
A los 13 años empezó a trabajar, a los 17 se casó por primera vez (y lo ha hecho tres), tiene dos hijos, tres nietas y el amor le llegó pasados los 50 con Juanjo, que es 17 años más joven que ella y con el que forma una pareja perfecta: «Es un ángel»
06 abr 2025 . Actualizado a las 05:00 h.El lema de María López es «querer es poder.» Y vaya si ella ha querido, porque siempre se ha puesto el mundo por montera. Muchas veces empujada por la vida, que no se lo puso fácil. Nació en Boimorto, y de allí se siente, lo repite varias veces en la conversación, orgullosa de sus raíces y de los valores que le inculcaron sus padres. A los 7 años, cuando su madre se puso enferma, ella ya empezó a ayudar subida a una banqueta en las tareas de casa y en la cocina. Su padre al lado, siempre a su lado, la fue guiando de esa forma tan vital de la que ha aprendido ella. «Eso lo heredo de él, sus ganas de hacer cosas, de estar siempre contenta, de tirar y vencer los inconvenientes de la vida», se emociona María, que siempre estuvo muy unida a él y lo ha perdido hace poco cuando ya había rebasado los 90.
De Boimorto, como tanta gente que venía a buscar un futuro a las ciudades, llegó a A Coruña muy pequeñita, y a los 13, esa María presumida y pizpireta, quiso dejar los estudios para arrimar el hombro y ayudar en casa. Entró de dependienta en una tienda de las primeras que había en una casi recién estrenada calle Barcelona. Pero a los 17 ya estaba casada y a los 18 tenía un hijo.
La vida de María ha sido tan intensa (y lo sigue siendo) que solo el resumen daría para un YES entero. Pero en el resumen de ese resumen podemos decir que se casó tres veces, que tuvo dos hijos con su primer marido, que ahora tiene tres nietas y que estuvo al frente durante casi 40 años de negocios de peluquería y estética, que la tuvieron siempre activa y a la última en todo. Ahora María sigue imparable, aunque hace tres años que está jubilada.
«Empecé colgando algunas cositas en Instagram y mis amigas siempre me decían que tenía un estilazo enorme, que me tenía que dedicar a hacer algo de moda. Y bueno, un día, Andrés, The Spanish King, me vio en el aeropuerto y me dijo: ¿Tú eres influencer? Yo le respondí que no. Y él me dijo: ¡Pues a qué esperas!’. Y ahí me animé», relata María, que empezó a meterse en aplicaciones, a buscar información y hacer sus pinitos en las redes. Se presentó a algún certamen de belleza, también al Silver Sénior, en Galicia, en el que quedó muy bien posicionada para ir a la final a Madrid, pero por motivos personales no pudo asistir.
Sí ha conseguido ahora en este mismo certamen, celebrado en Pontevedra, hacerse con el premio de Miss Galicia de más de 50 años. Aunque ella se siente especialmente orgullosa de que le dieran la banda de Miss Elegancia y la de Favorita del público, además de la que la señala como Miss Grandma. «Estoy orgullosísima, porque soy abuela de tres niñas, y tiene ese significado, Grandma es ‘abuela’ en inglés; yo no lo sabía, pero estoy encantadísima», explica María. Ella es tan expresiva que dice que en estos momentos quiere ser Emily in Paris. «Me encanta todo lo que saca en la serie, me pondría todo lo que lleva su jefa, aunque en esta ciudad es muy difícil», reflexiona.
Lo que le gustó de este certamen es que no tiene requisitos, que es inclusivo y que no «anda pensando en complejos ni esas gaitas». «Pon esto en el reportaje —me dicta con arrojo—, las mujeres después de los 60 también somos muy pero que muy válidas, podemos hacer lo que nos dé la gana, lo que nos propongamos. Tú te marcas una meta y vas a por ello. A los 67 podemos con todo igual que una de 20 o de 18».
María cuenta orgullosa que mide 1,52, que es menuda, lleva una 36 de talla, y que, como tantas mujeres, cuando coge dos kilos de más también se cuida, procura llevar una vida sana, y hace una defensa de la belleza natural. «Yo entiendo que te hagas un tratamiento de vitaminas, te cuides la piel... Yo salgo a caminar, me pongo mis cremas como todo el mundo, pero nada más. El resto es mi genética, me cuido, soy presumida desde que tengo uso de razón y por mi trabajo siempre he estado a la última en tendencias. Yo no pasé por el bisturí, que, ojo, a lo mejor paso cualquier día, pero no creo. Sí me he puesto inyecciones de ácido hialurónico y vitaminas muy de vez en cuando», señala María. Ella prefiere ponerse un buen rímel, darle forma a las cejas, y abrir un armario que siempre tiene disponible para sus amigas y sobrinas. «Me encanta cuando me dicen: ‘Tita, no sé qué ponerme’. Yo entonces les cedo todo y enseguida las combino por aquí y por allí, siempre me ha gustado la ropa y mezclar estilos».
Para este certamen, María posó con unos jeans negros y una camiseta también negra, después con un vestido largo de ese mismo color, y cuando ella pudo elegir, escogió otro blanco de Lovely By Isabel, la tienda que la vistió en su tercera y última boda con Juanjo hace tres años, aunque de pareja llevan ya 15 juntos.

