Gael vino al mundo en medio del apagón: «Mi madre supo que yo había dado a luz cinco horas después»

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La matrona Cristina Valiño estuvo de guardia en el materno infantil de A Coruña el día del apagón
La matrona Cristina Valiño estuvo de guardia en el materno infantil de A Coruña el día del apagón

Sus padres, Laura y Samuel, no fueron conscientes de lo que estaba pasando fuera. «Cuando me lo contaron, no me lo creía», confiesa la madre

01 may 2025 . Actualizado a las 12:01 h.

Hay bebés que nacen con un pan debajo del brazo, pero en el caso de Gael nació con una linterna. Porque su madre dio a luz a las pocas horas de producirse el gran apagón y, mientras todo el país se encontraba en plena oscuridad, él captaba todas las miradas. Eso sí, tanto su madre, Laura Bouzas, como su padre, Samuel Taboada, vivieron el nacimiento de su bebé con absoluta normalidad, como si el país no estuviera completamente paralizado. «Di a luz cuando no había luz pero como activaron el generador, pues realmente no nos enteramos de nada. Porque notamos que se fue la luz, pero al minuto ya volvió a encenderse y no me dio tiempo a pensar nada. No sabíamos las dimensiones de lo que estaba ocurriendo», comenta esta joven madre que tiene 21 años.

«Nos dimos cuenta de que se había ido la luz, y ahí dijimos: ‘Ostras’. Porque se apagó todo, pero como regresó al momento, lo único que pasó es que tuvieron que volver a poner en marcha los monitores que miden las contracciones, porque al fallar la luz, se borró el historial, pero por el resto no nos enteramos de nada. Todo fue muy bien», dice. El parto de Laura fue natural y salió a las mil maravillas: «Ingresé a las siete y media de la mañana y lo tuve a las cinco y media de la tarde».

Estaban Laura y Samuel tan metidos en el nacimiento de su hijo que empezaron a ser conscientes de todo lo que había pasado bastantes horas después del nacimiento del bebé. «No pudimos avisar a la familia desde que se fue la luz, porque los móviles no iban. Hasta las once de la noche estuvimos así, más o menos. Nadie sabía si Gael había nacido o no o dónde estábamos. De hecho, mi madre se enteró cinco horas después de que había nacido y de que ya era abuela. Lo último que supieron es que estaba dilatando», cuenta Laura, que reconoce que su madre estaba un poco nerviosa: «La peor parte fue para los familiares, que estaban a la espera y no podían tener noticias de cómo había ido todo».

Por lo demás, Laura considera que para ella fue una suerte poder haber vivido el apagón dentro del hospital materno infantil de A Coruña. «Cuando me contó mi madre todo lo que había pasado, no me lo creía. Luego ya ves las noticias y te quedas pensando en qué suerte tuvimos. Yo noté el apagón, pero tampoco me esperaba estar dando a luz y que ahí fuera estuviera pasando todo eso. No me imaginaba nada de lo que estaba sucediendo». Ahora, cada vez que le cuenten a Gael cómo nació, le tendrán que explicar que nació en mitad del apagón más grande que ha sufrido este país. «Ya tiene anécdota. Pero es verdad que todo el personal y los médicos nos dijeron que no nos preocupáramos, que iban a seguir funcionando con normalidad gracias a los generadores. Así que en ese sentido la verdad es que muy bien», concluye esta madre y vecina de A Coruña.

Para Cristina Valiño, matrona y supervisora de área del materno infantil de A Coruña, que estaba precisamente ese día de guardia, con el nacimiento de Gael se cumplió lo que los profesionales sanitarios pretendieron ese día: que los pacientes no percibieran la situación del exterior. «Durante el apagón hubo tres partos en A Coruña. En ese sentido, fue normal. Y yo definiría la jornada de este lunes como intensa por el apagón. Pero también satisfactoria, porque todos los partos se desarrollaron sin problemas y, al entrar en funcionamiento el grupo electrógeno que tenemos, eso nos permitió un desarrollo de asistencia normal. Y el objetivo, también como organización que somos, es que esa situación no impacte en los pacientes ni se perciba en las usuarias», explica.

Y así fue, una vez visto que Laura solo fue consciente de la dimensión de la situación bastantes horas después del nacimiento de su hijo. «Y lo conseguimos, porque aquí se respiraba normalidad. Luego, ya en los despachos, pues tuvimos que reorganizar, planificar y demás y ahí sí que había un clima más de organización. Pero a los equipos de asistencia se les transmitió que estuviesen tranquilos. Porque las personas que tenemos responsabilidades y conocíamos el protocolo, sabíamos perfectamente cómo nos íbamos a planificar y fue eso lo que se trasladó a los equipos», indica. «De hecho, que algunas madres no fueran conscientes de lo que estaba pasando para mí es un éxito. Era vital que los pacientes se sintiesen en un entorno totalmente ordinario, de normalidad», comenta Cristina, mientras reconoce que además hubo otro aspecto también muy positivo: «Las mujeres que vinieron a parir con nosotros ese día no podían contactar con el exterior. Y yo eso lo percibo como positivo, porque no tenían que estar pendientes de los abuelos o de otras personas. Les permitió estar en el momento del parto de una manera más presente, como en el mindfullness del que tanto se habla, de vivir el momento y no estar en otro lugar cuando estás viviendo algo tan trascendente, y ese día así fue». Todo funcionó a la perfección en el paritorio. «Pero también en las incubadoras, en la zona de los bebés que están con respiradores, en la uci pediátrica, que en ese momento teníamos a dos pacientes con ventilación mecánica», apunta la matrona, así que estaban preparados para afrontar una situación así el tiempo necesario, mientras tuvieran gasoil.

Otro de los aspectos con los que Cristina se queda de ese día es con el gran compañerismo que presenció: «Profesionales sanitarios y otras personas del hospital que no son sanitarios, como el personal de mantenimiento, por ejemplo, se acercaron al hospital preocupados por la situación ofreciendo su ayuda. Y no fueron uno ni dos. Fueron muchos. Me emociono solo de pensarlo». Para ella ese fue uno de los grandes momentos de ese día y, luego, cuando regresó la luz y pudieron restablecer las comunicaciones con el exterior: «Nos abrazamos todos y aplaudimos también».