El sueño

María Roca Outeiro

BARRO

09 ago 2007 . Actualizado a las 02:00 h.

Sentada en mi toalla cara a ese sol radiante, un calor abrasador. Mis gafas última generación, mis sandalias nuevas. Ay, esto si que es vida.

El agua salada está templada, a la temperatura ideal, cuando me meto en el agua. Me tumbo en mi hinchable, es transparente y veo el fondo. Hay conchas preciosas de todos los colores, pececillos, y demás reliquias marinas. Más tarde comemos en la arena, la playa siempre da hambre. Esa ensalada fresquita, esas patatas fritas, buenísimo. Para bajar la comida, una partida de palas. El sol nos da en la espalda mientras jugamos. Hacemos castillos de arena y peleas de bolas de barro.

Más tarde es el turno de la guerra de pistolas de agua. Es muy gustoso estar bajo el sol abrasador mientras te mojan con frescos chorros de agua.

Al fin alquilamos una barquita y nos vamos donde no tocamos pie. Nos lanzamos al agua y exploramos las profundidades marinas. Hace muchísimo calor, sin duda ha sido una buena idea esa de venir a la playa, ha sido el mejor día de mi vida.

¡Me desperté! ¡Todo había sido un sueño! Estaba en el salón de mi casa, sentada en el sofá. Miré a través de la ventana, llovía a cántaros, como no había visto en mi vida. La lluvia repiqueteaba en los cristales. Estábamos a mediados de julio y nada, ni un solo día bueno en el que ir a la playa.

¡Vaya veranito me esperaba!