«A VER CUANDO CUMPLE 50»
«Toda mi vida ha sido reinventarme —confiesa—, y creo que el jurado del certamen ha valorado también esa fuerza, esas ganas de estar activa, de mirar siempre adelante que en mí es tan potente». Tanto que rompe con muchas estadísticas, no solo la de ser Miss a los 67 midiendo 1,52. En el amor María ha apostado a lo grande. «Le llevo 17 años a mi marido, y cuando empezamos él era más crío y yo siempre pensaba: ‘‘A ver cuando cumple 50, a ver cuando cumple 50, pero, claro, él me decía: ‘Cuando yo cumpla 50 tú vas a seguir cumpliendo...’. [Risas]». Ahora Juanjo, su marido, los ha cumplido, y María, que cumplió los 67 en enero, le hizo una fiesta sorpresa, aunque la sorpresa también fue ella. «Primero aparecí en la celebración con un vestido espectacular, de metros y metros de tul, pero en un momento desaparecí, y salí vestida y peinada como Marilyn Monroe a cantarle el Happy Birthday», se ríe esta Miss Abuela que siempre está pensando en cómo hacer felices a los demás.
Soy muy familiar, me gusta estar rodeada de amigas, viajar con ellas y con mi pareja, estar con mis nietas, disfrutar de las cosas buenas de la vida», dice María, que, tras perder a su padre, pasó un bajón fuerte y reconoce que también su entorno la ayudó mucho. «Mis amigas me dieron una buena sorpresa y me llevaron a Sanxenxo, fueron unos días estupendos, tengo que agradecérselo», apunta esta Miss Galicia, que me cuenta también las últimas figuraciones para películas que ha hecho y cómo se ha ido bajando todas las aplicaciones que hay para seguir sacando partido a su imagen. «Ah, y por supuesto, ahora hay que ir a la final a Madrid, tengo mucha ilusión», apunta.
Ella está al frente también de Doctora Amor, donde como wedding planner, ofrece todo su conocimiento para que nada falle y sea perfecto ese día tan especial para los novios. A María, desde luego, no le falló en su espectacular boda con Juanjo en el Noa Boutique de Santa Cruz (A Coruña), en que apareció como una princesa de cuento.
Juanjo, su marido, es sin duda para ella su «gran amor», un amor que no entiende de egoísmo. «Tengo 67 y yo voy a ir todo para abajo. Y en la vida llega un momento que se tiene que acabar, pero yo confío tanto en mí... Y luego hay una cosa, el amor verdadero, que desde luego es el mío, me hace pensar en él antes que en nada. Imagínate —y no me importa que lo pongas porque quiero que conste— que un día a mi marido se le cruza una mujer espectacular. Y yo sé que a él, que ya tiene un hijo de una relación anterior, le encantaría volver a ser padre... Yo se lo voy a poner fácil, porque sé que él nunca me va a dejar tirada anímicamente. Mi marido es tan espléndido, tan noble y tan buena gente que tiene un corazón..., es un ángel. Te lo digo en serio, sé que siempre va a estar ahí si yo lo necesitase. Pero se lo pondría fácil». «No puedo —continúa— con esas mujeres que chantajean a los hombres con sus hijos, o que no les dejan ver los nietos a los abuelos», cuenta María, que es consciente del daño que les pudo causar también la separación a sus hijos cuando eran pequeños en un tiempo duro para María, porque era muy, muy joven.
«En aquella época, recuerdo que me ponía mucha minifalda, me encantaban, pero ahora ya no. Tampoco los shorts para ir a la playa, que hasta hace nada me los ponía, pero ahora en verano ya no me veo. En invierno con alguna media sí, pero la piel tiene su flacidez natural, y por mucho que hagas y vayas al gimnasio, la edad está ahí», expresa. «Hay cosas que tenemos que asumir, y yo asumo las arrugas. Mira, cuando fui a la tele a contar la historia de Juanjo y mía, a raíz de que lo contasteis en YES, Alessandro Lequio se metió mucho conmigo, hablando de que sexualmente, bueno, de que hay una edad en que todo cae... Mira, ahí me despaché. Le dije: ‘‘Yo sé que antes tenía el pecho aquí arriba y ahora no. Pero yo me levanto por la mañana, me pongo divina, me pongo un sujetador, le hago así a una pa’ arriba, a otra pa’ arriba, me las coloco y a la calle”. Hay limitaciones, claro, pero en esta vida todo es actitud y querer. La edad está en la cabeza», concluye.
«Yo no tuve niñez ni adolescencia y sé muy bien de dónde provengo, lo que me ha costado, por eso no tengo miedo a nada ni a nadie, sé quién soy, que soy humilde como lo era mi familia y esos valores, esas cosas, no se olvidan. Yo puedo aparentar frívola, presumida, lercha, pero es que me da igual. Yo sé quién soy, de dónde vengo y lo que he evolucionado», indica María, que recuerda cómo cuando se casó por primera vez, a los 17, no sabía nada de la vida sexual de una mujer. «A nosotras no nos enseñaban sexo, estaba todo prohibido, había quienes se metían en la cama tapadas hasta arriba con el camisón y la luz apagada. Imagínate lo que hemos evolucionado. Yo diría que el 80 o 90 % de las mujeres no teníamos un orgasmo. Por eso ahora, cuando hablo con mis amigas, y nos contamos de que si el Satisfyer, que si lo otro... Es otra vida», señala esta mujer todoterreno que ya está pensando en cómo avanzar en el siguiente proyecto. «Quiero hablar con la alcaldesa de A Coruña»... María siempre es una sorpresa.