para multiplicarlas, a través de las redes sociales. Por el éxito muchos venden el cuerpo y el alma. Y por eso hay tantos problemas psicológicos.
—Empiezas el libro con esta cita: «A nuestras libertades, “in memoriam...”».
—La libertad es un deseo que no siempre se puede satisfacer, porque la libertad es lo que los demás nos dejan hacer, y también lo que nosotros dejamos hacer a los demás. Y los demás son muchos, son todos menos nosotros, por eso no es fácil ser libre. Hoy, en el siglo XXI, no tenemos más libertades de las que teníamos hace mil años. Simplemente, tenemos otras.
—Tu retrato de los nacidos a partir de 1990 es demoledor. Dices que se ocultan en el chiste y en la evasión consumista, que viven en una vida pseudoacamédica, con una sexualidad artificiosa y descontrolada, en un mercado laboral inaccesible que conduce al parasitismo y a una pandemia de las patologías psíquicas... ¿Tan negativo es todo en las nuevas generaciones?
—Bueno, hay de todo, evidentemente, porque no podemos nunca generalizar. Hay excepciones. Pero lo que sí es cierto es que, a mi juicio, hay dos movimientos generacionales muy fuertes, que son los búmeres y los milenaristas. Los búmeres son los que nacen, sobre todo, del año 1950 en adelante, y los milenaristas son los que nacen del año 1990 en adelante. A mi juicio, lo que ha ocurrido con los milenaristas es que han sido sometidos a los experimentos de los búmeres. Con ellos se ha probado el funcionamiento de los dispositivos digitales, de las redes sociales y de un concepto de sociedad que hasta entonces nunca se había puesto en marcha. Y esta pobre generación, se ha encontrado de lleno con el primer impacto. Se ha expuesto sin ningún tipo de protección ante las redes sociales, que han hecho que crecieran en un ambiente idealizado. Y cuando se encuentran con la realidad, que no es la que se corresponde con la de internet, ven que la imagen narcisista del espejo no es la que ellos tienen delante. Cuando llega la hora del desengaño, la depresión y la crisis emocional es fortísima. No hay trabajo, no hay vivienda, se encuentran un mercado laboral cerrado...
—¿Crees que son más narcisistas en esta generación que en las anteriores?
—Es que los han educado para ser narcisistas, haciéndoles creer que pueden llevar una vida a la carta y elegir lo que quieran. Les hacen creer que pueden escoger una educación, que tienen derecho y acceso a todo, y luego resulta que no lo tienen a nada. Tampoco tienen trabajo ni pareja estable, y el fracaso en las relaciones de pareja y en el trabajo determina terriblemente la vida de una persona. El éxito en el trabajo a veces depende del éxito en los estudios, y el de la pareja no se está produciendo porque se ha reemplazado la experiencia amorosa por otro tipo de experiencias que no dan lugar a nada y que son tremendamente narcisistas.
—¿Entonces no es la generación más preparada, como se suele decir?
—Estamos ante la primera generación que no sabe qué hacer con lo que ha recibido, porque tiene una educación inferior a las otras. ¿Cómo pueden decir que es la generación más preparada de la historia, cuando no pueden encontrar un trabajo y entonces culpan a los demás? Lo mismo cuando no pueden encontrar una pareja, que también culpan a los otros. Esta es una sociedad que ha relajado enormemente su lucha por la vida. Llevamos décadas de paz, no tenemos una guerra a la puerta de casa. Entonces, hay una relajación y un bienestar, la gente busca la compañía de animales pacíficos, un bienestar emocional, y esto ha disminuido enormemente el esfuerzo individual y colectivo por mantener lo que hemos recibido.
—Hablando de conflictos, de la ausencia de ellos, una de tus frases más populares es que de haber comprendido el «Quijote», Alemania habría ahorrado al mundo dos guerras mundiales.
—Sí, es cierto. Estoy convencido de ello. Alemania es un país que ha constituido una imagen idealizada de sí misma y ha tratado de imponerla al resto del mundo. El problema comienza con Lutero, que tiene una percepción de la creencia religiosa y convence a una zona geográfica, que es Sajonia, y que luego será Alemania. Y el segundo idealista fue Kant, el inventor del idealismo moderno, que teme a la realidad. Cuando Alemania queda derrotada en 1918 de una manera feroz, terrible, resurge un resentimiento y vuelven a reconstruir un ideal. Se inventan cosas espantosas, como la superioridad étnica y la raza aria. El idealismo es el recurso humano de los totalitarismos.
—Hoy el concepto de liderazgo es de los más perseguidos en el mundo laboral. ¿Realmente existe?
