Teresa Molezún, orientadora profesional: «Decidir tus estudios en base a lo que tiene más salidas puede ser pan para hoy y hambre para mañana»

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¿Cómo estudio mejor? ¿Qué hago al terminar la selectividad? Estas son solo algunas de las preguntas que escucha a diario la orientadora en su consultora, donde ayuda a los estudiantes a conseguir las herramientas para tener éxito en el aula
29 abr 2025 . Actualizado a las 15:53 h.Un año más se acerca el momento de la verdad para los miles de estudiantes que en junio se enfrentarán a la temida PAU —que sustituye a la selectividad covid con una única opción de examen que incluye una pregunta competencial obligatoria y otras tres con cierto margen de elección— y deberán escoger qué hacer a partir de septiembre. No es una decisión fácil. La exigencia es alta y las posibilidades, cada vez más diversas: una carrera, un ciclo de FP, un año en el extranjero... Sea cual vaya a ser la conclusión, la clave está «en nosotros mismos, y en nuestro autoconocimiento». Lo resume Teresa Molezún, coach y orientadora profesional en Catemo Educación. En su consultora de A Coruña trabaja junto a su socia Carmen Vázquez de Prada para ayudar a alumnos y familias a que den los pasos necesarios para enfrentar esta compleja y trascendental toma de decisiones.
—Pero antes de llegar a eso, hay que ir preparándose durante todo el curso. ¿Qué tiene que tener una buena rutina de estudio?
—La clave es planificar y priorizar. Lo primero debe ser hacer un planning de trabajo. Y a eso hay que sumar un calendario, donde aparezca todo lo que hay que hacer y los tiempos de descanso. Incluso estaría bien hacerse un checklist diario, para ir marcando lo que vamos haciendo. Ir tachando, para que se vaya viendo que avanzamos, y así mantener la motivación.
—¿Qué herramientas se pueden utilizar para poder estudiar mejor?
—Se deben utilizar esquemas, resúmenes y mapas conceptuales. Con esas herramientas, estudiar acaba siendo más bonito que hacerlo con un tostón de páginas y páginas seguidas de apuntes. También podemos seguir técnicas de estudio como la conocida Pomodoro, que nos ayuda a marcar tiempos que no sean muy largos y compaginarlos con momentos de descanso. Y no nos podemos olvidar de trabajar la serenidad, para poder concentrarse y que todo salga bien.
—¿Qué debe tener un buen lugar de estudio?
—Es clave para poder rendir. Hay que dejar a un lado las distracciones, como el móvil. Y el lugar donde estudiamos debe cumplir varias características: la mesa y el cuarto deben estar ordenados, porque el orden y la limpieza influyen en tu estado de ánimo y en tu capacidad para mantener la concentración.
—El descanso también hay que trabajarlo.
—Descansar es muy importante. Hay que dormir adecuadamente, porque cuando dormimos, los recuerdos se asientan y se procesa el conocimiento. Tampoco podemos abandonar la actividad física, incluso en época de exámenes. Si practicamos algún deporte, hay que mantenerlo. Que ni se nos pase por la cabeza dejarlo. Y si no, salir a dar un paseo todos los días nos vendrá fenomenal.
—Lo que ocurre a veces es que caemos en la frustración. ¿Qué hacemos en ese caso?
—Tenemos que tener una conversación interna y decir: «Oye, que sí que puedo. Si el año pasado me saqué Filosofía, ¿por qué no lo voy a hacer este curso?». Nuestro principal consejo es tomarse el estudio como un aprendizaje, y no como una serie de exámenes que tienes que aprobar. Y si no se consigue el resultado que esperábamos, tenemos que analizar qué ha fallado. ¿Por qué no lo he conseguido? Se trata de ir conociéndose e ir entrenando habilidades que nos puedan servir para saber qué nos viene mejor y qué nos da mejores resultados.
—En las horas previas al examen, ¿qué hacemos? ¿Seguimos repasando?
—Hay que hacer lo que nos dé una mayor sensación de control. Eso es lo que te va a ayudar a hacer un examen. Si a ti llevar los apuntes en el autobús de camino al examen te da sensación de seguridad, pues adelante. Pero si te pones nerviosísimo y tienes la sensación de que te vas a bloquear, igual te viene mejor salir a pasear el día anterior y no mirar nada. La clave está en conocer cómo funcionas y en buscar esa sensación de tranquilidad. Eso va a hacer que afrontemos el examen desde la autoestima.
—¿Y esa autoestima a la hora de estudiar se puede entrenar?
—Claro. Lo ideal es ir probando diferentes técnicas ya desde la ESO. Pero, desde luego, un curso fundamental para experimentar e ir entrenándose es primero de bachillerato. Eso nos ayudará a conocernos bien para afrontar con seguridad segundo, y también para dar el salto a la universidad.
—Cuando llega el momento de la verdad, ¿por dónde debemos empezar el examen?
