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Lo natural se pone de moda, también en el mundo del vino

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MARCOS MIGUEZ

Aseguran los expertos que un vino natural es aquel que se elabora con la mínima intervención posible del hombre, tanto en el viñedo como en la bodega y ese concepto está conquistando cada vez a más consumidores en todo el mundo

16 may 2025 . Actualizado a las 10:27 h.

No hay una definición exacta de lo que es un vino natural. Ni siquiera hay unas reglas claras que establezcan cuándo este calificativo puede ser aplicado a un vino. Pero, a pesar de eso, este tipo de elaboraciones se están haciendo cada vez más populares y en ciudades como A Coruña hay cada vez más establecimientos hosteleros especializados en estos vinos. Porque existe una parte de los consumidores que buscan productos en los que la intervención del hombre sea cada vez menor y en los que los fitosanitarios o fertilizantes químicos no hayan estado presentes en ninguna parte del proceso. Dos premisas que debe cumplir un vino para ser considerado natural, cuentan los expertos.

«La definición que más me gusta es la de Joan Gómez, que dice que el vino natural procede de la reducción máxima, pero reflexionada, de la intervención en su proceso de elaboración», cuenta Carmen García Álvarez, exportadora a China de vinos naturales y especialista en la materia. Asegura que el trabajo para crear estas elaboraciones debe empezar en la viña, «donde no se deben aplicar tratamientos fitosanitarios ni pesticidas», añade. Y sigue con la vendimia, que debe ser manual. El mismo respeto a la no intervención se debe mantener en la bodega, donde el despalillado debe realizarse a mano y las prensas de estrujado son también manuales. Se busca una fermentación alcohólica espontánea y se utilizan solamente levaduras indígenas. «La mayoría de las bodegas que elaboran vinos naturales son pequeñas empresas familiares, en las que la persona que cultiva la viña es la misma que hace el vino», explica.

No están permitidos los aditivos ni las manipulaciones técnicas, y los vinos pasan por un proceso de crianza, en el que realizan la filtración y clarificación de forma natural, por gravedad o frío. Tampoco está permitido el uso de estabilizadores. Existe, eso sí, cierto debate en torno al sulfuroso, porque los más radicales argumentan que no debe utilizarse, mientras que otros elaboradores permiten su empleo, aunque en dosis muy inferiores a lo habitual. Todo ello confiere a este tipo de elaboraciones unas características que los hacen diferentes de los conocidos como vinos convencionales. «Por ejemplo, aquí no se descarta un vino por su transparencia, porque la turbidez tiene que ver con la forma de elaborar», explica García. Pero también deja claro que «no debemos admitir defectos en estos vinos porque sean naturales».

Esta exportadora y experta en la materia, asegura que, aunque la moda de los vinos naturales es relativamente reciente, lo cierto es que el primer vino de estas características se elaboró en Francia en el año 1979. Fue una forma de luchar contra la agricultura industrial que provocó la homogenización de procesos. Añade, además, que los vinos naturales no deben confundirse con los ecológicos o con los biodinámicos, que son más permisivos con los procesos y sustancias que utilizan tanto en bodega como en el viñedo. Actualmente, ya hay algunas asociaciones, como la francesa Vine Method Nature, que está reconocida por la misma autoridad que gestiona las denominaciones de origen en el país, que certifican estos vinos. «Está formada por 272 bodegas y, entre ellas, hay algunas de España», añade. En nuestro país también hay una asociación de productores naturales, que agrupa a algo más de cuarenta bodegas.

Entre las elaboraciones naturales más frecuentes se pueden encontrar blancos, tintos y rosados, pero también los cada vez más famosos Orange Wine (vino naranja) o los pet-nat (naturalmente espumosos). Estos últimos, por ejemplo, se elaboran mediante el método ancestral y en ellos las burbujas se crean de forma natural, sin que se les añada azúcar. «Son vinos que se cierran con chapa, que no se degüellan y en los que el grado alcohólico es medio o bajo. Suelen ser afrutados y refrescantes, de burbuja ligera», explica García. Por el contrario, los blancos son los que más cuesta encontrar en el catálogo de vinos naturales.

Otros habituales son los llamados vinos naranjas, «son vinos blancos con alma de tintos porque se elaboran con uvas blancas que fermentan con sus pieles», cuenta García. Y, aunque también se pueden encontrar estos vinos elaborados de forma tradicional, «es cierto que frecuentemente se asocian con vinos naturales». También hay una gran variedad de tintos entre este tipo de elaboraciones. «Son más frescos y digestivos, no buscan aporte de madera, sino que persiguen poder expresar la uva y el terroir», afirma.

García reconoce que estas elaboraciones no están exentas de polémica, pues existen mil debates abiertos sobre qué se puede y no se puede utilizar en su proceso de elaboración. «Yo defiendo la coherencia y la transparencia. Un vino natural tiene que tener la mínima intervención posible, pero si una vez en bodega precisas añadirle algo de sulfuroso pues no pasa nada, siempre que lo cuentes y lo expliques», añade. También tiene muy claro que «que un vino sea natural no quiere decir que se le permita tener defecto u oler a ellos», aunque reconoce que hay una serie de aromas que se deben asociar con estos vinos, precisamente por el proceso de elaboración que siguen.

Escasos en Galicia

Aunque este tipo de elaboraciones despiertan cada vez más el interés de determinados consumidores, lo cierto es que en Galicia hay muy pocas bodegas que hagan este tipo de vinos. «En Galicia, por la climatología, es muy complicado hacer vinos naturales. Castilla, en cambio, tiene el clima ideal. Aquí, por la humedad, es muy difícil que no haya que darle un tratamiento al viñedo», asegura García. Aun así, añade, hay bodegas que trabajan en la línea de añadirle lo mínimo posible al viñedo y al vino. «Hay gente que está trabajando casi en el cero-cero, como La perdida, de Nacho González, que es lo más natural que hay actualmente», argumenta.

Este interés por los vinos naturales se está dejando sentir también en los negocios de hostelería y, en algunas grandes ciudades, ya hay establecimientos que solo apuestan por este tipo de bebidas. «Sí que cada vez hay más interés y hay gente que cada vez está apostando más por esos vinos», asegura García. En A Coruña, por ejemplo, hay varios negocios en los que se pueden probar este tipo de elaboraciones. En el restaurante 55 pasos, por ejemplo, presumen de tener una carta de vinos de pequeños productores de todo el mundo. Y entre ellos figuran muchos que pueden definirse como naturales. También Malteando, otro negocio de la ciudad, ofrece vinos naturales por grifo y por botella. Y Glu-glu es otro bar de vinos en los que estas elaboraciones tienen mucho protagonismo. «Es cierto que en ciudades como Madrid y Barcelona hay más interés. Y en Francia es toda una cultura. En Shanghái, por ejemplo, hay 42 vinotecas dedicadas a estas elaboraciones», afirma. También en Vigo «está Mala Uva, que trabaja en la línea de la baja intervención», al igual que hace Xenese, ubicado en Santiago de Compostela.

A Carmen, la pasión por el vino le viene de las viñas que su abuelo cultivaba en O Ribeiro. Pero hace solos unos años que descubrió los vinos naturales. «No sabía lo que eran, me lancé a indagar y me conquistaron». Tanto, que actualmente tiene una empresa que solo exporta este tipo de vinos a China e imparte clases maestras sobre la materia, como la que dio en la Galicia Wine Academy de Vigo recientemente. Además, el mes pasado se convirtió en la primera española en dar una clase maestra sobre vinos naranjas en la semana del vino en Chengdu. En ella presentó solo vinos naturales.