—Es un concepto de la sociedad anglosajona, básicamente de Estados Unidos. Un líder es un esclavo de élite, la idealización de un éxito falso, porque no es un líder de nada. Y es un concepto que está sacado de fascismos históricamente derrotados, como es el caso de Hitler, de Mussolini y de Franco, que eran führer, duce y caudillo. Ellos eran el líder que guiaba, pero esto se ha llevado del contexto bélico al laboral, en una imagen completamente idealizada del mundo profesional. Porque trabajo es aquello que se hace solo por dinero. Muchas personas dicen: «Es que a mí me gusta mi trabajo». Bueno, qué remedio te queda... A muchos nos gusta una parte importante de nuestro trabajo, pero nos gusta por su contenido, no por sus condiciones.
—¿Crees en el trabajador multitarea?
—Lo que sirve para todo no sirve para nada. Estamos yendo en contra de la excelencia. Si tú haces de todo, te conviertes en un trabajador plano. Así, como empresa, contrato a diez personas que hacen de todo y me ahorro a los especialistas. Pero quien hace de todo, hará cosas mal. Decir de un trabajador que es multitarea es destruir su profesionalidad.
—Dices que tengamos cuidado con la universidad, que no es una garantía.
—Sí, porque es preferible ser un ignorante antes que un necio titulado. La Universidad ha perdido mucho, hemos pasado de una que estaba masificada hace 30 años, a una vaciada. Eso en cuanto a la pública, porque las privadas han crecido. Pero las privadas suponen una educación solo para quien puede pagársela, y si reducimos la universidad al mercado, desnaturalizamos muchas de las exigencias de la universidad libre, abierta y gratuita. A mi juicio, a la universidad pública le quedan muy pocos años de vida. Porque en esta sociedad, lo que no es de alguna manera rentable, desaparece. Pasa con las pensiones y con la sanidad, incluso la privada, como en el caso de Muface. Lo que no da dinero, se suprime. Y eso ocurre cuando el mercado es más poderoso que el Estado.
—¿Qué opinas del feminismo? En el libro dices que es un tema agotado.
—Dentro del feminismo hay muchas corrientes, y algunas incluso son incompatibles entre sí. Pero cuando yo hablo de feminismo me gusta hacerlo desde el terreno de lo que la literatura dice sobre la mujer, que son más cosas de las que dicen las leyes. Hay dos autores que han prestado mucha atención a esto: Cervantes y Lorca. A Lorca se le conoce más, pero se le estudia poco en profundidad. Y de Cervantes, respecto a sus ideas sobre la mujer, apenas se conoce nada. La obra en la que más la defiende es La gitanilla, donde una chiquilla adolescente defiende los derechos de su voluntad y de su libertad frente a los imperativos de lo que la rodea.
—Niegas que exista la literatura para mujeres o infantil.
—Porque son clasificaciones que hace el mercado para vender, pero que no hace un intérprete de la literatura. De la misma manera que no hay química para ancianos o ingeniería aeronáutica para niños o bebés, tampoco hay literatura para ancianos, ni literatura para jóvenes, ni literatura para niños, ni para hombres, ni para mujeres. Por ejemplo, el Quijote no es una literatura para niños, pero sí se puede hacer una versión para niños, como la que hizo Rosa Navarro. Pero ya no será la de Cervantes, será la de Rosa Navarro. Tampoco hay un Lorca para mujeres y un Lorca para hombres, del mismo modo que no hay una literatura para dictadores y otra para demócratas. Son etiquetas que se ponen para clasificar los libros en una librería, en un mercado. Y lo que puede ser legítimo para el mercado, puede ser incoherente para la ciencia.
—¿De verdad piensas que el objetivo de la educación es hacernos fracasar en la vida? Tú eres docente...
— Sí, y por eso lo digo, porque lo conozco. Ese es el objetivo.
—¿Pero en qué sentido?
—La educación de hoy está muy por debajo de las exigencias que la realidad pide para afrontar la vida. Entonces, el ser humano va a fracasar. El primer día de trabajo, ese alumno al que hicimos creer que estaba capacitado no va a ser capaz de enfrentarse al jefe, a los compañeros o al cliente.
—¿Por qué no crees en la inteligencia emocional y cuestionas la igualdad?
—Es que la igualdad es un mito, es un ideal, y la inteligencia emocional es un timo. Con respecto a la igualdad, somos más iguales que hace 300 años, es decir, que algo hemos mejorado, por eso no podemos renunciar a ella y debemos hacerla realidad, que siga siendo un objetivo. Ahora, la inteligencia emocional es una expresión que no significa nada, porque la inteligencia siempre es emocional. Es como decir el agua mojada, un epíteto. Es como la autoayuda, que tampoco significa nada, porque nadie se puede ayudar a sí mismo, ayudas a los demás. Hablar de autoayuda es hablar de un narcisismo loco y engreído.