—Antes de llegar, tenemos que respirar. Esa respiración, profunda y consciente, es una herramienta poderosa para calmar la ansiedad que podemos sufrir. Recomendamos esto: inhalar profundamente por la nariz contando hasta cuatro, mantener la respiración contando de nuevo hasta cuatro, y exhalar lentamente contando hasta seis. Si lo repetimos varias veces, estaremos listos para afrontar los exámenes. Una vez ante la prueba, debemos comenzar por la parte que más controlamos, para no caer en el bloqueo y para no dejarnos llevar por los nervios. Y decirnos: «Me va a salir bien».
—¿Y si nos bloqueamos en un ejercicio?
—Pues volvemos más tarde a él. No sirve de nada quedarse y bloquearse, porque te puede poner más nervioso y llegar a ese punto de autosabotaje donde empiezas a pensar que no te acuerdas de nada. Si te quedas en blanco, no pasa nada. A por otra. Ya saldrá.
—A veces no conseguimos el resultado que esperábamos y lo interpretamos como un fracaso. ¿Cómo gestionamos esa sensación y cómo la afrontamos?
—El fracaso es una percepción que generamos. Hay gente que lo vive como un fracaso, y otra que lo afronta como un aprendizaje. Lo que debemos tener claro es que es normal sentirse frustrado o decepcionado si no alcanzamos los resultados que nos proponíamos. Lo primero, en estos casos, es aceptar ese sentimiento. Y avanzar, porque no te puedes quedar enganchado en esa sensación. Para evitarlo, recomendamos llevar pensado un plan alternativo, que nos aporte tranquilidad en caso de tener que enfrentar el problema. Conociendo tus fortalezas, ¿hacia dónde puedes avanzar? No se puede trabajar o tomar una decisión desde la frustración.
—¿Hay que anticiparse entonces a ese posible «fracaso»?
—Exacto. El hecho de tener un plan B, o incluso un plan C, ya nos ayuda. Preguntarnos: «¿Qué hago si no lo consigo? ¿Qué opciones tengo?». Por ejemplo, en el caso de la selectividad, si no conseguimos la nota que necesitamos para la carrera que queríamos. Y también debemos estar abiertos a nuevas posibilidades que igual ni nos hemos planteado anteriormente.
—Con la PAU hay que decidir qué estudiar. ¿Nos dejamos llevar por lo que más nos gusta o por lo que tiene más salidas?
—Nosotros somos más partidarias de hacer lo que te gusta. Evidentemente, la salida es un factor más a tener en cuenta. Por ejemplo, si nos gustan dos o tres carreras y una de ellas tiene más salidas, pues lo lógico sería orientarse hacia esa. Pero no podemos tomar la decisión en automático, porque luego llega un momento que dices: «Dios, ¿qué he estado haciendo todo este tiempo?». Si escoges algo que te gusta, es porque es algo en lo que eres bueno, en lo que tienes habilidades... Y si tomas la decisión en base a eso, lo más seguro es que tengas más posibilidades de que te vaya bien profesionalmente. Y de que tu día a día sea mejor, más llevadero y más bonito. Además, el tema de las salidas es cíclico. En los 2000, Ingeniería de las Telecomunicaciones era lo máximo, y ahora lo son Matemáticas o Informática. Pero igual eso cambia en unos años... Decidir en base a lo que tiene salidas puede ser pan para hoy y hambre para mañana.
—Pero si decidimos en base a lo que nos gusta, ¿en qué nos centramos?
—Tienes que conocerte a ti mismo. Si tienes cero habilidades sociales, no te orientes hacia una profesión que las exija, porque entonces no te contratará nadie. Y también hay que tener en cuenta que no tiene por qué ser una decisión que te marque de por vida. Nosotras trabajamos con gente que está en su crisis de los 30, de los 40... La trayectoria profesional es muy larga y puede dar muchas vueltas. Por poner un caso, yo trabajé con un estudiante que hizo Historia y acabó en una FP de Moda.
—Si dudamos entre un ciclo de FP y una carrera universitaria, ¿qué escogemos?
—No hay una respuesta acertada. Cualquiera de las dos es una gran opción. Si se te da bien estudiar y memorizar, está genial que optes por una carrera. Los grados universitarios gozan de prestigio social y permiten alcanzar una formación muy especializada (aunque algunas son demasiado teóricas). Pero si eres una persona de perfil más técnico, la FP superior es una gran opción. Es más práctica y operativa, permite alcanzar antes una cierta autonomía económica y además puedes saltar del ciclo a una carrera después. Una cosa no quita la otra.
—Trabajáis de tú a tú con muchos estudiantes. ¿Qué conclusiones sacáis de cómo encaran esta decisión que no deja de ser importante?
—Están sometidos a mucha presión, y abrumados (como también lo están sus padres) por la cantidad de opciones que hay. Por un lado, están los que quieren sacar la mejor nota porque ya saben lo que quieren hacer. Y por otro, están los «despistados», que tantean la situación e intentan ver cómo les sale lo que han planteado. Depende de la madurez de los chavales. Y este año, están algo preocupados por la nueva PAU.