
La indicación hasta ayer era detener el tiempo y la decadencia con unas cuantas sesiones de cardio, ir de andarina por la vida, exiliar el churrasco, saludar al brécol y cosas así. Pero en general, había una cierta complacencia con la deriva que los años nos imponían a las mujeres. Hay declaraciones de sobra al respecto, señoras maduras que entran en la penúltima edad y declaran que viven como nunca por dos motivos: no sienten la presión del sexo ni la tensión de la belleza, como si de repente se bajaran de una competición que durante las décadas anteriores las había mantenido en una tensión agotadora.
Repasemos declaraciones de mujeres famosas que se asoman a ese abismo cultural de la vejez, porque el resultado es terrorífico:
Kim Cattrall: «Desaparecemos y dejamos de ser vistas porque ya no somos jóvenes, bellas y sexualmente apetecibles».
Frances McDormand: «Algo ha pasado en nuestra cultura: nadie puede envejecer pasados los 45, tanto en la moda, como en la cosmética o en la propia actitud. Todo el mundo viste como un adolescente o se tiñe el pelo».
Carla Bruni: «Existe una esclavitud para las mujeres, una obligación de seguir pareciendo joven por mucho que pasen los años».
Geraldine Chaplin: «Siempre llevo zapatos llamativos. Pero eso tiene un porqué. Es para evitar que me miren la cara y vean que soy un pellejo. La gente dice: ‘Geraldine, qué zapatos tan raros llevas...’ y se olvidan de mis arrugas».
Los Óscar y la subrayada resignación de Demi Moore al ver cómo el premio se lo llevaba otra fueron también sobre esto. Contra pronóstico, el galardón lo recogió la actriz Mickey Madison, pero lo que se destacó no fueron sus habilidades interpretativas en Anora, sino que su juventud se hubiese impuesto a los años de la Moore que, además de protagonizar La sustancia, se ha erigido en portavoz de las nuevas maduras, reivindicando un derecho a envejecer que choca con los esfuerzos que hace por demorar al máximo el poder disfrutar de ese derecho.