El antiguo colegio de A Veiga, con gran valor sentimental para sus vecinos, que lo utilizan como local social, sufre constantemente actos vandálicos que destrozan sus instalaciones
Solo Margo, la viuda de Martin Verfondern, sigue residiendo en la aldea de Santoalla, donde un joven holandés se ha asentado ahora. «Es mejor para mí. Yo tengo 71 años, me puede pasar algo un día y es mejor que haya alguien aquí», dice ella
Manuel Piñeiro, profesional con 25 años en el sector, buscador de reliquias y tesoros: «Amólame a mala imaxe e os prexuizos que desprestixian esta profesión; facemos un gran labor»