Lunes, 06 de Septiembre 2021
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A las 8.46 de la mañana. Un avión impacta contra la Torre Norte del World Trade Center. Una tragedia, pero todavía atribuible a un accidente. A las 9.03, otro avión impacta contra la Torre Sur. No hay duda, es un ataque. A las 9.37 otro aparato se estrella en el Pentágono y a las 10.03 otro avión cae en Pensilvania cuando iba a ser estrellado contra el Capitolio. ¿Qué está pasando?
Desde su apartamento en Brooklyn, el fotógrafo Robert Clark tomó la imagen de arriba, en la que se ve al segundo avión acercándose a la Torre Sur: «Subí al tejado cuando mi novia me llamó para decirme que un avión había chocado contra una torre. Estaba disparando cuando vi acercarse el segundo avión. Me quedaban diez fotos en el rollo. Disparé la secuencia en diez segundos, hasta que impacta. Estaba seguro de tener la foto, tan seguro como de que el mundo acababa de cambiar».
El colapso
Los dos aviones —uno de United Airlines y otro de American Airlines— habían salido de Boston con dirección a Los Ángeles y fueron desviados de sus trayectos con el objetivo de impactar contra las Torres Gemelas, en Manhattan. Entonces no se sabía, pero habían sido secuestrados por integristas islámicos adiestrados para perpetrar un atentado sin precedentes. En minutos, se suspendieron todos los vuelos civiles en Estados Unidos. A partir de entonces, la seguridad en los aeropuertos se volvió prioritaria y se rediseñaron todos los protocolos. Volar en avión ya no volvería a ser lo mismo.
Un horror sin salida
En las plantas por encima de donde impactaron los aviones, cientos de personas quedaron atrapadas, sin posibilidad de huir. Desesperadas, muchas se tiraron al vacío. Aunque los medios se autocensuraron para no mostrar aquel horror, las imágenes fueron publicándose en los días siguientes. Aquel día murieron 2996 personas; 2606 de ellas, en las Torres Gemelas. Al presidente George W. Bush, el ataque lo pilló leyendo ante un grupo de niños en un colegio de Florida. Sorprendió la imagen de su escasa reacción cuando le comunicaron lo sucedido. Pero habría consecuencias. Muchas. Foto: José Jiménez/Getty Images.
La huida y el desconcierto
Según la Comisión del 11-S, más de 16 mil personas se encontraban en la zona del World Trade Center en aquel momento. Mientras Nueva York intentaba controlar el pánico y el mundo observaba en shock, un nombre empezaba a sonar: Osama bin Laden. Un mes después, el 7 de octubre, Estados Unidos ocupaba Afganistán, con el argumento de que los talibanes se negaban a entregar al líder de Al Qaeda. No apareció. En 2011, Bin Laden fue localizado y eliminado. En Pakistán. Foto: Suzanne Plunkett/AP.
La caída del coloso
La Torre Sur cayó tras arder 56 minutos; la Norte lo hizo 46 minutos después. Millones de personas en todo el mundo veían en sus pantallas colapsar no solo unos edificios, sino un 'imperio'. La aparente fragilidad de la estructura se convertía en metáfora de la debilidad de Occidente. Por qué cayeron tan rápido ha provocado tantos estudios arquitectónicos como teorías de la conspiración. Según los informes oficiales, el innovador diseño estructural del edificio no era el más adecuado para situaciones límite. Pero claro, nadie prevé el impacto de dos aviones con más de 40.000 litros de queroseno que desataron un incendio con hasta 2000 grados de temperatura. El acero se derritió y las columnas exteriores se combaron hacia dentro. Se derrumbaron sobre su propio eje. Foto: Thomas Nilsson/Gettty Images.
Los héroes en la zona cero
Además de las Torres Gemelas, otros cinco edificios del World Trade Center resultaron destruidos o dañados. Miles de bomberos se empeñaron en las tareas de rescate y se convirtieron en los héroes de la ciudad. Murieron 343. Solo se logró sacar con vida de los escombros a 20 sobrevivientes. La recuperación de cadáveres llevó meses. El desescombro no terminó hasta mayo de 2002. Al Qaeda siguió actuando con terribles atentados como el de Madrid en 2004. Pero su poder disminuyó con los años, eclipsada por un terror aún mayor: el Estado Islámico. Foto: Peter Morgan/GTRES
Y la vida sigue
Robert Clark, autor de la foto de apertura, tomó también esta imagen. La del impacto le valió el World Press Photo. Esta otra toma, hecha unas horas después en el mismo tejado en el que él estaba, apenas se ha publicado. Aunque, dice, «es una buena muestra de lo que pasó ese día. La gente en shock, pero buscando a otros, intentando consolarse». Un momento histórico de los que configuran la memoria colectiva y abocan a la pregunta '¿dónde estabas tú el 11-S?'.
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